El ‘asesinato’ social de Alan –el joven transexual de 17 años que se quitó la vida en Barcelona el día de Navidad–, no es algo puntual, diariamente nos ‘asesinan’ a muchas personas trans, menores y adultas: en el peor de los casos con la pérdida de ese bien preciado que es la vida, pero en la mayoría de las ocasiones en situaciones cotidianas, familiares, dentro de un entorno social e institucional que se considera ‘normal’.
María, Sonia, Lorena, David, Álex, Sergio, Gadiel, sabéis de que hablo, ¿verdad? Al igual que yo tuve que soportar en mi adolescencia el desprecio de mi padre por mi condición de niña que no se ajustaba a las expectativas sociales y familiares, recibiendo –como un jarabe amargo impuesto por la fuerza– los correctivos que me recordaban que no era una “niña”, ¿cuantos de ustedes lo han vivido y aún lo viven? El desprecio y las burlas de compañeros del colegio, del trabajo, tener que mostrar un DNI que no se ajusta a tu imagen y que provoca las miradas indiscretas y risas de aquellos que han tenido el privilegio de no ser cuestionados en su identidad y mucho menos tener una identidad legal que no se ajusta a su imagen…
EL DESTIERRO FAMILIAR
Carla, Paula, Marco, Álex, Matías… vosotros sufristeis el destierro familiar, teniendo que emigrar no a otro país, sino a un entorno igualmente hostil: a una sociedad pensada, normativizada y estructurada en el binomio excluyente y genitocentrista, que castiga la disidencia del género y las identidades no cisnormativizadas, rompiendo, cual si de una figura de cristal se tratara, vuestras ilusiones y esperanzas en mil pedazos. Hemos sido adolescentes rotos, maltratados y exilados del amor y la protección de sus familias, carne de cañón del mercado laboral, teniendo que aceptar situaciones de desigualdad o recurriendo para subsistir a profesiones ‘moralmente’ no aceptables por los que imponen las normas desde el privilegio cisexual. Adiós a la posibilidad de estudiar. ¿Éramos torpes? No: simplemente, teníamos que vivir y subsistir.
Mientras, el activismo trans no ha parado de buscar su espacio y de compartir nuestras experiencias vitales, nuestros análisis y nuestra reflexión teórica. Hemos tenido que hacer frente a la patologización de nuestras identidades por parte de un discurso biomédico, a la influencia de este en la clase médica, en las propias entidades LGTB y en la sociedad en general.
ORIENTACIÓN NO ES IDENTIDAD
Ante la falta de referentes y por ser una minoría, nos vimos dentro de un conglomerado de siglas, todas haciendo referencia a la orientación y sin tener nada que ver con la identidad. Ello ha marcado de forma determinante el avance en todo el mundo de derechos para gays y lesbianas, dejando atrás y postergando las demandas relacionadas con la identidad sexual y/o de género, al mismo tiempo ha perpetuado la confusión entre orientación e identidad, siendo de facto una ‘negación’ de la identidad, un ‘secuestro’ de la VOZ de las personas trans y un ‘borrado’ de nuestra realidad y de nuestra participación en la historia del movimiento por la libertad sexual.
Esta lucha de una Comunidad Identitaria por alcanzar la igualdad en derechos sociales y civiles y por desarrollar un discurso propio para combatir la discriminación se ha convertido en referencia para las nuevas generaciones y sobre todo para las familias, que han dispuesto así de una fuente de información y formación que ha hecho posible laracionalización y naturalización de la realidad trans como parte de la condición humana y de la diversidad, deconstruyendo el discurso biomédico y las normas binarias de los roles de expresión de género y de representación corporal basadas en el genitocentrismo.
Solo espero que, gracias a la repercusión mediática y al gran apoyo social suscitado, la pérdida de nuestro ‘hermano’ Alan no sea una más, otra más que se cobra una sociedad que fracasa cada vez que alguna persona tiene que pagar con su vida el hecho de ser diversa. Solo espero que su muerte no sea utilizada para “justificar” la inacción de colectivos LGtB en lo relacionado con la transexualidad, que las promesas de las instituciones a raíz de la presión del momento mediático no caigan en saco roto y que algunos no caigan en la bajeza de aprovechar la coyuntura para tener gratis una campaña de marketing.
SER PROTAGONISTAS
Miren: los niños a los que nos robaron nuestra identidad, los adolescentes a los que se les venden falsas expectativas cisexistas, las y los adultos trans no queremos ser un “ocio” o un “negocio”. Queremos ser protagonistas de nuestras luchas, marcar cuáles son nuestras prioridades, hablar en primera persona, ser referentes para nuestros iguales. ¿Saben por qué? Porque lo contrario es perpetuarnos en la discriminación, es secuestrar nuestra voz. Cuando se habla desde el privilegio cisexual, se habla para que no se arregle nada. Sólo quienes sufrimos la transfobia, podemos hablar para ganar: ganar leyes que nos garanticen ser iguales y que nos protejan de la discriminación.
Si verdaderamente hay voluntad y empatía, hay que cambiar las sinergías: escuchen nuestras voces, apoyen nuestras demandas; papás y mamás, estén de nuestro lado, acompañando y comunicando al mundo que ser madres y padres de hijos trans es una experiencia enriquecedora y que vuestros hijos han de tener los mismos derechos que los demás niños. Colectivos LGtB: es hora del encuentro desde la fraternidad, respetando nuestra autonomía, estando codo a codo, sin “pecar” de querer ser nuestros interlocutores, apoyando nuestra “mayoría de edad”.
A las instituciones: sin nuestra participación activa en las estrategias y políticas que nos conciernen no será posible alcanzar esa igualdad transversal de la que tanto hablan en sus discursos: Igualmente, es el momento de reparar la deuda histórica con este grupo humano que conformamos la comunidad de mujeres y hombres trans.
Los derechos trans son derechos humanos: deben ser reconocidos. No pueden costar más vidas.
(*) Mar Cambrollé es presidenta de la Asociación de Transexuales de Andalucía, portavoz de la Plataforma por los Derechos Trans, impulsora de la Ley Trans de Andalucía y redactora del Protocolo de Actuación en centros educativos para menores y adolescentes trans en Andalucía.