E n días más comienza a debatirse en el Parlamento nacional la ley de Indentidad de Género, algo por lo que ustedes -la Asociación de Transexuales, Travestis y Transgéneros de la Argentina- viene luchando desde hace años. ¿Qué reflexión le genera este abrir ventanas de la política?
- Que es un paso más para que quienes tienen construido otro género -las compañeras trans- dejen de ser olvidados por la democracia. Sí, hemos luchado y luchamos para que se nos reconozca una identidad ajustada a lo que es nuestra realidad. Y luchamos en una sociedad que nos ha sido, y aún lo es aunque está cambiando, muy hostil a nuestro reclamo, a nuestra existencia. En materia de reconocimiento, de legitimación, nosotras debemos tener todo lo que tiene un ciudadano heterosexual.
- ¿Muda realmente la sociedad en toda esta materia?
- Sí… lentamente si usted quiere, pero cambia. Ha votado a favor del matrimonio igualitario, algo impensado muy pocos años atrás. Y votó aun en contra de admoniciones sobre las cosas terribles que le sucederían a los argentinos si salía esa ley. Ley que fue un gran paso, pionera en el mundo, lo cual alentó a otras naciones a seguir ese camino. También avanzamos en la derogación de la infinidad de códigos contravencionales que criminalizaban la diversidad en su conjunto.
- ¿Qué era el código en sí?
- Expresión de poder, de impunidad. Se lo hacía valer en la dirección que se quisiera. Era la "razón" de la impunidad que durante décadas se descargó sobre todo lo diferente. Era la "razón" de la paliza en manos de la policía, de la prepoteada en la calle, de la amenaza permanente bajo el "te aplico el código"…
- ¿Qué necesita, por parte del Estado, una chica de por ejemplo 13 o 14 años que comienza a asumirse como trans, descubre esa condición?
- Esa edad hace a una de nuestras preocupaciones fundamentales. A esa edad van al secundario, o sea, es una etapa fundamental en la formación. Esto implica que no sean consideradas el producto de una patología. Hoy, para reconocernos y darnos documentos, tenemos que reconocernos con disforia de género, o sea una patología…
- ¿Pero la disforia no atañe a toda la población trans?
- ¡No! Hay quienes la tienen pero la mayoría no. O sea construyen su género por elección. Y esto el Estado lo tiene que asumir. Sabe, en el fondo, mucho de la condena que sufrimos las trans. También hace a la falta de información sobre nuestra naturaleza, nuestra esencia, nuestros puntos de vista y sus fundamentos. La sociedad está también muy mal informada de todo esto. A un canal de televisión le importa más mostrar ridículamente a un travesti, mofarse de él, colocarlo siempre como factor de problemas, que mostrar al travesti como alguien más, con su ética, su forma de pensar, su humanidad…
- Leyendo un flamante "Diccionario del suicidio" del español Carlos Janín, inferí que la población trans muere joven. ¿Sucede en Argentina?
- Sí. Especialmente en las compañeras que ejercen la prostitución. Se muere cuando la discriminación, el desprecio por lo distinto, se traduce en golpes… se muere atropellada en una esquina en la que se está trabajando o con un tiro en la cabeza disparado por un cliente. Son muertes generadas por la transfobia. También se muere de una neumonía por el frío de noches y noches en una esquina… Se muere por precariedad de vida.
- ¿Tienen estimado el promedio de edad de esas muertes?
- En general se dan entre los 35 y 40 años… Es otro eslabón de la condena que hace a ser trans.
- ¿Cuándo comienza esa cadena de condenas?
- La persona trans, al comenzar su construcción de género, ya es blanco del estigma por parte de la sociedad. Estigma que transforma en condenas varias. La primera surge en lo inmediato a uno: la familia. Luego, la que se da en el sistema educacional y la sociedad, para, finalmente, ser blanco de la condena laboral y policial.
- ¿Qué alcance tiene lo que define como condena laboral?
- El grueso de la población de compañeras trans del país tiene muy vedado el logro de un trabajo digno, lo cual implica, para el caso de alquilar una vivienda, carencia de certificación de trabajo, recibos de sueldos, etcétera. Entonces, sobre las necesidades de esta naturaleza, las compañeras sufren abusos por parte de los propietarios. Terminan pagando por dos ambientes lo que se paga por un penthouse en Avenida del Libertador. No se trata solo de que a veces no nos quieren alquilar por nuestra condición de trans, sino que desde la desprotección que marca a la población trans… bueno, viene el abuso. Así, se termina viviendo en ghetos.
- Tiempo atrás leí en el libro "Ir de putas", del psicoanalista Juan Carlos Volnovich, que la vida de un colectivo como el de ustedes suele reducirse, por razones ajenas al colectivo, a un gheto y una esquina. ¿Es así?
- Lamentablemente ese es el destino de muchas compañeras: ser empujadas a una esquina donde las explota un proxeneta, ser usadas por señores de clases sociales que discriminan al colectivo en la conversación diaria, pero por la noche van a una esquina a buscar la compañía de una compañera. Y está la policía… siempre encima.
- Pero en el grueso de las provincias –Neuquén, claro, donde está usted-, se derogaron los códigos contravencionales ¿No implica esto un condicionamiento para la acción policial?
- Sí, pero en los hechos, por una razón inventada, por pura prepotencia de poder, la policía siempre se lleva, demora por algunas horas, a una compañera que ejerce la prostitución. Incluso se da que a veces algún policía pide un servicio sexual para dejar a la compañera en libertad. Esto se da en todo el país. Además, en ciudades como Neuquén, donde la policía conoce muy bien a las compañeras que han tenido que apelar a la prostitución para vivir… bueno, igualmente las levantan "para averiguación de antecedentes". Hacen eso para presionar, para humillar… Me ha pasado a mí hace poco tiempo.
- ¿Cómo fue?
- Una noche salí a distribuir preservativos y folletería entre las compañeras que salían a trabajar. Frenó un móvil policial. Saben que soy militante del colectivo trans, activista conocida, bien pública de los intereses de nuestro colectivo y que además estaba en una tarea honrosa, que hace a la salud de las compañeras prostitutas e igual me querían llevar en averiguación de antecedentes… Finalmente desistieron.
- ¿Hay "caja policial" en Neuquén con lo trans?
- Por supuesto… "caja chica", le decimos nosotros. Nos coimean, pidiendo favores sexuales para salir sin problemas de la comisaría que sea…
- Habló de "riesgo de calle", ¿qué encuadra?
- Puede interpretarse sólo como los riesgos que implica la prostitución, pero es algo más amplio: hace a toda la precariedad en que vive el grueso de las compañeras trans… lo laboral, lo habitacional, la condena, el prejuicio.
- ¿La ATTTA tiene una estimación sobre la cantidad que da forma a la población trans?
- No, no hay datos. Somos muchas, sí. Lo que pasa también es que incluso una gran parte de esa población, la dedicada a la prostitución -que se puede estimar en un 70 % aproximadamente del conjunto- no está visibilizada. Las compañeras que trabajan de noche, duermen de día para recuperar sueño y volver a las esquinas a la noche a ganarse el pan… No se imagina lo que es esa vida, y con la mayoría de las compañeras con chicos. Son compañeras sin opción… ¿Usted cree que no les gustaría tener un trabajo de ocho horas, con calefacción, volver a una casa digna, descansar bien… no correr el riesgo de que la muelan a golpes?
- ¿Qué es la prostitución?
- Un acto de desesperación ante las necesidades.
- Me dijo hace un momento que usted no ejerce la prostitución, pero ¿se ha imaginado usted ejerciendo la prostitución porque, bueno, la vida la coloca ante esas necesidades?
- Se me pone la piel de gallina cuando pienso en eso, en ir al comienzo de la vida que sobrellevan muchas compañeras…