Apasionada por el derecho —su vocación desde la infancia— Suárez fue la redactora de un proyecto de ley que se aprobó en 2013 y posibilitó el matrimonio entre parejas del mismo sexo en Uruguay. Un año después ganó una banca como senadora suplente y ahora su partido le hace ingresar a la cámara. El nuevo proyecto, del cual es coautora, protege a los 937 trans del país, según cifras oficiales.
La legisladora tenía 15 años cuando se reconoció como una mujer y su vida se transformó en un infierno, por lo que ahora trabaja para evitar que otros trans padezcan acoso.
Antes de cumplir 15, Michelle Suárez tenía un nombre masculino que hoy se niega a recordar. De niña se recuerda caminando con su madre y sus perros por los bosques de Salinas, un balneario 35 kilómetros al este de Montevideo, y aunque asegura que tuvo una infancia muy feliz, dice que con la llegada de la pubertad, cuando se declaró mujer y comenzó a vestirse como tal, sus amigos comenzaron a agredirla.
“Fue una etapa muy dura. Personas que me conocían desde la niñez pasaron a hostigarme. Todos me veían como hipersexuada, lo que me llevó a vivir situaciones muy incómodas. El papá de una compañera de clase me ofreció dinero para que tuviera relaciones con él. Yo no podía creerlo. Por el hecho de ser una mujer trans, parecía que yo deseaba los miembros de todos mis compañeros”.
Al ingresar a la Facultad de Derecho en Montevideo logró un anonimato imposible en su pequeño balneario. Aun así, se topó con un docente —especialista en derechos humanos— que se negaba a corregirle los trabajos por ser una mujer con nombre de hombre.
Michelle fue la primera mujer transexual en recibirse de abogada en Uruguay. En 2009 comenzó a trabajar como activista en pro de los derechos de las minorías sexuales como una forma de sublimar el dolor por la muerte de su madre. Dice que se sumó al Partido Comunista porque éste le ofreció un lugar para sus ideas, pero reconoce que en los países donde el comunismo llegó al poder, los homosexuales y transexuales fueron castigados y perseguidos.
“Tengo con el Partido Comunista elementos que comparto y otros que no tanto. Siempre me caracterizo por ser un bichito raro, y me manejo con una cierta independencia que los compañeros me han dado”.
Le molesta cierta concepción de algunos partidos de izquierda que —asegura— creen que la única fuente de desigualdades sociales son las relaciones económicas del capitalismo. No obstante, enfatiza que en Uruguay los derechos vinculados a la diversidad sexual comenzaron a reconocerse desde la llegada de la coalición izquierdista Frente Amplio al poder en 2005.
La primera senadora transexual de Uruguay piensa que en este campo el país está un paso adelante en América Latina, aunque demuestra atraso si se le compara con las naciones más avanzadas del mundo: “Uruguay ha evolucionado pero sigue siendo un país discriminatorio”.
Sostiene que la mayor parte de las mujeres trans es arrojada a la prostitución por sus propias familias, que las echan a la calle cuando llegan a la pubertad y manifiestan su condición. “Yo tuve a mi madre, esa es la única diferencia. Mi familia no me echó de casa”.