El libro recoge las opiniones más personales de Doña Sofía sobre temas de actualidad
La Casa Real ha emitido un comunicado en el que Doña Sofía lamenta las palabras que Pilar Urbano ha puesto en su boca en el libro ‘La Reina de cerca’. “No reflejan su actitud de respeto hacia estos colectivos”, dice, tras pronunciarse en la obra contra del matrimonio gay. Sin embargo, las palabras podrán ser “inexactas”, como expresa la nota, pero las opiniones son contundentes. Toda una novedad en la trayectoria de Doña Sofía, quien siempre se ha comportado como una Reina escrupulosa en el cumplimiento del deber y especialmente reservada en lo personal, terreno en el que prima, por encima de todo, su familia.
La Reina cumple setenta años y su celebración llega con polémica. Hace diez años, cuando hizo 60, repasó su biografía en un programa especial de Televisión Española donde lo más llamativo que manifestó fue que lo importante en esta vida es tener salud. Ahora la periodista Pilar Urbano ha publicado un libro que recoge las opiniones más personales de Doña Sofía sobre temas de actualidad. Polémicos asuntos como el aborto y la eutanasia, a los que se opone, o las bodas entre personas del mismo sexo de las que, según la autora de la obra, la Reina piensa que pueden unirse, pero no bajo el concepto de matrimonio.
Nunca antes la Monarquía española había irrumpido en la política del día a día. El antecedente más cercano habría que buscarlo hace tres años, cuando Juan Carlos explicó a los periodistas españoles en Roma que si tenía que sancionar la ley del matrimonio entre homosexuales lo haría, puesto que, en sus propias palabras, él no era el Rey de Bélgica, quien había abdicado durante veinticuatro horas para evitar sancionar la normativa sobre el aborto que le presentó el Gobierno de su país.
Estas revelaciones son consecuencia de la intención expresa de la autora: “Llevo la conversación por donde estimo que pueda interesar a los lectores, radarizo la curiosidad del público, y pregunto al personaje con libertad. La Reina responde si quiere y lo que quiere”. La rectificación de Doña Sofía resulta, cuando menos, curiosa. Urbano ha presentado el libro orgullosa de que no hubiera ningún veto durante las entrevistas: “Ningún silencio de plomo”.
Las críticas de algunos políticos no se han hecho esperar. Así como de COGAM, el Colectivo de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales de Madrid, que ha tachado a la Reina de “impertinente” y ha aludido al franquismo, época en la que "muchos homosexuales daban son sus huesos en la cárcel”. Confrontación que unida otra de las opiniones vertidas en el libro, como la de la necesidad de una enseñanza religiosa en las escuelas, choca de frente, en esta sucesión de contrastes, con la defensa que Doña Sofía hace de la unión de su hijo, el príncipe Felipe, con Letizia Ortiz, que era divorciada: “Quienes critican el matrimonio de un príncipe con una periodista tienen una forma muy antigua de pensar”, entiende Doña Sofía.
En este sentido, sí es partidaria de cambios legales profundos, como sería la reforma de la Constitución, para que la infanta Leonor sea princesa de Asturias. Un cambio del que se muestra, según Urbano, abiertamente partidaria, aunque quiere que se haga "sin prisas".
Con respecto a la mayor de sus hijas, la infanta Elena, también con el problema del divorcio y la religión ensombreciendo su imagen, la Reina se expresa con firmeza y cumple con su papel de, ante todo, madre: “Se están inventando lo que no hay. Ni abogados, ni divorcio, ni nulidad... Aquí no se ha dado ningún paso más allá de lo que acordaron hace un año: ‘cese temporal de la convivencia’. Ésa es la situación. Y estamos a lo que esa situación dure, a lo que pueda dar de sí. ¡Nunca se sabe! Es una fase delicada, y la tienen que resolver entre ellos, sólo entre ellos. ¿Los demás? Ayudar lo máximo y estorbar lo mínimo”. Una protección de la familia que lleva hasta las últimas consecuencias. De Jaime de Marichalar, que empieza a dejar de salir en las fotos, dice que le quiere igual que cuando estaba con su hija, algo que no cambiará aunque se rompa la relación. Pero todo esto no es una novedad. La personalidad de la Reina en estos aspectos nunca ha cambiado. En los años cuarenta, su madre, Federica de Hannover, así lo atestiguaba en una carta que le escribió a su padre, Pablo de Grecia, para contarle cómo era su pequeña Sofía con cinco años: “Un verdadero trasto, pero tiene instintos maternales y protege a sus hermanitos”.
Nunca antes la Monarquía española había irrumpido en la política del día a día. El antecedente más cercano habría que buscarlo hace tres años, cuando Juan Carlos explicó a los periodistas españoles en Roma que si tenía que sancionar la ley del matrimonio entre homosexuales lo haría, puesto que, en sus propias palabras, él no era el Rey de Bélgica, quien había abdicado durante veinticuatro horas para evitar sancionar la normativa sobre el aborto que le presentó el Gobierno de su país.
Estas revelaciones son consecuencia de la intención expresa de la autora: “Llevo la conversación por donde estimo que pueda interesar a los lectores, radarizo la curiosidad del público, y pregunto al personaje con libertad. La Reina responde si quiere y lo que quiere”. La rectificación de Doña Sofía resulta, cuando menos, curiosa. Urbano ha presentado el libro orgullosa de que no hubiera ningún veto durante las entrevistas: “Ningún silencio de plomo”.
Las críticas de algunos políticos no se han hecho esperar. Así como de COGAM, el Colectivo de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales de Madrid, que ha tachado a la Reina de “impertinente” y ha aludido al franquismo, época en la que "muchos homosexuales daban son sus huesos en la cárcel”. Confrontación que unida otra de las opiniones vertidas en el libro, como la de la necesidad de una enseñanza religiosa en las escuelas, choca de frente, en esta sucesión de contrastes, con la defensa que Doña Sofía hace de la unión de su hijo, el príncipe Felipe, con Letizia Ortiz, que era divorciada: “Quienes critican el matrimonio de un príncipe con una periodista tienen una forma muy antigua de pensar”, entiende Doña Sofía.
En este sentido, sí es partidaria de cambios legales profundos, como sería la reforma de la Constitución, para que la infanta Leonor sea princesa de Asturias. Un cambio del que se muestra, según Urbano, abiertamente partidaria, aunque quiere que se haga "sin prisas".
Con respecto a la mayor de sus hijas, la infanta Elena, también con el problema del divorcio y la religión ensombreciendo su imagen, la Reina se expresa con firmeza y cumple con su papel de, ante todo, madre: “Se están inventando lo que no hay. Ni abogados, ni divorcio, ni nulidad... Aquí no se ha dado ningún paso más allá de lo que acordaron hace un año: ‘cese temporal de la convivencia’. Ésa es la situación. Y estamos a lo que esa situación dure, a lo que pueda dar de sí. ¡Nunca se sabe! Es una fase delicada, y la tienen que resolver entre ellos, sólo entre ellos. ¿Los demás? Ayudar lo máximo y estorbar lo mínimo”. Una protección de la familia que lleva hasta las últimas consecuencias. De Jaime de Marichalar, que empieza a dejar de salir en las fotos, dice que le quiere igual que cuando estaba con su hija, algo que no cambiará aunque se rompa la relación. Pero todo esto no es una novedad. La personalidad de la Reina en estos aspectos nunca ha cambiado. En los años cuarenta, su madre, Federica de Hannover, así lo atestiguaba en una carta que le escribió a su padre, Pablo de Grecia, para contarle cómo era su pequeña Sofía con cinco años: “Un verdadero trasto, pero tiene instintos maternales y protege a sus hermanitos”.