“Ya nos podemos casar y operar, ya no hay homofobia, ya está todo conseguido…” Los discursos conformistas sobre la lucha por las libertades sexuales llevan tiempo instalándose en una sociedad, como la nuestra, que se presume moderna y avanzada. Sin embargo, la realidad social es bien distinta y quien se atreve a desafiar los estrictos fundamentos del sistema heteropatriarcal es aún señalado, discriminado y condenado con impunidad.
En los últimos años lesbianas, gays, transexuales y bisexuales hemos conseguido indudables avances legislativos que nos acercan a la igualdad. Hemos conquistado nuevos derechos para una igualdad legal y formal, derechos que debemos defender ahora con uñas y dientes ante los ataques de los sectores más retrógrados y reaccionarios. Nadie nos ha regalado nada. Estos avances se han conquistado en las calles, gracias a la acción del movimiento LGTB, y ahora corren serio peligro. La movilización social aparece de nuevo como nuestra arma más potente para responder y defendernos.
El retroceso social y el recorte de derechos civiles forman parte del ADN de las jerarquías católicas y de la derecha más cavernícola de este país. La igualdad les molesta porque nunca han creído en ella. Sus constantes declaraciones públicas de tinte machista y homófobo y sus marchas de sotanas y nostalgia franquista huelen a naftalina y reflejan un marcado carácter totalitario. Está claro: no respetan la diversidad, ni están dispuestos a tolerar la diferencia. Su objetivo prioritario es perpetuar la desigualdad con discursos excluyentes y patologizantes.
El Partido Popular durante toda su historia se ha distinguido por ser el paladín de la LGTBfobia de la derecha española. Su homofobia, hoy disfrazada con posiciones pretendidamente “centristas” y “liberales”, es la misma de antaño. Las raíces franquistas de este partido aún lo anclan a lo más oscuro de nuestro pasado reciente, una época en la que lesbianas, gays y transexuales eramos reprimidos con brutal violencia. Hoy la homofobia se presenta con otras caras. Los dirigentes del PP niegan la igualdad y rechazan los derechos del colectivo LGTB una y otra vez aferrándose al anacrónico concepto de “familia tradicional”. Sus ignominiosas declaraciones y acciones públicas contra el matrimonio entre personas del mismo sexo y el derecho a la adopción, reflejan esta postura. No les molesta el nombre de nuestras uniones, les molestan nuestros derechos. Y cuando cuestionan nuestros derechos, están cuestionando nuestra dignidad como ciudadanas. No podemos consentirlo por más tiempo.
El PP es el portavoz de la derecha política que alimenta la LGTBfobia. En el ámbito religioso, los alegatos en favor de la exclusión y la discriminación llegan de la mano de una Iglesia católica caduca y anquilosada y su “santa cruzada” contra la liberación sexual. La misma Iglesia que continúa oponiéndose y ridiculizando algo tan básico y de sentido común como es el uso del preservativo para la prevención del VIH-Sida y otras ETS. El Vaticano sigue condenando y persiguiendo la homosexualidad y la transexualidad, mientras que con total cinismo e hipocresía intenta ocultar los casos de pederastia en el seno de su Iglesia. Lesbianas, gays, transexuales y bisexuales no somos enfermos, ni desviados sexuales ni pederastas, y las mujeres, que reclamamos nuestro derecho a elegir y decidir sobre nuestros propios cuerpos y vidas no somos asesinas. Basta ya de criminalización. Queremos vivir nuestra sexualidad con libertad y para ello no necesitamos la bendición de ningún púlpito. Reivindicamos un Estado verdaderamente laico donde el machismo y la LGTBfobia de la Iglesia no sean financiados con dinero público.
La igualdad tiene aún muchos enemigos. Y lesbianas, gays, transexuales y bisexuales continuamos sufriendo discriminación y exclusión en nuestras vidas cotidianas: en el colegio, en el instituto, en la facultad, en el trabajo, en la familia… En múltiples situaciones seguimos siendo señalados y condenados como diferentes. La igualdad legal corre hoy serio peligro. Y la igualdad social y real aún queda muy lejos. Ahora, más que nunca, hay motivos para luchar y salir a la calle.
Este sistema que hunde sus cimientos en un modelo excluyente no tolera ni tolerará disidencias. Niega sistemáticamente espacios para la diferencia, y bien los sabemos lesbianas, gays, transexuales, transgéneros, bisexuales e intersexuales. Pero, nosotras no nos callamos ante la injusticia. Salimos de los márgenes, protestamos, nos rebelamos y alzamos la voz. Estamos hartas de un sistema que oprime nuestros cuerpos y nuestras identidades. Decimos basta a la discriminación, a la exclusión, a la estigmatización y a la invisibilización. La LGTBfobia pervive y es imprescindible seguir combatiéndola.
No somos normales, ni queremos serlo. Somos diferentes y exigimos respeto a la diversidad. Somos ciudadanas comprometidas con la libertad y la igualdad. Somos estudiantes y profesoras que alzamos la voz para denunciar y condenar la discriminación por orientación sexual e identidad de género. En definitiva, somos una universidad contra la LGTBfobia.
¡NO MÁS LGTBFOBIA VATICANA NI “POPULAR”!
¡POR LA IGUALDAD SOCIAL Y REAL DEL COLECTIVO LGTB!
¡DEFENDAMOS LOS DERECHOS CONQUISTADOS!
Martes, 23 de noviembre de 2010 – 13:00 horas
Hall Principal Facultad de Ciencias Políticas de la UCM – Campus de Somosaguas – Pozuelo de Alarcón