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lunes, 22 de octubre de 2018

Uruguay aprobó la Ley Integral para Personas Trans

La Cámara de Diputados uruguaya aprobó en la madrugada de este viernes la Ley Integral para Personas Trans, considerada de avanzada en la región.


Uruguay festejó de madrugada tras la aprobación este viernes de la Ley Integral para Personas Trans, por parte de la Cámara de Diputados. La normativa establece medidas para revertir los mecanismos de discriminación y avanzar en la garantía de derechos para esta población como el acceso al trabajo, vivienda e intervenciones quirúrgicas.
Con 62 votos a favor, de un total de 88, el Congreso dio luz verde a la ley que llevaba año y medio en la órbita parlamentaria.
La ley, que ya había sido avalada por el Senado -con 17 votos afirmativos de 29- se discutió en una sesión extraordinaria que empezó en la tarde del jueves y duró unas 10 horas, culminando en la madrugada de este viernes tras la intervención de más de 40 parlamentarios, quienes expusieron sus argumentos en contra y en favor de la nueva ley, que ahora deberá ser promulgada por el Poder Ejecutivo.
La nueva legislación facilita el cambio de género registral (lo saca del ámbito jurídico y lo instala en el administrativo), prevé una reparación económica para aquellas personas por encima de los 50 años que vivieron la dictadura cívico-militar, obliga al sistema público de salud a solventar el proceso de cambio de sexo (a partir de la hormonización y las distintas cirugías para estos casos) y prevé una cuota trans para trabajar en el Estado.
Se trata de un avance porque reconoce derechos hace mucho tiempo vulnerados para la población trans, en la que la expectativa de vida ronda los 35 años, por lo que una reparación económica se hacía urgente y necesaria (aunque en lo que respecta a quienes vivieron la dictadura, no accederían más de 50 personas, ya que el resto han fallecido).
Es una legislación de avanzada a nivel regional y una conquista del movimiento de la diversidad sexual que hace, como mínimo dos años que promueve esta legislación, y que contó además con una juntada de firmas en el marco de la Campaña #LeyTransYA.
Durante el debate, más de un centenar de personas a favor de la ley aguardaron el resultado expectantes, manteniendo el silencio hasta la aprobación individual del 24 y último artículo, poco antes de las 02.30 de la madrugada, cuando estallaron en ovaciones y al grito de "ley trans ya".

Avances y límites

En concreto, la ley establece facilidades para el cambio de nombre de las personas trans en el Registro Civil y obliga a los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, a los Gobiernos departamentales, a los entes autónomos y a otras oficinas públicas a destinar, por año, el 1 % de sus puestos de trabajo al colectivo.
Además, el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional debe determinar un cupo "no inferior al 1 %" de sus programas de capacitación a las personas trans.
Respecto a la salud, el objetivo es poder incrementar la expectativa de vida de las personas trans, que actualmente se ubica entre 35 y 40 años de edad.
Por su parte las personas trans, nacidas antes del 31 de diciembre de 1975, que demuestren haber sido víctimas de violencia institucional o privadas de su libertad como consecuencia de las fuerzas de seguridad, tienen derecho a una reparación económica.
Pero la ley, a pesar de ser de avanzada en la región, muestra algunos límites, como lo irrisorio del monto de la reparación económica (equiparable a un “plan social”), la no obligación que tiene el sector privado de incorporar personas trans, la no garantía de un trabajo digno, o la negociación de si los menores podían acceder a los procedimientos de hormonización.
Estos límites y debilidades de la ley se deben al tratamiento en general que le dio el oficialista Frente Amplio al querer negociar con la derecha parlamentaria una votación. Es decir que a cambio de la aprobación rebajó la ley en varios aspectos. “Negocian con nuestros derechos”, se escuchaba en los debates previos, entre las mujeres trans que hace años luchan por su reconocimiento.
Por otro lado, el Frente Amplio nunca pudo explicar por qué cajoneó la ley, cediendo durante años a las arengas de los grupos anti derechos, teniendo mayoría parlamentaria y pudiendo aprobar la ley sin negociación con otros bloques. En este caso la unidad y negociación con la derecha tradicional para aprobar la ley de conjunto dio por resultado la negociación de una legislación más aggiornada.

La derecha "sacada"

Al igual que durante la votación en el Senado, los conservadores y los sectores antiderechos actuaron en bloque para intentar bloquear la ley. El el Senado figuras del Partido Nacional y del Partido Colorado ya se habían destacado por sus argumentos y frases transfóbicas.
Durante la jornada en la Cámara Baja se pudieron escuchar argumentos similares como el del diputado del Partido Nacional, Rodrigo Goñi, que volvió a la carga contra la supuesta "ideología de género" de la ley que podría "confundir a los jóvenes y afectar a la familia". Goñi también confirmó su voto en contra argumentando que la ley podría sugerir que ser trans es algo beneficioso.
Las brutalidades de senadores y diputados fueron parte del arsenal que los grupos y partidos antiderechos vienen utilizando desde hace tiempo para evitar que la iniciativa sea ley.
Es una cruzada que se ve en toda la región y que incluye tanto las campañas de los antiderechos en Argentina, para que no se vote la ley de interrupción voluntaria del embarazo como así también para que no se aplique la ley de educación sexual integral, como las brutalidades llevadas adelante por los seguidores del transfóbico ultraderechista Bolsonaro en Brasil, que se acaba de cobrar la vida de una mujer trans, acuchillada por cuatro de sus seguidores.
La ley que acaba de ser votada en Uruguay es motivo de festejo, pero la reacción de los antiderechos en todo el continente es una señal de alarma. Demuestra que nuestros derechos no solo deben ser conquistados en las calle sino que, ahora más que nunca, es allí donde los tenemos que defender de los ataques de estos sectores reaccionarios y conservadores.

jueves, 18 de octubre de 2018

Desmontando ‘las mujeres trans no son mujeres’

Julia Serano desarticula uno a uno los discursos que pretenden apartar a las mujeres transgénero de la categoría de mujeres en su reciente ensayo, ‘Desmontando los argumentos tipo, ‘las mujeres trans no son mujeres’  (Debunking “Trans Women Are Not Women” Arguments) Compartimos la traducción libre que hemos realizado desde Akntiendz Chik.


Recientemente fui entrevistada por el New York Times acerca de mi trabajo y mis escritos como transfeminista. De las conversaciones que compartimos previo a la entrevista yo sabía que mi entrevistadora planeaba preguntarme acerca de los comentarios que hizo Chimamanda Ngozi Adichie a principios de año donde afirmaba que las mujeres trans no son mujeres. Así que en preparación para mi entrevista, decidí revisar mi primer libro Whipping Girl. Una mujer transexual opina acerca del sexismo y el chivo expiatorio de la feminidad (Whipping Girl. A Transsexual Woman On Sexism And The Scapegoating Of Feminity) y crear una lista de todos los argumentos que realicé allí para contrarrestar tales afirmaciones. Había pensado elaborar algunos de esos puntos durante la entrevista, aunque tan solo unos cuantos fueron incluidos en el artículo final (ya que tuvo que ser editado debido a su extensión). Pero dado que las afirmaciones del tipo, ‘las mujeres trans no son mujeres’ reaparecen con regularidad (y son presentadas por personas que se definen a sí mismas como feministas) pensé que bien valdría la pena compilar todos mis contrargumentos relevantes en un solo ensayo.

Preliminares: en relación al término cisgénero

A lo largo de este ensayo, utilizaré los términos cis o cisgénero para referirme a las mujeres que no son trans ni transgénero. He explicado la lógica detrás de esta terminología en mi sección de preguntas frecuentes sobre cis-terminología, y en dos ensayos adicionales de seguimiento a los cuales se puede acceder desde aquí. Las mujeres que insisten en que las mujeres trans no son mujeres con frecuencia rechazan ser llamadas ‘mujeres cis’ bajo el falso supuesto que hacerlo degradaría de alguna manera su femineidad -esto no es de ninguna manera el propósito de este lenguaje. El único propósito de la terminología cis es nombrar a la mayoría que permanece sin ser marcada (de manera similar a como una se referiría a las mujeres blancas, a las mujeres heterosexuales, o las mujeres que no tienen capacidades diferentes, etc.) En otras palabras, referirse a alguien como ‘cisgénero’ significa simplemente que esa persona no ha tenido la experiencia transgénero.

Realidades de las mujeres trans

Las mujeres trans son muy diferentes entre sí. Tal vez lo único que tenemos en común es una comprensión de sí mismas en el sentido que algo no estaba bien en que hubiéramos sido asignadas al sexo masculino al nacer y/o que más bien debimos haber sido asignadas mujeres. Mientras que algunas personas cisgénero se niegan a tomar nuestras experiencias en serio, el hecho concreto es que las personas trans se encuentran en prácticamente todas las culturas y a lo largo de toda la historia. Las estimaciones actuales sugieren que conformamos el 0.2 – 0.3% de la población. En otras palabras, simplemente existimos.
En mi propio caso, pasé un número de años tratando de dar sentido a los sentimientos inexplicables e irreprimibles que experimentaba antes de finalmente tomar la decisión de realizar la transición hace ya diecisiete años. He estado viviendo como una mujer desde entonces. Cada día de mi vida, la gente me percibe y me trata como una mujer, y como resultado de ello experimento rutinariamente el sexismo. Mientras que las feministas cis que afirman que las mujeres trans no son mujeres se obsesionan con las cuestiones de identidad (“¿Cómo puede un ‘hombre’ llamarse ‘mujer’?), deliberadamente pasan por alto o minimizan el hecho de que tenemos experiencias de vida muy reales como mujeres.
Al igual que como les sucede a las mujeres en general, muchas mujeres trans son feministas. El feminismo y el activismo transgénero no son en modo alguno incompatibles o mutuamente excluyentes. Como feministas que reconocen la interseccionalidad, creemos que deberíamos estar luchando para acabar con todas las formas de sexismo y marginación -esto incluye tanto el sexismo tradicional como la transfobia. Forzar a las mujeres trans a ser parte de un grupo separado que es distinto al de las mujeres cis no ayuda de ninguna manera a conseguir el objetivo central del feminismo en lo que se refiere a acabar con el sexismo.

La falacia de la ‘mujer biológica’

Las afirmaciones en el sentido de que las mujeres trans no son mujeres suelen confiar en suposiciones esencialistas (y por lo tanto incorrectas) acerca de la biología. Por ejemplo, la gente podría argumentar que las mujeres trans no son “genéticamente mujeres”, a pesar que no podemos determinar fácilmente los cromosomas sexuales de nadie. De hecho, la mayoría de las personas nunca se han hecho examinar sus cromosomas sexuales, y los que lo hacen a veces se ven sorprendidxs por los resultados.
Otras apelaciones comunes a la biología se centran en la capacidad de reproducción -por ejemplo, indicando que las mujeres trans no han experimentado la menstruación, o que no pueden quedar embarazadas. Todo esto ignora el hecho de que algunas mujeres cisgénero nunca menstruan y/o no pueden quedar embarazadas.
Las afirmaciones sobre los genitales son igualmente problemáticas: los genitales de las mujeres varían mucho de una a otra persona, y al igual que con los cromosomas y las capacidades reproductivas, no podemos ver fácilmente los genitales de otras personas en los encuentros cotidianos. Si tú y yo nos encontráramos, ¿debería negarme a reconocerte o referirme a tí como mujer a menos que me muestres tus genitales? Y, francamente, ¿qué podría ser más sexista que reducir a una mujer a lo que hay entre sus piernas? ¿No es eso precisamente lo que los hombres sexistas han estado haciendo con las mujeres durante siglos?
Yo argumentaría que todas estas apelaciones a la biología son inherentemente antifeministas. Los sexistas rutinariamente descartan a las mujeres señalando diferencias biológicas reales o supuestas. Las feministas han desafiado durante mucho tiempo la cosificación de nuestros cuerpos, y han argumentado que no estamos limitadas por nuestra biología. Por lo tanto, es hipócrita que cualquiera que se define a sí misma como feminista utilice argumentos de “biología” y “partes del cuerpo” en sus intentos de descalificar a las mujeres trans.
[nota agregada el 17/7/17: Discutí en mayor detalle este tema en particular en un ensayo subsecuente, Las Personas Transgénero y los Mitos del ‘Sexo Biológico’, Transgender People and ‘Biological Sex’ Myths.]

La falacia de Caitlyn Jenner

En estos días, los argumentos del tipo ‘las mujeres trans no son mujeres’ invariablemente citan el caso de Caitlyn Jenner, por lo general haciendo la siguiente afirmación: “¿Cómo puede alguien como Jenner, que vivió toda su vida como un hombre y experimentó el privilegio asociado con ello, tan siquiera afirmar que ella es una mujer?” Este ejemplo en particular suele venir acompañado de apelaciones a la biología, pues mucha gente recuerda a Jenner como un atleta de decatlón físicamente masculino. Pero la idea central de esta aseveración es que las mujeres son mujeres debido a la socialización y/o sus experiencias con el sexismo.
Pero, ¿qué pasa conmigo entonces? He vivido más años de mi vida adulta como mujer que como alguien que fue percibido como un hombre, y he experimentado cualquier cantidad de sexismo desde que hice mi transición: ‘piropos’ callejeros y acoso sexual, intento de violación durante una cita, hombres hablando por encima de mí o que no me toman en serio, y así sucesivamente. ¿O qué pasa con las jóvenes transexuales que transicionan socialmente temprano en la vida y que nunca tienen la experiencia de ser percibidas o tratadas como hombre? Si estás aplicando el argumento de la “socialización” o de “experimentar el sexismo”, entonces tienes que admitir que muchas mujeres trans también tienen esas experiencias, y por lo tanto son mujeres bajo tales criterios. Hasta las que han transicionado ya mayores como Jenner enfrentan el sexismo una vez que la gente comienza a percibirlas como mujeres. E incluso si la mujer trans en cuestión es visiblemente transgénero, de todas maneras experimentará gran cantidad de sexismo bajo la forma de la transmisoginia.
Si por casualidad resulta que eres una de las proponentes del argumento de ‘las mujeres son mujeres por la socialización’, entonces te pido que consideres el siguiente escenario: Una niña es forzada contra su voluntad a vivir como un niño. Al llegar a la edad adulta, después de años de socialización y privilegios masculinos, ella comienza a identificarse como mujer y empieza a vivir como mujer. ¿La aceptarías como mujer? Si tu respuesta es sí, entonces es hipócrita de tu parte el no aceptar también a las mujeres trans como mujeres. (De hecho, el escenario, “forzada contra su voluntad en la niñez” es exactamente la forma en que muchas mujeres trans describen su infancia.)
La mayoría de las veces, sin embargo, las personas que insisten en que las mujeres trans no son mujeres, emplean simultáneamente los argumentos de la biología y de la socialización, aunque sean contradictorios entre sí (es decir, si la biología es el criterio predominante, entonces la socialización no debería importar y viceversa). Al igual que sus contrapartes homofóbicas que hacen apelaciones a la biología (“Dios hizo a Adán y Eva, no a Adán y Esteban”), e inmediatamente invocan hipócritamente la socialización (por ejemplo, alegando que la gente puede convertirse en gay como resultado de haber tenido profesores homosexuales o por culpa de “la agenda homosexual,”) la multitud que sostiene la afirmación de que, ‘las mujeres trans no son mujeres’ nos lanzan desesperadamente todo el fregadero de la cocina en nuestra contra antes que tratar de hacer un argumento coherente.
Si bien la socialización del género es bastante real, todxs somos capaces de superar o trascender la socialización que experimentamos de niños. Y la socialización de género no se detiene simplemente cuando una llega a la edad adulta: Todxs nosotrxs estamos constantemente enfrentando presiones sociales, expectativas y obstáculos sociales relacionados con el género durante toda nuestra vida. Si crees que estas afirmaciones son verdaderas para las mujeres cis, entonces también deben ser ciertas para las mujeres trans.

Las falacias de la ‘energía masculina’ y del ‘privilegio masculino’

Una derivación del argumento de la socialización va algo así: A pesar de haber transicionado a mujer y de moverse por el mundo como mujeres, las mujeres transgénero de todas maneras poseen el “privilegio masculino” o la “energía masculina.” La afirmación de la “energía masculina” me parece especialmente sexista, ya que implica que los hombres poseen algún tipo de fuerza vital mágica o mística de la que las mujeres carecen o que no pueden llegar a poseer.
Este tipo de afirmaciones parecen basarse en conjeturas o proyecciones. Por ejemplo, en mis muchos, muchos años de ser percibida por el mundo como una mujer cisgénero, nunca me he encontrado con una persona que haya dicho que detecta en mí “el privilegio masculino” o la “energía masculina”. Sin embargo, al saber que soy transgénero, están listas a ‘leer’ esos rasgos masculinos en mi comportamiento. De hecho, si yo te dijera que una mujer en particular es transgénero (aunque no fuera cierto), podrías inclinarte a (re)interpretarla de manera similar: leyendo cualquier tendencia marimacho o de camionera que exhiba como manifestaciones de esa “energía masculina”, y asumiendo que cada vez que ella se afirma o se hace valer por sí misma eso debe ser un signo de su profundamente asentado “privilegio masculino”.
El privilegio masculino es algo muy real. En mi libro Whipping Girl, hablo extensamente acerca de mis propias experiencias personales cuando lo tuve, y posteriormente de cuando lo perdí después de la transición. Sin embargo, no todas las mujeres trans experimentan el privilegio masculino (por ejemplo, las que ‘transicionaron’ más jóvenes). Además, todo el propósito de hablar del privilegio (ya sea masculino, blanco, de clase media /alta, sano, o el privilegio hetero, por mencionar algunos) es sensibilizar sobre las ventajas que los miembros de la mayoría o grupo dominante experimentan debido al hecho de que no se enfrentan a un tipo particular de sexismo o marginación.
Y el hecho de que la multitud que sostiene la afirmación que ‘las mujeres trans no son mujeres’ constantemente se agolpa tras la insistencia sobre el privilegio masculino real o imaginario que se le atribuye a las mujeres transgénero, pero se niegan a reconocer o examinar su propio privilegio cisgénero, demuestra que sus preocupaciones sobre el privilegio son falsas y que simplemente están utilizando el concepto para deslegitimar las identidades de las mujeres trans y sus experiencias reales vividas como mujeres.

La falacia de las mujeres trans como caricaturas de las mujeres

Esta falacia se sobrepone a la falacia de Caitlyn Jenner, y va algo así: Las mujeres trans no pueden saber lo que es ser una mujer. Por lo tanto, deben ser motivadas a la transición por una idea extremadamente superficial o estereotipada de lo que significa ser una mujer, basándose en los ideales femeninos convencionales que muchas feministas han rechazado. En otras palabras, las mujeres transgénero no son mujeres reales, sino que simplemente nos transformamos en “parodias” o “caricaturas” de las mujeres. Las personas que arman este caso a menudo también invocan el privilegio masculino -por ejemplo, insinuando que debe ser la “arrogancia masculina” o el “derecho que los hombres creen tiener” lo que lleva a las mujeres trans a presumir que podemos entender a las mujeres o a ‘convertirnos’ nosotras mismas en mujeres.
Existen numerosos problemas con esta línea de razonamiento:
1) Se basa en una visión altamente negativa de la expresión de género femenina (algo que he ido desmontando a lo largo de mis escritos) e implica que las mujeres cisgénero que son convencionalmente femeninas también se están comportando de manera superficial y/o reforzando los estereotipos de género.
2) Ignora a las muchas mujeres trans que son activistas feministas y/o no son convencionalmente femeninas.
3) Las mujeres trans no realizan la transición por un deseo de ser femeninas; lo hacemos por una auto-comprensión de que somos o deberíamos ser mujeres (algo comúnmente denominado identidad de género).
4) Las mujeres trans que son convencionalmente femeninas no están de ninguna manera afirmando o insinuando que todas las mujeres deberían ser convencionalmente femeninas, o que la feminidad es todo lo que hay para ser una mujer. Al igual que las mujeres cis, las mujeres trans nos vestimos como lo hacemos para expresarnos, no para criticar o caricaturizar a otras mujeres.
5) Esta línea de razonamiento acusa a las mujeres trans de presumir arrogantemente que saben lo que las mujeres cis experimentan, siendo que no hacemos tal cosa. En realidad, son las mujeres cis que sostienen esta acusación las que arrogantemente presumen de saber lo que las mujeres trans experimentan y lo que nos motiva.
Como mujer trans, seré la primera en admitir que no puedo saber lo que cualquier otra mujer experimenta o siente en su interior. Pero el tema es que, la multitud que sostiene la afirmación de que ‘las mujeres trans no son mujeres’ tampoco pueden saber lo que cualquier otra mujer experimenta o siente en su interior! Cada mujer es diferente. Compartimos algunas experiencias superpuestas, pero también somos distintas en todos los sentidos posibles. Todas las mujeres trans que conozco reconocen esta diversidad. En contraste, son las mujeres cis que tratan de excluirnos a nosotras las que parecen tener una noción estereotipada superficial y singular de lo que constituye una mujer, o de lo que las mujeres experimentan.
Una nota final: La afirmación de, ‘las mujeres trans como caricaturas de las mujeres’ está muy relacionada con el tropo de, ‘las mujeres trans refuerzan el sexismo’, el cual he desmontado en el siguiente hilo de Twitter:

La falacia de la diferencia cerebral

Cuando eres una persona trans (que no posee el privilegio cis), la gente a menudo te obliga a explicarte o a justificar tu identidad de género. Una respuesta común es decirles algo así como, “nací con un cerebro femenino a pesar de tener un cuerpo masculino”. Muchas veces, esto es una simplificación intencional de parte de la persona trans -un intento de destilar las complejidades de la experiencia transgénero reduciéndolas a una porción que la persona promedio cisgénero pueda comprender fácilmente. En otros casos, la persona trans puede estar haciendo referencia a investigaciones que sugieren que, en unas pocas regiones dimórficas super-diminutas del cerebro, las mujeres trans se asemejan más a las mujeres cis que a los hombres cis. (Las personas trans difieren significativamente entre sí respecto a si creemos que estas investigaciones son preliminares de algo más o incluso si son válidas o no).
Sin embargo, algunas feministas cis extrapolan esta respuesta para afirmar que todas las personas trans seguramente sostienen creencias altamente esencialistas sobre los cerebros femeninos versus los cerebros masculinos y que, por lo tanto, somos una afrenta al feminismo. A menudo, armarán este caso al mismo tiempo que ellas mismas hacen afirmaciones esencialistas (por ejemplo, con respecto a las capacidades reproductivas) con el fin de socavar nuestras identidades (como hace Elinor Burkett en su texto tipo ‘fregadero de cocina’ con aquello de que, ‘las mujeres trans no son mujeres’. Ver este enlace donde he refutado esos argumentos.

La falacia de Rachel Dolezal

Igual que con Caitlyn Jenner, los argumentos contemporáneos del tipo, ‘las mujeres trans no son mujeres’ casi siempre terminan nombrando a Rachel Dolezal. [Activista por los derechos afroamericanos señalada de apropiación cultural y ‘hacerse pasar’ por negra al ocultar que era de origen blanco.] La implicación es que un “hombre” que “dice ser una mujer” (sic) es tan ridículo (y habilitado por el privilegio) como una persona blanca que dice ser negra. Pero aquí está la cosa: Rachel Dolezal es una persona. En agudo contraste (como he aludido anteriormente), con las personas trans, que son parte de un fenómeno pan-cultural y trans-histórico, y comprenden aproximadamente el 0.2-0.3% de la población. [Nota: Un lector ha señalado que hay estudios recientes que sugieren podría ser del 0.6% o más] Si estás interesadx en aprender más acerca de la existencia de personas con variación de género, aquí una nota final de mi libroExcluídas: Haciendo más inclusivos los movimientos feministas y lésbicos (Excluded: Making Feminist and Queer Movements More Inclusive), y que hace referencia a la historia y la diversidad cultural:

La falacia de ‘las mujeres trans se niegan a reconocer las diferencias’

Aquellas que hacen un caso a partir de los argumentos de que, ‘las mujeres trans no son mujeres,’ suelen insistir en que hay una distinción entre las mujeres cis y las mujeres trans, y que sin embargo las mujeres trans se niegan a reconocer esta distinción. Considero que tales afirmaciones son interminablemente frustrantes. Nunca ni siquiera una vez en mi vida he escuchado a una mujer transgénero afirmar que nuestras experiencias son 100 por ciento idénticas a las de las mujeres cis. Es más, el hecho de que nosotras, en la comunidad trans, describamos a las personas como “transgénero” y “cisgénero”, señala desde ya un reconocimiento de las posibles diferencias entre ambos grupos.
El problema no es que nosotras (es decir, las mujeres trans) nos resistamos a reconocer ninguna diferencia, sino que la multitud que sostiene los argumentos de, ‘las mujeres trans no son mujeres’ se niegan a reconocer nuestras muchas semejanzas.
Hubo una época en los años 1960 y 1970 cuando muchas feministas heterosexuales querían excluir de manera similar a las lesbianas de las organizaciones de mujeres y del feminismo. Las justificaciones que esgrimían eran similares a las que ahora se emplean contra las mujeres transgénero: Acusaban a las lesbianas de ser “opresivamente masculinas” y de “reforzar el sistema de clase sexual” (véase el hilo anterior de Twitter). Si lees el artículo de Wikipedia al que he vinculado en este párrafo, verás que las lesbianas lucharon en respuesta a tales acusaciones. No lo hicieron porque creyeron que eran 100 por ciento idénticas a las feministas heterosexuales. Lo hicieron porque algunas feministas intentaban excluirlas del feminismo y de la categoría de mujer. Justo como tratan de hacerlo ahora con las mujeres transgénero aquellas feministas que sostienen argumentos del tipo ‘las mujeres trans no son mujeres.’
Las mujeres trans son mujeres. Puede que no seamos “exactamente como” las mujeres cis, pero, de nuevo, las mujeres cis no son todas exactamente iguales entre sí. Pero lo que sí compartimos es que todas nos identificamos y nos movemos por el mundo como mujeres. Y debido a esto, todas enfrentamos regularmente el sexismo. Es en eso en lo que deberíamos centrarnos y trabajar juntas para desafiarlo. Y como dije al principio, obligar a las mujeres trans a formar parte de un grupo separado que es distinto al de las mujeres cis no ayuda en modo alguno a alcanzar el objetivo central del feminismo de terminar con el sexismo. De hecho, sólo sirve para socavar nuestra causa colectiva.
Si aprecias este ensayo y quieres ver más trabajos como éste, te animo a que visites mi página de Patreon.
Por Julia Serano
(Traducción libre Akntiendz Chik.)

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lunes, 15 de octubre de 2018

#ENM2018 Histórica y masiva marcha contra los travesticidios

Por: Agencia Presentes.


Fotos: Luciana Leiras Texto: María Eugenia Ludueña/Desde Trelew

Fue la primera vez en la historia de los encuentros nacionales de mujeres que la marcha contra los travesticidios y transfemicidios formó parte de la agenda oficial. Y fue también la primera vez que una marcha para pedir basta de violencias hacia travestis y trans tuvo una convocatoria tan masiva y transversal de los feminismos. Ayer a las 18hs, miles de mujeres, lesbianas, bisexuales, travestis y trans marcharon por las calles de Trelew a lo largo de más de quince cuadras.


La convocatoria arrancó en la Plaza Centenario, con activistas trans y travestis llegadas de todo el país y encolumnadas detrás de la bandera que pide una ley nacional de cupo laboral travesti trans con el nombre de su impulsora, Diana Sacayán (asesinada el 11 de octubre de 2015, mientras se llevaba a cabo el Encuentro en Mar del Plata, al que nunca llegó).


La marcha se puso en movimiento pasadas las seis y media de la tarde. A medida que avanzaba, crecía en tamaño y potencia hasta convertirse en la marcha más masiva del país para pedir que frenen los travesticidios y travesticidios.


“Este año se hicieron con esta quince marchas con las mismas consignas, en distinta fechas y provincias, y ha sido la más importante. Porque fue una marcha donde participaron miles de mujeres, travestis, trans. Esto es transversal y ha marcado la transversalidad de una agenda política. Varias cuadras de mujeres marchando en contra de lo travesticidios no es otra cosa que el compromiso político de tantas compañeras que quieren defender la vida trans y que exigen que el Estado genere políticas publicas que terminen con el travesticidio social”, dijo a Presentes la activista Alba Rueda de Mujeres Trans Argentinas.


En la marcha, las activistas se encontraron y conversaron con familiares de víctimas. Allí estaban, entre otras, las hermanas de Marcela Chocobar, asesinada hace tres años en Río Gallegos, y que encabezan el pedido de Justicia para que la causa avance.
“Encontrarnos con familiares de las víctimas es muy conmovedor. Y es un dato: hay personas que luchan en términos reales y concretos frente al aparato judicial que tantas veces nos invisibiliza. Esta marcha también sirve para poder abrazar a quienes están peleando por justicia para nuestras compañeras. Y para que nosotras nos sumemos a un debate que viene y esperamos darlo pronto en todo el país para que reconozcan la figura del travesticidio” (como ocurrió este año con el fallo histórico que reconoció que el asesinato de Diana Sacayán como un crimen de odio contra la identidad de género), agregó Alba Rueda.


La activista travesti Alma Fernández arengó la marcha desde la cabecera, a lo largo de todo el recorrido. “Señor, señora, no sea indiferente, matan a las travestis en la cara de la gente”, cantaba y la marcha se detenía frente a diversos edificios del centro, como la policía o el diario El Chubut.


“La masividad de la marcha me hizo entender que la única conquista real de este 2018 del colectivo travesti trans organizado fue decir “Basta de travesticidios””, dijo Alma, después de ver el tamaño de la movilización. “Porque la justicia también este año (con el fallo de Diana) empezó a hablar de travesticidios. Hay muchas compañeras que acompañan y se interesan las travas. Esta marcha significa seguir abriendo ese camino y sentarnos en esa mesa de la ciudadania travesti trans argentina. También significó lo que Diana nos enseñó: es por todas las travas”.


“Trans, conciencia, memoria y resistencia”, gritaban las activistas y detrás de ellas la multitud las seguía: feministas, organizaciones sociales, políticas, culturales, de la diversidad sexual. A lo largo de la marcha se recordó permanentemente a las compañeras que ya no están, víctimas de travesticidio y de travesticidio social. Los nombres de Lohana Berkins y Diana Sacayán también se coreaban en cada esquina, con agradecimiento, devoción y como motor de lucha.


La presidenta de Otrans Argentina y de la Convocatoria Federal Trans y Travesti Argentina, Claudia Vásquez Haro, viajó al Encuentro desde La Plata. “La marcha contra los travesticidios y transfemicidios en el marco del ENM es un hecho histórico. Es el resultado de un reclamo colectivo. Su institucionalización permite visibilizar nuestras muertxs e interpelar a que la sociedad no sea indiferente cuando matan a una compañera travesti o trans. Es un gran paso para conseguir el derecho al duelo de toda la sociedad”.



“Porque vivas las travas nos queremos”


Pía Ceballos, otra de las activistas que encabezó la marcha, llegó desde Salta “Fue una de las más multitudinarias, histórica no sólo en los Encuentros nacionales de mujeres sino a nivel nacional. Fue la marcha más masiva de la historia del movimiento travesti trans.Creo que logramos unir la voz en esa calle que resiste con esas cuerpas que interpelan al patriarcado, al machismo, a las políticas neoliberales de este gobierno para gritar y hacer temblar a la Argentina, porque las que se siguen muriendo son las travestis y trans. Este reclamo que venimos repitiendo en cada lugar del país, ayer fue un grito que hizo temblar las calles de Trelew, sensibilizando sobre nuestras muertas”.



Para ella, la marcha resulta histórica también en lo personal. “Hemos logrado cruzarnos con muchas compañeras y tejer no solo un gran abrazo para encontrar fuerza, sino también para sostenernos en esto de hay que seguir. Y tenemos que hacerlo juntas, necesitamos estar unidas. Esa subjetividad travesti se construye colectivamente, en esa nostredad que menciona Marlene Wayar, en la interpelación que hacemos a los gobiernos. Como decían ayer las compañeras en uno de los talleres y gritábamos en la marcha: que la sociedad se de cuenta que se mata a la travesti en la cara de la gente y nadie hace nada. Nosotras resistimos con memoria, resistimos porque no fueron solo 60 víctimas de travesticidio y travesticidio social en lo que va de 2018, sabemos que hay muchas más compañeras pero no hemos logrado un registro”, dice la activista.
Y llama la atención sobre el rol del Estado “que debe implementar de manera urgente políticas públicas para terminar con las violencias que sufrimos a diario”.

TEDH condenó a Italia por impedir injustificadamente durante más de 2 años el cambio de sexo de una mujer trans.

12 de octubre de 2018

No existieron razones de interés general para impedir durante más de dos años el cambio de nombre.





El Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) condenó a Italia por tardar dos años y medio en cambiar el nombre a una mujer trans en trámites de ser operada, inscrita en el registro civil como de sexo masculino en su nacimiento.
Cabe recordar que la demandante, nacida en 1965 y residente en Ostia Lido, se le asigno el sexo masculino al nacer y fue inscrita con un nombre de hombre, pero siempre llevó una vida social como mujer con un nombre femenino. Desde 1999, su apariencia era la de una mujer, incluso en la fotografía de su carné de identidad. Ese año inició un tratamiento hormonal para su transición sexual y en 2001, a la espera de la operación, solicitó a las autoridades el cambio de nombre. El tribunal civil de Roma autorizó en mayo de 2001 la realización de la operación quirúrgica a la demandante, pero el delegado del Gobierno rechazó la solicitud de cambiar su nombre al no haber una decisión judicial sobre el mismo. La demandante apeló dicha decisión ante el tribunal administrativo regional del Lacio, el que rechazó suspenderla. Solo en octubre de 2003 se modificó en sus documentos el sexo y el nombre de la demandante, cuando el tribunal constató la realización de la operación en febrero de ese año.
En su sentencia, el Tribunal europeo señaló que no existieron razones de interés general para impedir durante más de dos años el cambio de nombre, y añadió que la rigidez del proceso judicial dejó a la demandante durante un período nada razonable en una situación de vulnerabilidad, humillación y ansiedad.
Así, el fallo concluyó manifestando que Italia no cumplió con su obligación positiva de garantizar el derecho de la interesada al respeto de su vida privada, que contempla el artículo 8 del Convenio Europeo de Derechos Humanos. Por lo anterior, se ordenó a Italia el pago de una indemnización de 2.500 euros en concepto de gastos, desestimando la petición de la demandante de 10.000 euros por daños morales al considerarse que el fallo condenatorio supone en sí una reparación suficiente.

lunes, 8 de octubre de 2018

Conoce tus derechos con ATA Sylvia Rivera



Servicio de Información y Asesoramiento en Identidad de Género!
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[ ] ¿Cómo cambiar tu tarjeta sanitaria? 🏥

[ ] ¿Cómo acceder a los tratamientos hormonales? 💉

[ ] ¿Cómo cambiar nombre y sexo en DNI? 📄

[ ] ¿Cómo pueden respetar tu identidad en centros educativos? 📚


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