El día que Joella Holliday descubrió que era una persona intersexual su vida cambio por completo, la depresión y ansiedad que durante años había experimentado terminaron cuando tuvo acceso a su carta genética; en ella los análisis de sangre mostraron que sus cromosomas eran XY, combinación vinculada culturalmente al género masculino, identidad en la que siempre se reconoció a pesar de haber sido criado y asignado mujer. Desde entonces no usa el nombre Joella, sino el de Joe.
Joe Holliday nació a finales de la década de 1980, los médicos que atendieron el parto de su madre le dijeron que no estaba claro si su hijo era hombre o mujer, pues su cuerpo presentaba características físicas poco comunes. Sus genitales no se desarrollaron mientras estuvo en gestación, por lo que en su abdomen había un agujero que desconcertó a los médicos y que clasificaron como extrofia cloacal.
La Intersexualidad es un término usado para referirse a las personas que poseen variaciones en sus características sexuales, tales como las combinaciones cromosómicas, los genitales, y los órganos reproductores, que no se adaptan a las a las nociones comunes de lo que debe ser un cuerpo masculino o femenino.
La palabra hermafrodita era usada para llamar a las personas intersexuales; no obstante, quedó en desuso porque su alusión era incorrecta y estigmatizaba a estas personas. Estas variaciones cromosómicas pueden expresarse al nacer, aparecer durante la adolescencia o definitivamente no ser perceptibles.
Cirugías de “normalización” a bebés intersexuales
La recomendación que los médicos les dieron a sus padres fue que lo más sencillo era que Joe fuera educado como una mujer, ya que la intervención quirúrgica era más fácil; además insinuaron que para un hombre sería más complicado vivir sin genitales masculinos.
“Estás criando a este niño bajo el sexo equivocado. Este niño necesita ser criado como mujer. Si sigues lo que sugiero, creo que sería prudente elegir una fecha para cambiar y darte la oportunidad de dejar ir a tu hijo y darle la bienvenida a tu hija”, le dijo dijo un médico a su madre.
Sus padres decidieron seguir la recomendación y eligieron su cumpleaños número 1 como la fecha indicada para traer al mundo a su hija. Ese día su madre lo recostó y durmió en su cama siendo Joe, pero al amanecer del día siguiente comenzó a ser criado como Joella.
A los 18 meses de nacimiento sus testículos le fueron extraídos a pesar de que se encontraban en perfecto estado, fue sometido a una cirugía de reasignación sexual y criado bajo normas de género decimonónicas que le impusieron la feminidad. Pronto, al seguir los consejos de los médicos, sus padres cambiaron el color azul y los coches por el color rosa y las muñecas.
De acuerdo con Amnistía Internacional (AI), las operaciones destinadas a modificar el sexo de los bebés intersexuales, conocidas como cirugías de normalización, atentan los derechos humanos de estos menores de, incluidos su derecho a la no invasión, a la vida privada y al acceso a servicios de salud de calidad.
Estas operaciones son irreversibles y, de acuerdo con una investigación de AI, tienen efectos negativos en la salud física y psicológica y en la vida personal de quienes son sometidos a ellas. La organización internacional señala que los estereotipos de género son la principal causa que lleva a los médicos y padres a acceder a estos procedimientos.
Cuerpos intersex; cuerpos correctos
Diez años después sus padres emprendieron una lucha para que la ley les permitiera cambiar el género y nombre de su hijo en sus documentos oficiales, Joella apareció en los medios de comunicación y su caso se volvió mediatico, finalmente su madre recibió el apoyo de muchas figuras públicas y la ley modificó el nombre y la identidad de género de su documentación oficial.
Pero al mismo tiempo que se desarrollaba este proceso Joella comenzó a padecer una fuerte depresión que la llevó incluso a querer suicidarse. En la escuela todo iba mal; debido a su operación tenía que acudir a la escuela con pañales y eso generó que sus compañeros de clase la molestaran, humillaran y violentaran.
Al crecer las cosas se complicaron, tenía que vivir bajo tratamiento hormonal y los problemas estomacales con los que vivía le impedían conseguir trabajo. Fue en ese momento cuando Joella decidió someterse a una prueba médica para conocer su combinación cromosómica. Las pruebas arrojaron XY y los médicos le dijeron que la asignación de género femenina había sido una “decisión correcta” debido a la extrofia cloacal; ella no lo sintió así.
“Durante años me sentí como si estuviera metido en un agujero negro sin saber por qué. Sentí y siento como si hubiera perdido una enorme parte de mi vida. Me pasé 15 años de mi vida deprimido y casi recluido en algún momento”, relató Joel, quien actualmente tiene 29 años de edad y vive en Reino Unido como un hombre.
Diferentes organizaciones a nivel internacional a favor de los derechos de las personas LGBT han luchado a lo largo de los años para frenar la modificación de las personas intersexuales justo después del nacimiento, para que dichas operaciones sean pospuestas, si es que desean realizarlas, cuando las personas intersexuales decidan bajo que género desean vivir.
“Hasta hace poco, el conocimiento médico decía que los niños nacidos sin un pene deberían ser criados como mujeres porque en muchos sentidos es más fácil. Pero el género es mucho más que una cuestión de ropa o acondicionamiento. Me criaron como niña en todos los sentidos, pero absolutamente siempre fui un niño”, señala Joe.