Mérida, 29 jul (EFE).- Si algo no han provocado los transexuales que esta noche han interpretado en el Festival de Mérida "Lisístrata" es desprecio, el veneno que Jerôme Savary quería combatir con esta "cabaretera" versión en la que Paco León ha arrasado con su interpretación de líder de las amazonas, tierno, divertido y "guapísima".
Un montículo de arena, una escalera y una puerta han sido los únicos elementos adicionales del escenario del Teatro Romano para la exhibición de un "tour de force" de género que ha querido poner en ridículo al macho cavernícola con la complicidad y el alborozo del público.
A los cuatro transexuales y los cuatro hombres, en palabras de León, que han protagonizado la obra se le suman otros ocho actores y 19 figurantes más los 16 componentes de la Banda de Música de Mérida, un lío que han sido capaces de administrar con soltura a pesar de la gran complicación.
La explicación de este montaje nace de la voluntad del director del Festival, Paco Suárez, de que esta 56 edición tuviera una "Lisístrata" interpretada sólo por hombres, tal y como se representaba hace 2.000 años, cuando la escribió Aristófanes.
Pero Savary quiso ir más allá e incorporar a actores transexuales porque creía llegado el momento de hablar de "un asunto" que provoca, según él, "tanto desprecio".
Esta noche, con las entradas agotadas, estos "hombres que un día descubrieron que eran mujeres o que simplemente decidieron que querían serlo", es decir la ya popular Carla Antonelli, y las debutantes Andrea Alvites, Dédée Cuevas y Aitzol Araneta, parecen haber logrado del público su reconocimiento y aplauso, sin prejuicios.
El montaje, que Savary firma a medias con Joaquín Oristrell, es una aproximación al cabaret, con propósito "almodovariano" y "divertente", con un punto surrealista en ocasiones.
El "extraordinariamente perspicaz" Paco León (Sevilla, 1974), en palabras de Savary, ha demostrado que es un hombre de comicidad increíble y de rara inteligencia, que sabe imitar muy bien a las mujeres.
El "Luisma" de "Aida" y la "Raquel Revuelta" de "Homo Zapping", "entubado" en un corpiño rojo de cuero y cola de gasa, encaramado en unas plataformas doradas y con un pecho -solo uno, que para eso es amazona- de un gran realismo, ha arengado a sus chicas con sentimiento para que no cedieran a los deseos de sus maridos e hicieran huelga de sexo.
Sin solemnizar pero sin frivolizar, León ha protagonizado una ejemplar escena tercera, en la que pone a Aristófanes a hablar de cosas tan actuales como la inmigración o la igualdad de las mujeres.
Si interpretando su papel, desempeñado con potencia de principio a fin y muy bien apoyado por Fernando Otero (Mirrina), Santi Senso (Cleonice) y Josep Ferré (Lampito), ha conseguido desternillar, y conmover cuando tocaba, al público, su momento de improvisación con una espectadora ha sido brillante.
Cuando Cinesias (Ángel Ruiz), desesperado porque su mujer no atiende a su requerimiento sexual "se tira" hacia el público y finge con una espectadora aliviarse como si fuera un perro, León sale corriendo detrás de él para disculparse.
"Ahora que estábamos haciendo una cosa tan fina... Si te ha manchado, Suárez te lo paga", le ha dicho a la espectadora para a continuación invitarle a que le tocara el pecho para comprobar lo bien hecha que está su prótesis.
"Está bien ¿verdad?. Pues ahora yo", le ha dicho mientras hacia ademán de corresponder el "tocamiento" en medio de las carcajadas del público.
A Savary, que anunciaba que había puesto especial empeño en huir de lo explícito sexualmente, no le han dolido prendas en hacer chistes a costa de las erecciones ingobernables de cuestionable "elegancia" aunque es cierto que, a diferencia de otros montajes, no ha habido sexo, ni desnudos integrales ni masturbaciones.
Oristrell y él han optado por cortar la obra -en cartel hasta el 8 de agosto- y eliminar el 60% de los textos del coro, "interminables, repetitivos y aburridos" y la han dejado en una hora y cuarenta minutos en los que la Banda Municipal de Mérida han interpretado desde zarzuelas a ópera, pasando por el "Fly me to the moon" de Sinatra.
© EFE 2010. Está expresamente prohibida la redistribución y la redifusión de todo o parte de los contenidos de los servicios de Efe, sin previo y expreso consentimiento de la Agencia EFE S.A.
Un montículo de arena, una escalera y una puerta han sido los únicos elementos adicionales del escenario del Teatro Romano para la exhibición de un "tour de force" de género que ha querido poner en ridículo al macho cavernícola con la complicidad y el alborozo del público.
A los cuatro transexuales y los cuatro hombres, en palabras de León, que han protagonizado la obra se le suman otros ocho actores y 19 figurantes más los 16 componentes de la Banda de Música de Mérida, un lío que han sido capaces de administrar con soltura a pesar de la gran complicación.
La explicación de este montaje nace de la voluntad del director del Festival, Paco Suárez, de que esta 56 edición tuviera una "Lisístrata" interpretada sólo por hombres, tal y como se representaba hace 2.000 años, cuando la escribió Aristófanes.
Pero Savary quiso ir más allá e incorporar a actores transexuales porque creía llegado el momento de hablar de "un asunto" que provoca, según él, "tanto desprecio".
Esta noche, con las entradas agotadas, estos "hombres que un día descubrieron que eran mujeres o que simplemente decidieron que querían serlo", es decir la ya popular Carla Antonelli, y las debutantes Andrea Alvites, Dédée Cuevas y Aitzol Araneta, parecen haber logrado del público su reconocimiento y aplauso, sin prejuicios.
El montaje, que Savary firma a medias con Joaquín Oristrell, es una aproximación al cabaret, con propósito "almodovariano" y "divertente", con un punto surrealista en ocasiones.
El "extraordinariamente perspicaz" Paco León (Sevilla, 1974), en palabras de Savary, ha demostrado que es un hombre de comicidad increíble y de rara inteligencia, que sabe imitar muy bien a las mujeres.
El "Luisma" de "Aida" y la "Raquel Revuelta" de "Homo Zapping", "entubado" en un corpiño rojo de cuero y cola de gasa, encaramado en unas plataformas doradas y con un pecho -solo uno, que para eso es amazona- de un gran realismo, ha arengado a sus chicas con sentimiento para que no cedieran a los deseos de sus maridos e hicieran huelga de sexo.
Sin solemnizar pero sin frivolizar, León ha protagonizado una ejemplar escena tercera, en la que pone a Aristófanes a hablar de cosas tan actuales como la inmigración o la igualdad de las mujeres.
Si interpretando su papel, desempeñado con potencia de principio a fin y muy bien apoyado por Fernando Otero (Mirrina), Santi Senso (Cleonice) y Josep Ferré (Lampito), ha conseguido desternillar, y conmover cuando tocaba, al público, su momento de improvisación con una espectadora ha sido brillante.
Cuando Cinesias (Ángel Ruiz), desesperado porque su mujer no atiende a su requerimiento sexual "se tira" hacia el público y finge con una espectadora aliviarse como si fuera un perro, León sale corriendo detrás de él para disculparse.
"Ahora que estábamos haciendo una cosa tan fina... Si te ha manchado, Suárez te lo paga", le ha dicho a la espectadora para a continuación invitarle a que le tocara el pecho para comprobar lo bien hecha que está su prótesis.
"Está bien ¿verdad?. Pues ahora yo", le ha dicho mientras hacia ademán de corresponder el "tocamiento" en medio de las carcajadas del público.
A Savary, que anunciaba que había puesto especial empeño en huir de lo explícito sexualmente, no le han dolido prendas en hacer chistes a costa de las erecciones ingobernables de cuestionable "elegancia" aunque es cierto que, a diferencia de otros montajes, no ha habido sexo, ni desnudos integrales ni masturbaciones.
Oristrell y él han optado por cortar la obra -en cartel hasta el 8 de agosto- y eliminar el 60% de los textos del coro, "interminables, repetitivos y aburridos" y la han dejado en una hora y cuarenta minutos en los que la Banda Municipal de Mérida han interpretado desde zarzuelas a ópera, pasando por el "Fly me to the moon" de Sinatra.
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