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lunes, 11 de marzo de 2013

Fallece una mujer transexual en Estambul, tras ser brutalmente agredida por la policía


Una mujer transexual ha fallecido este sábado en Estambul a consecuencia de la violencia sufrida a manos de la policía el pasado miércoles. La víctima residía en el barrio de Beyoğlu, donde al parecer las fuerzas de seguridad vienen acosando a las residentes transexuales.
La víctima ha muerto en un hospital de Bakirköy (Estambul) después de haber sido apaleada brutalmente por la policía, según Rozerin Seap Kip, abogado de la Asociación de Estudios sobre Políticas Sociales, Identidad de Género y Orientación Sexual. Diversos activistas LGTB locales denuncian las presiones, amenazas y violencia por parte de la policía que los residentes del barrio vendrían sufriendo, en particular las mujeres transexuales, al parecer con el objeto de forzar desalojos y permitir la remodelación urbanística de la zona. Sin ir más lejos este último viernes las fuerzas de seguridad arrestaron a 20 de estas mujeres en sus domicilios, acusándolas de proporcionar un espacio para la prostitución. Cabe precisar que la venta de servicios sexuales no es ilegal en Turquía, pero a las mujeres transexuales no se les permite trabajar en prostíbulos regulados, con lo que se ven abocadas a trabajar de forma clandestina.
En efecto, la situación de las mujeres transexuales en Turquía es especialmente difícil. Las personas transexuales pueden acceder desde 1988 al proceso de reasignación sexual y modificar su situación registral, pero la transfobia social es elevada. En muchos casos las mujeres transexuales son repudiadas por su familias y obligadas a ejercer la prostitución. A diario son detenidas bajo la acusación de alteración del orden público y llevadas a comisaría donde frecuentemente son víctimas de la violencia policial (ejemplo de ello es la agresión a un grupo de activistas transgénero del colectivo Pembe Hayat, que recogimos en 2010). Una encuesta hecha a 104 mujeres transexuales reveló que el 89% de ellas habían sido víctimas de violencia en dependencias policiales. Turquía ocupa el primer lugar entre los 47 países miembros del Consejo de Europa, y el séptimo lugar en el mundo, por el número de homicidios motivados por el odio transfóbico.
Una situación difícil para las personas LGTB
Y no solo las personas transexuales se enfrentan a un entorno hostil. Pese a haberse reforzado notablemente (son cada vez más, por ejemplo, las personas que toman parte en las celebraciones del Orgullo de Estambul), la comunidad LGTB turca vive un momento muy complejo desde el punto de vista político y social (el pasado verano dedicábamos una extensa entrada al tema, que sigue siendo perfectamente válida), y el país nos proporciona malas noticias con regularidad. En las últimas semanas nos hemos hecho eco por ejemplo del caso del joven activista LGTB turco secuestrado el pasado 23 de febrero por su padre -coronel del Ejército turco- y sus tíos, así como de la decisión del gobierno en Ankara de revertir las acogidas de niños turcos por parejas del mismo sexo en otros países.
Turquía ocupa uno de los últimos lugares en Europa en materia de derechos LGTB, como puso en evidencia el último informe anual publicado por ILGA Europe. Formalmente las relaciones homosexuales no han sido nunca delito en Turquía, pero persisten leyes que castigan el “escándalo público” y que pueden ser utilizadas en contra de las personas LGTB. Además, hace unos meses el gobierno turco rechazó incluir la orientación sexual y la identidad de género dentro de los artículos referidos a la igualdad en la nueva Constitución. Y el pasado noviembre el Tribunal Europeo de Derechos Humanos señaló la terrible situación de los presos LGTB en Turquía, al sentenciar que el país había violado los artículos de la Convención Europea sobre los Derechos Humanos contra la tortura y la discriminación. Ese mismo mes hablamos del nuevo código disciplinario del Ejército turco, que incluye expresamente la “intimidad antinatural” (refiriéndose e la homosexualidad) como una falta castigada con la expulsión.
La censura y la discriminación siguen siendo además una realidad: además de los terribles crímenes de honor -como el asesinato de R.A., un adolescente homosexual, a manos de su propio padre; el de Ramazan Çetin, una mujer transexual, a manos de su propio hermano, o el del estudiante gay Ahmet Yildiz, también a manos de su padre- en dosmanzanas nos hemos ocupado de casos como el del despido de un árbitro de fútbol que se declaró homosexual, de la censura de páginas web y de intentos de ilegalizar asociaciones LGTB. En un informe sobre Turquía presentado en abril, el Parlamento Europeo manifestó “su honda preocupación por la persecución constante de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales sobre la base de la ley de delitos menores y de las disposiciones relativas a la ‘conducta inmoral’”. En junio recogimos también la grave sentencia del Tribunal Supremo turco que afirmó que sexo anal y oral son “antinaturales” y los comparó a “la tortura, la violencia sadomasoquista, la zoofilia y la necrofilia”. Además, el Gobierno turco ha permitido a políticos de primera línea hacer declaraciones homófobas. Es el caso, por ejemplo, de la ministra de Mujer y Familia Aliye Kavaf, que en 2010 calificó a la homosexualidad de “trastorno que necesita ser tratado“.
Esta terrible situación contrastaría con la visión de los derechos LGTB entre la numerosa comunidad turca en Alemania, que esta última semana se ha manifestado a favor de la igualdad ante la ley entre las parejas del mismo y de distinto sexo.

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