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miércoles, 19 de marzo de 2014

Las políticas Feminazis...

En la guerra sin fin contra las trabajadoras sexuales, los abolicionistas están desesperados por asegurarse de que disponen de instrumentos legales para acosarnos. Están desesperados por tener los medios que les permitan terminar con lo que consideran una conducta sexual transgresora. Sea esta conducta transgresora que las mujeres tengan sexo con los hombres, o sea que las mujeres tengan sexo fuera del matrimonio, su propósito es controlar el acceso sexual a mi cuerpo.


Si yo ofrezco acceso sexual a mi cuerpo a cambio de aceptar instituciones patriarcales tales como el matrimonio, eso es aceptable para algunos. Para otros, es mi decisión de proclamar que tener sexo con hombres a cambio de dinero es subvertir el patriarcado lo que les resulta tan provocador y es la razón por la que someten a las trabajadoras sexuales a tanto oprobio.

Penalizar a los clientes creará enormes problemas a las trabajadoras sexuales en la medida en que nuestros cuerpos se convertirán en campo de investigación forense. La policía tendrá el derecho a vigilar mi cuerpo e invadir mi vagina en busca de pruebas, confiscarán condones usados e investigarán mi teléfono para ver quién me llamó.

De esta forma, para evitar tales perjuicios, los clientes querrán ocultar sus números cuando llamen, lo que todas las trabajadoras sexuales saben que es un auténtico peligro, o bien los clientes querrán contactar con nosotras a través de terceros de confianza, lo que nos hará depender de tales mediadores. Esto es una invitación a la explotación.

Los clientes querrán llevarse con ellos los condones usados para evitar que sean encontrados por la policía. Cómo se desharán después de estos condones irá desde la forma más cuidadosa a la más descuidada y displicente.

Finalmente, yo podré ser sometida a examen íntimo e interno por la policía para comprobar si ha tenido lugar un acto sexual.

Encuentro increíble que alguien pueda realmente defender que la penalización de los clientes hará la vida más segura a las trabajadoras sexuales; la penalización de los clientes es sencillamente un instrumento para ejercer control sobre quién puede tener acceso sexual a mi cuerpo, sin tener en cuenta mis deseos.