Hemos tenido el gusto de conversar en
Sevilla con Mar Cambrollé, activista infatigable en defensa de los derechos de
las personas transexuales. Forma parte del movimiento de liberación sexual
desde los años 70 y es una de las artífices de la Ley Integral de
Transexualidad aprobada en Andalucía. Mar Cambrollé, una mujer de verdad,
es el título de su biografía, recientemente publicada junto al periodista
Francisco Artacho en la Editorial la Calle.
Explícanos en qué consiste la Ley Integral sobre Transexualidad aprobada
recientemente, qué la diferencia de las leyes existentes en otros territorios?
Esta Ley es importante, porque viene
propuesta desde el propio colectivo trans y no impuesta desde las esferas políticas. Hemos tenido que
pelear mucho para que se nos reconociese como interlocutores válidos. Dentro
del propio colectivo LGTB, las personas trans hemos sido borradas de la
historia de las luchas, las conquistas y los logros. Es lo que llamamos el
borrado trans. Siempre hemos estado tuteladas por lo que yo llamo el gaypatriarcado.
El colectivo gay domina la lucha LGTB, así como los hombres dominan en todas
las esferas de la sociedad. De ahí, que nuestras necesidades específicas nunca
hayan sido una prioridad dentro del propio colectivo LGTB. Hemos de caminar de
la mano porque tenemos un enemigo común: el heteropatriarcado, pero es
importante que el colectivo trans hable en primera persona, sin tutelajes. Por
otro lado, también hemos tenido que enfrentarnos a la ignorancia y arrogancia
de los partidos políticos, a quienes sólo les interesa que la gente les vote, y
para quienes las personas trans, representamos una cantidad nimia de votos, en
comparación con el colectivo de gays y lesbianas.
Ha sido por tanto, una ley muy
peleada, y la única que a nivel mundial reconoce el derecho a la
autodeterminación del género y despatologiza la transexualidad de manera
efectiva. Argentina, en marzo de 2012, aprobó una ley de Identidad de Género,
que facilitaba el cambio de nombre en el registro civil, la nuestra, es una ley
integral porque habla de todos los
ámbitos donde podemos ser, y somos, objeto de discriminación: laboral,
educativo y sanitario. Ahora bien, habrá que desarrollar reglamentos para hacer
efectiva la ley antes de colgarnos las medallas. Necesitamos un reglamento
sanitario que realmente cumpla con el texto y que descentralice la atención,
porque la igualdad no es posible si me tratas de forma distinta al resto de las
personas no transexuales. La ley del País Vasco y Navarra reconoce que la
atención sanitaria tiene que ser a través de Unidades Especiales, en Andalucía,
diferimos. No necesitamos tratamientos específicos, ni unidades específicas.
Durante mucho tiempo, las personas trans hemos sido tuteladas por el estado y
por la propia medicina, integrando el discurso biomédico. Actualmente, sabemos que no existen
tratamientos específicos para personas transexuales: cualquier mujer no transexual que tiene el
síndrome premenopáusico, necesita los mismos estrógenos que necesito yo, y esa
mujer, no es derivada ni a una unidad especial, ni se le evalúa para descartar
patologías mentales.
Mandarnos a unidades específicas es segregarnos, y la segregación es
estigmatización, se rompe el principio de igualdad.
Profesionales de las UTIG
(Unidades de Transexualidad e Identidad de Género) del Estado Español, la
Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) y la Sociedad Española
de Psiquiatría (SEP) se oponían a la Ley. Qué opinión tienes al respecto?
Ellos
han tenido una gran potestad sobre nuestras vidas, tienen su chiringuito
montado, incluso algunos se autoproclaman expertos en transexualidad, aunque
llevan años sin renovar su ideario, basándose en teorías obsoletas. Las
personas transexuales, o cualquier colectivo objeto de estudio y mejora, debe
poder hablar en voz propia. Por el colectivo trans siempre han hablado
académicos, científicos, médicos etc.., pero no las propias personas transexuales.
¿Cómo hubieran reaccionado gays y lesbianas si para acceder a matrimonio entre
personas del mismo sexo tuvieran que presentar en el registro civil un informe
psicológico para demostrar que son gays de verdad y no nos están engañando?
¿Cómo reaccionarían las mujeres lesbianas que acceden a tratamientos de
reproducción asistida si tuvieran una unidad especial solamente para lesbianas?
La
igualdad no puede tener condiciones ni adjetivos, si no, no es igualdad.
En
muchos medios de comunicación se sigue diciendo que las personas transexuales
nacen encerradas en un cuerpo que no es el suyo.
Estos estereotipos han sido
integrados por el propio colectivo, porque al igual que le ocurre al resto de
la sociedad, somos permeables a aquello que se dice de nosotros. Hay
definiciones del tipo: personas que nacen en un cuerpo equivocado, una mujer
atrapada en un cuerpo de hombre, un hombre atrapado en un cuerpo de mujer, un
error de la naturaleza, personas con un trastorno de la identidad, personas con
una discordancia....Yo no discuerdo de nada, mi cuerpo no está equivocado, no
soy una mujer atrapada en un cuerpo de hombre, soy una mujer con un cuerpo
diferente al tuyo, y lo que lo hace diferente son unos cromosomas y una
genitalidad, pero soy una mujer. Somos mujeres y somos hombres, dentro de ese
abanico de la diversidad humana, donde ni todas las mujeres son iguales, ni
todos los hombres tampoco.
Hay mucha confusión entre identidad sexual e identidad de género. ¿Podrías
explicarnos cuál es la diferencia?
La identidad de género es la forma en la que me expreso como hombre o como
mujer, y eso es en base a unos roles construidos cultural y socialmente. Las
mujeres, no nos expresamos de la misma forma en Oriente y Occidente, ni lo
mismo ahora, que hace 50 años. Varía en función de la situación geográfica y
del momento histórico. La identidad sexual es la conciencia innata de sentirse
hombre o mujer. La naturaleza es dicotómica, se expresa a través de hombres y
mujeres, pero hombres y mujeres no binarios, sino diversos.
Vivimos en una sociedad excluyente
con fobia a la diversidad, con patrones binaristas de género, y binaristas de
cuerpo. Vivimos en una dictadura genital. Nacemos, nos miran la entrepierna y
si tenemos pene, somos niños y si tenemos vulva, niñas. Además, se espera de
nosotros que seamos heterosexuales. La genitalidad no determina ni la
orientación, ni la identidad sexual.
Cómo ves las alianzas entre los feminismos y el movimiento transexual?
Creo que el feminismo se ha enriquecido con el transfeminismo, ya que hemos
revolucionado el ideario de la identidad. Nosotras, no sólo somos objeto del
machismo y del heteropatriarcado, sino del cisexismo, lo cual significa
considerarse más auténtico y natural que una persona transexual, desde el privilegio
de no serlo. “Soy más mujer que tú, porque
no eres una mujer biológica”. Y entonces, qué soy? Una mujer biónica o
robótica?
A veces, se acaba viendo la
transexualidad como una postura transgresora con respecto a la identidad de
género, algo de lo que estoy en contra. La postura queer es muy importante, ya
que ha puesto en cuestión los valores binarios de género, pero desde mi punto
de vista tiene una limitación: no investigan a fondo la identidad sexual. Al
final, están negándonos nuestra identidad desde el otro extremo, porque sitúan
la transexualidad como una construcción y una ideología transgresora. La
transexualidad no es una ideología, ni una alternativa a nada, es un estado
natural, una expresión más de la diversidad. Lo que me hace a mí ser transgresora
no es la transexualidad, sino vivir en una sociedad estanca, donde la
transexualidad no es considerada una expresión más de la diversidad humana,
sino una enfermedad por los conservadores, y una ideología transgresora por los
más radicales. No es ni una cosa, ni la otra.
En el caso de los menores trans, el tema de los inhibidores ha suscitado
muchas suspicacias.
Nosotros, sin ser estudiosos, hemos visto, a
través del área de menores de nuestra asociación, que desde el momento que se les reconoce su
identidad, son niños que dejan los tics nerviosos, que dejan de tener problemas
de concentración, que mejoran las notas escolares, que son extrovertidos. Luego
viene la etapa prepuberal: un niño que ya está viviendo como niño desde los
siete años, si cuando llega a los 12 años ve que su cuerpo se desarrolla de
forma distinta a como ya está viviendo, le puede causar muchos problemas. Hay
un estudio de Philadelphia sobre menores tran, donde el 80% de los niños
piensan en el suicidio, y el 40% lo intenta. Los inhibidores de la pubertad no
son tratamientos hormonales y son reversibles, si se suspenden, a los seis
meses, se vuelve al estado de partida. No son peligrosos. Pero es que además,
ya se utilizan en niñas no transexuales cuando les viene la regla de forma
precoz. O sea, hay un trato discriminatorio en el acceso a los mismos
tratamientos que la ciudadanía, por el hecho de ser transexual. No hablamos de
la obligatoriedad de tomarlos, pero sí de tener acceso a los mismos en igualdad
de condiciones.
Los inhibidores, no sólo evitan problemas de suicidio, sino que además
evitan intervenciones agresivas posteriores.
Háblanos un poco del libro
El libro tiene dos partes. Una, de recuperación de la memoria del
Movimiento Homosexual de Acción Revolucionaria, del cual formé parte. Una
historia que ha sido catapultada porque, según mi hipótesis, en aquella época
no era algo asumido por los grandes partidos. He tenido que enfrentarme a una
izquierda ignorante y asustadiza con el movimiento de liberación sexual en los
70. Una época, donde ser activista no
era una cuestión de estar subvencionado, donde ser activista por los derechos
sexuales estaba pagado con la cárcel, donde no pegábamos carteles de papel,
sino hacíamos pintadas en las paredes, donde no pedíamos permiso, sino
ocupábamos las calles.
En una segunda parte, a través de mi
experiencia vital, hablo de la sexualidad, de la transexualidad, del discurso
médico, del borrado trans, de nuestra relación con el feminismo, hago una
crítica de los partidos políticos porque vacían de contenido reivindicativo al
colectivo LGTB y a todos los movimientos sociales. Han intentado
institucionalizarlo todo, y solo quieren tener una serie de plataformas
sociales que les aplaudan. Y en cuanto al colectivo LGTB, pues creo que el
matrimonio igualitario también ha supuesto una verdadera trampa. Es un derecho
que defiendo y he defendido, pero reproducir el esquema patriarcal y
mercantilista del matrimonio significa vaciarlo de contenido y hacerlo asumible
por un sistema capitalista, de mercado rosa, y patriarcal.
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