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lunes, 28 de julio de 2014

Las personas trans hemos sido borradas de la historia de las luchas, las conquistas y los logros del movimiento LGTB.

Hemos tenido el gusto de conversar en Sevilla con Mar Cambrollé, activista infatigable en defensa de los derechos de las personas transexuales. Forma parte del movimiento de liberación sexual desde los años 70 y es una de las artífices de la Ley Integral de Transexualidad aprobada en Andalucía. Mar Cambrollé, una mujer de verdad, es el título de su biografía, recientemente publicada junto al periodista Francisco Artacho en la Editorial la Calle.


Explícanos en qué consiste la Ley Integral sobre Transexualidad aprobada recientemente, qué la diferencia de las leyes existentes en otros territorios?

Esta Ley es importante, porque viene propuesta desde el propio colectivo trans y no impuesta  desde las esferas políticas. Hemos tenido que pelear mucho para que se nos reconociese como interlocutores válidos. Dentro del propio colectivo LGTB, las personas trans hemos sido borradas de la historia de las luchas, las conquistas y los logros. Es lo que llamamos el borrado trans. Siempre hemos estado tuteladas por lo que yo llamo el gaypatriarcado. El colectivo gay domina la lucha LGTB, así como los hombres dominan en todas las esferas de la sociedad. De ahí, que nuestras necesidades específicas nunca hayan sido una prioridad dentro del propio colectivo LGTB. Hemos de caminar de la mano porque tenemos un enemigo común: el heteropatriarcado, pero es importante que el colectivo trans hable en primera persona, sin tutelajes. Por otro lado, también hemos tenido que enfrentarnos a la ignorancia y arrogancia de los partidos políticos, a quienes sólo les interesa que la gente les vote, y para quienes las personas trans, representamos una cantidad nimia de votos, en comparación con el colectivo de gays y lesbianas.
Ha sido por tanto, una ley muy peleada, y la única que a nivel mundial reconoce el derecho a la autodeterminación del género y despatologiza la transexualidad de manera efectiva. Argentina, en marzo de 2012, aprobó una ley de Identidad de Género, que facilitaba el cambio de nombre en el registro civil, la nuestra, es una ley integral  porque habla de todos los ámbitos donde podemos ser, y somos, objeto de discriminación: laboral, educativo y sanitario. Ahora bien, habrá que desarrollar reglamentos para hacer efectiva la ley antes de colgarnos las medallas. Necesitamos un reglamento sanitario que realmente cumpla con el texto y que descentralice la atención, porque la igualdad no es posible si me tratas de forma distinta al resto de las personas no transexuales. La ley del País Vasco y Navarra reconoce que la atención sanitaria tiene que ser a través de Unidades Especiales, en Andalucía, diferimos. No necesitamos tratamientos específicos, ni unidades específicas. Durante mucho tiempo, las personas trans hemos sido tuteladas por el estado y por la propia medicina, integrando el discurso biomédico.   Actualmente, sabemos que no existen tratamientos específicos para personas transexuales:  cualquier mujer no transexual que tiene el síndrome premenopáusico, necesita los mismos estrógenos que necesito yo, y esa mujer, no es derivada ni a una unidad especial, ni se le evalúa para descartar patologías mentales.
Mandarnos a unidades específicas es segregarnos, y la segregación es estigmatización, se rompe el principio de igualdad.


Profesionales de las UTIG (Unidades de Transexualidad e Identidad de Género) del Estado Español, la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) y la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP) se oponían a la Ley. Qué opinión tienes al respecto?

     Ellos han tenido una gran potestad sobre nuestras vidas, tienen su chiringuito montado, incluso algunos se autoproclaman expertos en transexualidad, aunque llevan años sin renovar su ideario, basándose en teorías obsoletas. Las personas transexuales, o cualquier colectivo objeto de estudio y mejora, debe poder hablar en voz propia. Por el colectivo trans siempre han hablado académicos, científicos, médicos etc.., pero no las propias personas transexuales. ¿Cómo hubieran reaccionado gays y lesbianas si para acceder a matrimonio entre personas del mismo sexo tuvieran que presentar en el registro civil un informe psicológico para demostrar que son gays de verdad y no nos están engañando? ¿Cómo reaccionarían las mujeres lesbianas que acceden a tratamientos de reproducción asistida si tuvieran una unidad especial solamente para lesbianas?
     La igualdad no puede tener condiciones ni adjetivos, si no, no es igualdad.
    
     En muchos medios de comunicación se sigue diciendo que las personas transexuales nacen encerradas en un cuerpo que no es el suyo.
    
     Estos estereotipos han sido integrados por el propio colectivo, porque al igual que le ocurre al resto de la sociedad, somos permeables a aquello que se dice de nosotros. Hay definiciones del tipo: personas que nacen en un cuerpo equivocado, una mujer atrapada en un cuerpo de hombre, un hombre atrapado en un cuerpo de mujer, un error de la naturaleza, personas con un trastorno de la identidad, personas con una discordancia....Yo no discuerdo de nada, mi cuerpo no está equivocado, no soy una mujer atrapada en un cuerpo de hombre, soy una mujer con un cuerpo diferente al tuyo, y lo que lo hace diferente son unos cromosomas y una genitalidad, pero soy una mujer. Somos mujeres y somos hombres, dentro de ese abanico de la diversidad humana, donde ni todas las mujeres son iguales, ni todos los hombres tampoco.
    

Hay mucha confusión entre identidad sexual e identidad de género. ¿Podrías explicarnos cuál es la diferencia?

La identidad de género es la forma en la que me expreso como hombre o como mujer, y eso es en base a unos roles construidos cultural y socialmente. Las mujeres, no nos expresamos de la misma forma en Oriente y Occidente, ni lo mismo ahora, que hace 50 años. Varía en función de la situación geográfica y del momento histórico. La identidad sexual es la conciencia innata de sentirse hombre o mujer. La naturaleza es dicotómica, se expresa a través de hombres y mujeres, pero hombres y mujeres no binarios, sino diversos.
Vivimos en una sociedad excluyente con fobia a la diversidad, con patrones binaristas de género, y binaristas de cuerpo. Vivimos en una dictadura genital. Nacemos, nos miran la entrepierna y si tenemos pene, somos niños y si tenemos vulva, niñas. Además, se espera de nosotros que seamos heterosexuales. La genitalidad no determina ni la orientación, ni la identidad sexual.

Cómo ves las alianzas entre los feminismos y el movimiento transexual?

Creo que el feminismo se ha enriquecido con el transfeminismo, ya que hemos revolucionado el ideario de la identidad. Nosotras, no sólo somos objeto del machismo y del heteropatriarcado, sino del cisexismo, lo cual significa considerarse más auténtico y natural que una persona transexual, desde el privilegio de no serlo. “Soy más mujer que tú, porque  no eres una mujer biológica”. Y entonces, qué soy? Una mujer biónica o robótica?
A veces, se acaba viendo la transexualidad como una postura transgresora con respecto a la identidad de género, algo de lo que estoy en contra. La postura queer es muy importante, ya que ha puesto en cuestión los valores binarios de género, pero desde mi punto de vista tiene una limitación: no investigan a fondo la identidad sexual. Al final, están negándonos nuestra identidad desde el otro extremo, porque sitúan la transexualidad como una construcción y una ideología transgresora. La transexualidad no es una ideología, ni una alternativa a nada, es un estado natural, una expresión más de la diversidad. Lo que me hace a mí ser transgresora no es la transexualidad, sino vivir en una sociedad estanca, donde la transexualidad no es considerada una expresión más de la diversidad humana, sino una enfermedad por los conservadores, y una ideología transgresora por los más radicales. No es ni una cosa, ni la otra. 


En el caso de los menores trans, el tema de los inhibidores ha suscitado muchas suspicacias.

 Nosotros, sin ser estudiosos, hemos visto, a través del área de menores de nuestra asociación,  que desde el momento que se les reconoce su identidad, son niños que dejan los tics nerviosos, que dejan de tener problemas de concentración, que mejoran las notas escolares, que son extrovertidos. Luego viene la etapa prepuberal: un niño que ya está viviendo como niño desde los siete años, si cuando llega a los 12 años ve que su cuerpo se desarrolla de forma distinta a como ya está viviendo, le puede causar muchos problemas. Hay un estudio de Philadelphia sobre menores tran, donde el 80% de los niños piensan en el suicidio, y el 40% lo intenta. Los inhibidores de la pubertad no son tratamientos hormonales y son reversibles, si se suspenden, a los seis meses, se vuelve al estado de partida. No son peligrosos. Pero es que además, ya se utilizan en niñas no transexuales cuando les viene la regla de forma precoz. O sea, hay un trato discriminatorio en el acceso a los mismos tratamientos que la ciudadanía, por el hecho de ser transexual. No hablamos de la obligatoriedad de tomarlos, pero sí de tener acceso a los mismos en igualdad de condiciones.
Los inhibidores, no sólo evitan problemas de suicidio, sino que además evitan intervenciones agresivas posteriores.


Háblanos un poco del libro

El libro tiene dos partes. Una, de recuperación de la memoria del Movimiento Homosexual de Acción Revolucionaria, del cual formé parte. Una historia que ha sido catapultada porque, según mi hipótesis, en aquella época no era algo asumido por los grandes partidos. He tenido que enfrentarme a una izquierda ignorante y asustadiza con el movimiento de liberación sexual en los 70.  Una época, donde ser activista no era una cuestión de estar subvencionado, donde ser activista por los derechos sexuales estaba pagado con la cárcel, donde no pegábamos carteles de papel, sino hacíamos pintadas en las paredes, donde no pedíamos permiso, sino ocupábamos las calles.

En una segunda parte, a través de mi experiencia vital, hablo de la sexualidad, de la transexualidad, del discurso médico, del borrado trans, de nuestra relación con el feminismo, hago una crítica de los partidos políticos porque vacían de contenido reivindicativo al colectivo LGTB y a todos los movimientos sociales. Han intentado institucionalizarlo todo, y solo quieren tener una serie de plataformas sociales que les aplaudan. Y en cuanto al colectivo LGTB, pues creo que el matrimonio igualitario también ha supuesto una verdadera trampa. Es un derecho que defiendo y he defendido, pero reproducir el esquema patriarcal y mercantilista del matrimonio significa vaciarlo de contenido y hacerlo asumible por un sistema capitalista, de mercado rosa, y patriarcal.

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