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miércoles, 19 de agosto de 2009

Puerto de la Cruz iza la bandera del arco iris en I Semana Lesbianas y Gays


Santa Cruz de Tenerife, 18 ago (EFE).- La ciudad turística de Puerto de la Cruz (Tenerife) ha izado en la Plaza de Europa la bandera del arco iris, que identifica al movimiento gay, con motivo de la celebración de la I Semana de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales "Tentación Puerto de la Cruz 09".
Este evento ha sido organizado por el Ayuntamiento con la colaboración de comercios, hoteles, gimnasios y el colectivo Algarabía Tenerife, informó el consistorio en un comunicado.
Al acto de izada de la bandera gay, que se celebró ayer y estuvo precedido de un desfile de batucadas, asistieron el alcalde accidental, Jonay Rodríguez, la actriz y madrina de Tentación 09, Carla Antonelli, y Luis Enrique García, representante del colectivo Algarabía Tenerife, entre otros.
Jonay Rodríguez leyó un manifiesto de apoyo al colectivo de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales, en el que destacó que Puerto de la Cruz "es una ciudad cosmopolita, moderna y abierta a todas las tendencias sexuales, religiosas y políticas".
El edil expresó su apoyo "a aquellos que siguen siendo perseguidos, discriminados e incluso asesinados simplemente por tener otra forma de amar y concebir la vida".
"Ojalá no tuviéramos que reivindicar semanas como ésta, pero desgraciadamente todavía hay personas que no saben respetar a los demás, que no saben que independientemente de los gustos sexuales de cada persona está la libertad", agregó.
"Tentación 09-Puerto de la Cruz" incluye exhibiciones deportivas, teatro y cine, las primeras fiestas de Blanco y Rosa, una manifestación con carrozas, batucadas y zancudos.
El lema es "año de la diversidad afectivo-sexual en la educación".
La Gala de la Reina de la Belleza tendrá lugar el viernes en la plaza de Europa, con la participación de veinte de candidatas provenientes de diferentes puntos de Canarias. EFE

En Memoria de Lateisha Green



Ayer día dieciocho de agosto se hizo justicia por el asesinato en el año dos mil ocho de la mujer afroamericana Lateisha Green.
El catorce de noviembre de dos mil ocho, Lateisha Green, de veintidós años de edad fue asesinada por Dwight DeLee, también afroamericano de veinte años de edad, es la primera condena en Estados Unidos por un crimen de odio hacia una persona, en este caso una mujer transexual.
“Hoy se ha hecho justicia para Lateisha Green y para su familia” manifestó ayer el abogado Michael Silverman, quien ha trabajado durante el juicio con la familia de la víctima y dirige Transgender Legal Defense & Education Fund (TLDEF), una organización que lucha contra la discriminación de personas transexuales en Estados Unidos.
Es indignante que después de cuarenta años de las revueltas de Stonewall, razón por la que se conmemora en todo el mundo el día del Orgullo TLGB (Transexuales, Lesbianas, Gays y Bisexuales), y que comenzaron dichas revueltas en el bar Stonewall frecuentado por mujeres transexuales y a pesar de la historia, la comunidad gay y lésbica jamás ha querido reconocer que las revueltas las comenzaron un puñado de transexuales el 28 de junio de mil novecientos sesenta y nueve –por esta razón, por ese homopatriarcado, se le sigue denominando de forma errónea Orgullo Gay-, en los Estados Unidos, cuarenta años después se haga justicia a un asesinato por odio hacia una mujer transexual.
Los crímenes por odio, está comenzando a resurgir con mucha fuerza en este país, pero desgraciadamente, tenemos un Gobierno que no crea una ley que nos ampare de estos criminales a las personas transexuales y mientras no existan leyes, toda persona que se crea superior o con mayores derechos que las personas transexuales, seguirán intentando anularnos o asesinarnos, esto no significa, que ya no haya habido agresiones y asesinatos, porque, ya los ha habido, y las agresiones existen y los agresores y asesinos quedan impunes.
El asesino Dwight DeLee le ha sido impuesta la máxima pena de veinticinco años de prisión, pero desgraciadamente Lateisha Green ya no podrá jamás, reír, bailar, amar, en definitiva vivir… tampoco nadie, a su lado, podrá compartirlo con ella.

Transexualidad, derechos humanos y medios de comunicación



Esta semana se ha hecho público el caso de una adolescente transexual que ha pedido permiso para una reasignación quirúrgica de sexo. Se trata de una persona que fue asignada como varón al nacer, que es en realidad una mujer y que ya ha comenzado el tratamiento necesario para cambiar de sexo. Ahora, apoyada por sus padres quiere someterse a cirugía. Como tiene 16 años, que pueda o no someterse a esa cirugía, depende del juez al parecer. Las leyes están hechas un lío, la verdad. Resulta que la ley 41/2002 reguladora de la autonomía del paciente concede a este a partir de los 16 la mayoría de edad legal para someterse a tratamientos o para renunciar a ellos. A pesar de esa ley, el PP puso el grito en el cielo porque las chicas puedan decidir abortar a esa edad sin permiso de los padres y ahora, cuando esta chica transexual tiene todo el permiso y apoyo de sus padres, además del de los especialistas que la tratan, resulta que es un juez el que debe decidir si puede operarse o no.


En todo caso, ¡qué difícil está resultando globalmente ganar esta batalla por la autonomía personal! Pero... ¿no era la libertad individual sagrada para el liberalismo? Pues no, obviamente no. A ver si nos enteramos que cuando ellos dicen libertad se refieren a libertad para comprar y vender; al parecer nunca quisieron decir que uno/a pudiera gobernarse a sí mismo/a, menudo libertinaje. No creo que ya nadie se engañe: es el mercado el que es libre, no las personas. Conseguir la autonomía básica para decidir cómo gobernamos nuestros cuerpos y nuestras vidas: a quién amamos, cómo sentimos el deseo, de qué sexo somos, cómo queremos morir o en qué momento, cómo queremos ser tratados en la enfermedad, si queremos o no ser madres... eso está costando mucho. Ampliar al límite las fronteras de la autonomía personal fue sin duda una de las grandes batallas del pasado siglo y lo será de este siglo que comienza. Respecto al caso de la chica transexual hemos vivido una semana dolorosa en la que hemos podido comprobar cómo los medios de comunicación que pretendían informar ni siquiera eran capaces de hacer el pequeño esfuerzo de informarse ellos mismos acerca del tratamiento correcto de la noticia. Hubiera bastado una llamada a una asociación de personas transexuales. Han dado una imagen penosa de su profesionalidad y de cómo ésta puede quedar empañada por los prejuicios y el desconocimiento. A la chica trans lo mismo la nombraban en masculino, que en femenino o en ambas cosas en un mismo párrafo. Y por otra parte la única persona que he visto aparecer en la televisión ha sido un médico que comparaba la transexualidad con la leucemia, con lo que demostraba que, quizá algo de cirugía, pero de transexualidad no sabe nada. Hay muchos profesionales médicos en España que llevan años tratando a personas transexuales y que jamás hubieran hecho unas declaraciones tan penosas y ofensivas. La transexualidad no es una enfermedad. Aún se encuentra, efectivamente, incluida en la lista de enfermedades que recoge la OMS pero ya hay muchas voces y un importante movimiento, también de profesionales de la medicina, a favor de que salga de esa lista y saldrá, naturalmente; como salió la homosexualidad y otras supuestas enfermedades que no eran más que realidades socialmente penalizadas. La identidad de género es un derecho, lo mismo que la orientación sexual. El derecho a la identidad de género hace referencia al derecho básico de todo ser humano a decidir si se siente hombre o mujer, independientemente de cómo se le haya catalogado al nacer. A veces puede requerir tratamiento quirúrgico, (a veces no), como puede requerir tratamiento médico un embarazo. La transexualidad es una condición de la persona, una muestra de la diversidad humana que ha existido desde siempre; y la misma condición transexual en sí misma es variada, múltiple y compleja. Demasiado, al parecer, para los medios de comunicación que esta semana se han cubierto de gloria.

Beatriz Gimeno es escritora y ex presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales

Nueva York: 25 años de cárcel por asesinar a una mujer transexual



Es la primera condena por el asesinato de una persona transgénero que se dicta bajo las leyes de crímenes de odio en el estado. Para los familiares, “se ha hecho justicia”.


La justicia neoyorquina ha condenado a 25 años de prisión al asesino de una mujer transexual en la ciudad de Syracuse, en lo que constituye la primera condena estatal tipificada bajo la ley de crímenes de odio en la que la víctima es una persona transgénero.Lateisha Green, de 22 años, recibió un disparo por parte de Dwight DeLee (20) en noviembre de 2008. El juez ha dictaminado la máxima pena para este tipo de delitos según las leyes neoyorquinas. La familia y los abogados de la víctima han recibido el fallo con beneplácito. "Hoy se ha hecho justicia para Lateisha Green y para su familia" manifestó el abogado Michael Silverman, quien ha trabajado durante el juicio con la familia de la víctima y dirige Transgender Legal Defense & Education Fund (TLDEF), una organización que lucha contra la discriminación de personas transgénero.Según reporta EFE, Silverman agregó que nada puede compensar la pérdida sufrida por la familia de Lateisha, pero que la sentencia supone en cierta medida el cierre de un doloroso capítulo para ellos.Sostuvo que, además, esta condena "envía un mensaje claro de que la violencia dirigida contra personas transgénero será penalizada con dureza".La Fiscalía alegó durante el juicio que DeLee eligió a Green como objetivo por su orientación sexual y que, poco antes de disparar, profirió junto con otros individuos expresiones ofensivas contra los homosexuales.

La iglesia católica chilena compara a colectivos LGTB con depravados y pederastas



Aunque llama a la no discriminación, la Iglesia recomienda revertir la homosexualidad por ser un pecado y una desviación, al igual que el sadismo, la lujuria y la bestialidad. El Movilh y su Brigada Escolar de la Diversidad Sexual repudiaron el texto y lo calificaron de peligroso para la dignidad humana.


El Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) y su Brigada Escolar de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales han expresado su completo repudio por al texto “Homosexualidad Juvenil: Orientaciones Educativo Pastorales”, lanzando por la Iglesia Católica, El texto elaborado por el Equipo Interdisciplinario de la Juventud Juvenil Salesiana cuenta con el apoyo expreso del Arzobispo de la Santísima Concepción, Ricardo Ezzati, del obispo de Arica, Héctor Vargas, y del obispo de Punta Arenas, Tomás González, y surgió luego de que el Movilh lanzara manual “Educando en la Diversidad Orientación Sexual e Identidad de Género en las Aulas” que se está distribuyendo gratuitamente en colegios de todo Chile. El documento, que hace extensiva referencia a los logros alcanzados por el Movilh en el sistema educacional, tiene un costo de tres mil pesos y está dirigido a los colegios, a los jóvenes, a las familias y los miembros de la Iglesia. En el libro se llama a tratar con respeto y no discriminación a quienes se definen como lesbianas, gays, bisexuales o transexuales (LGBT), sin embargo, al mismo tiempo sostiene que tal orientación sexual es “un desequilibrio y desviación de la sexualidad”, al igual que “la masturbación, la pornografía, la lujuria, el sadismo, el masoquismo, el travestismo y la bestialidad”, por que lo que entrega variadas recomendaciones para revertir el amor y el deseo hacia personas del mismo sexo. “Esta es una contradicción brutal y de grave peligro para las personas”, sostiene el Movilh, al recordar que en el mismo libro de la Iglesia se indica que para la Asociación Americana de Psiquiatría (APA), la cual considera todo intento por revertir la homosexualidad como un atropello a la dignidad humana, y para la Organización Mundial de la Salud (OMS) la homosexualidad no es una enfermedad. “Quizás el único avance visto aquí, es que la Iglesia separa sus concepciones de las de las ciencias, lo cual es de especial relevancia para un Estado laico, cuyos leyes deben ser iguales en derecho para todos y todas”, añadió la activista del Movilh, Sofía Velásquez. “En un Estado laico, la educación debe velar por transmitir la verdad, y el texto de la Iglesia Católica falla en ello al considerar a la homosexualidad como una desviación y una bestialidad, lo que da paso al bullying, la incomprensión y la discriminación brutal de jóvenes inocentes, como ocurrió recientemente con un escolar transexual (F.T) que fue golpeado por sus compañeros sólo por ser diferente”. “Nos da mucha pena y tristeza que la Iglesia diga que somos desviados y bestiales. Eso atenta contra nuestros derechos y afecta a nuestras familias”, puntualizó, por su lado, la vocera de la Brigada Escolar del Movilh, Katherine Quiroz. El libro fue lanzado a días de que el sacerdote y director de la Escuela de Psicología de la Universidad del Bío Bío, José Luis Ysern sostuviera que el manual educativo del Movilh “es cristiano porque es cristiano todo aquello que camina a la verdad. Este libro me invita a respetar a las minorías sexuales y me invita a algo tan importante como es respetar los derechos humanos, que son garantías de la dignidad humana". De acuerdo a los Informes Anuales de Derechos Humanos publicados por Movilh, entre el 2002 y el 2008 se han registrado en Chile 389 denuncias de discriminación contra lesbianas, gays, bisexuales y transexuales. 21 de esos casos han afectado a unos 100 estudiantes o docentes en razón de la orientación sexual o la identidad de género.

martes, 18 de agosto de 2009

ERA NIÑO, YA ES MUJER


Natalia nació como Marcos y es la primera menor que ha logrado operarse para cambiar de sexo. La argentina necesitó un fallo judicial, como ahora el español Toni, de 16 años, cuyo caso ha trascendido esta semana. «Tiene la cabeza bien amueblada, sabe lo que hace», dice de él su cirujano. Proliferan las clínicas para cambiar de género desde los 7 años


Una joven mujer de finos rasgos ocupa el sillón de los invitados en el estudio de Canal 26 TV. Su cabello sedoso desciende en cascada sobre sus hombros. Natalia bebe un sorbo de agua y cuenta su historia cómo si fuese la de otra persona. «Conservo la memoria de un varoncito atormentado que se miraba al espejo sin reconocerse. Ese varoncito se ha convertido en una chica vanidosa que quiere ser actriz», comenta con un rubor en las mejillas. El periodista le pregunta si su experiencia puede servir de inspiración a quienes padecen lo que ella padeció. «Ojalá sirva, aunque no me siento abanderada de ninguna causa ni pretendo ser el ideal de nadie. En todo caso, los héroes de la película son mis padres y hermanos. Y también un chiquilín llamado Marcos», dice refiriéndose al nombre con que fue bautizada al nacer, hace 19 años. En septiembre del 2007, después de tres años de lidiar con la justicia, Natalia, que entonces tenía 17 años, consiguió la aprobación de un juez de la provincia de Córdoba (Argentina) para someterse a una operación de cambio de sexo, consistente en la remoción del pene y la implantación de una neovagina, sexual y fisiológicamente funcional. El juez Rodolfo Mario Álvarez sentó un precedente inédito en Latinoamérica, basándose en un artículo del Código Civil argentino que reconoce la capacidad psicológica de un menor para decidir sobre su cuerpo, así como en el artículo 12 de la Convención de los Derechos del Niño.
Aquel menor argentino, que en la intimidad gustaba vestirse con la ropa de mamá y sentía pudor de mostrar su torso en el verano, ha conseguido ya lo que otro chico español [así figura aún en su DNI aunque él ya se siente chica], también menor de edad, ansía: cambiar de sexo para ser mujer. Sería la primera vez en España que una persona cambie de género antes de cumplir la mayoría de edad. El catalán, al que llamaremos Toni (nombre supuesto), tiene 16 años y, con la complicidad y consentimiento expreso de sus padres, ha pedido a un juez de Barcelona [Juzgado de Primera Instancia número 15] que le deje operarse.
El camino, aunque largo y espinoso, ya lo ha empezado a andar. Lleva más de año y medio tratándose con hormonas y visitando al psiquiatra. Los médicos le apoyan. Pero aún así no basta. La nueva ley de Identidad de Género, de 2007, no contempla tal posibilidad. Y como menor que es, aunque tenga el sí de sus progenitores, Toni necesita una sentencia judicial favorable para ver cumplido su sueño. Pondría fin, así, a una vida de sinsabores cruzada por el intento de suicidio. «Hace dos años sus padres acudieron a nosotros pidiendo ayuda para su hijo. Estaban desesperados. Tenía 14 años y ya no aguantaba más en el colegio», recuerda Gina Serra, del Colectivo Transexual de Barcelona.
«Sus compañeros, al notar que el muchacho iba cambiando de aspecto debido a las hormonas con las que se estaba tratando, se burlaban cruelmente de él, le llamaban de todo. No le quedó más remedio que irse a otro centro y buscar el anonimato, como ahora».
Ni Toni ni sus padres alcanzan todavía a visualizar el final de la pesadilla. El día que, por fin, vaya camino del quirófano. La polémica está servida. La demanda de operaciones de cambio de sexo en menores, pese a la falta de cifras, es una realidad más común de lo que se piensa. Dentro y fuera de España. Desde mayo del año pasado, el Hospital Infantil de Boston (EEUU) ofrece tratamientos para niños a partir de los siete años. La pregunta que muchos padres se hacen al enfrentarse por primera vez al problema es si su hijo, por jugar con una muñeca, o una niña con un camión, van a ser de por sí transexual. El pediatra Norman Spack, principal mentor de la iniciativa estadounidense, es claro: «En el caso de los niños que tienen clara su identidad sexual pero que nacieron en un cuerpo equivocado, lo mejor es proceder al cambio de sexo para evitar autolesiones e incluso el suicidio». Es más, en unas declaraciones a The Boston Globe, el controvertido médico avivaba aún más el debate: «Cuando los pequeños transexuales llegan a mí, están muy deprimidos. Lo primero es retrasarles la pubertad con medicamentos. Esto es reversible, por si más adelante el niño cambia de opinión».
A este lado del Atlántico, en Holanda, los casos se multiplican. Niños y niñas que padecen disforia de género superan un estricto proceso de selección en el VU Medisch Centrum, de la Universidad Libre de Amsterdam, un centro creado en 1998, donde actualmente un centenar de adolescentes holandeses, mayores de 12 años, son tratados químicamente, el paso previo a su cambio de sexo. Uno de ellos, Colin, odia su pene y un verano decidió cambiarse el nombre y llamarse Jasmijn. Se viste de niña desde que tenía cinco años, pero si va a la piscina le dicen que es un niño con la ropa equivocada.
Sus padres se han peleado con familiares, amigos y vecinos que les recriminan por permitir a su hijo hacer el ridículo y salir de casa con un vestido. «No es ningún travestí ni un monstruo, sólo quiere ser lo que en realidad es», defiende su madre. O como Valentin, que tenía apenas cuatro añitos cuando, tras una fiesta de aniversario, le dijo a su madre que quería «cortarse el pajarito». Y a medida que iba creciendo lo tenía cada vez más claro: de jugar con Barbies e identificarse con Blancanieves o la Bella Durmiente pasó, al cumplir 10 años, a apuntarse a clases de ballet. A los 13 ya tenía el aspecto de cualquier adolescente de su edad, larga melena rubia, y en su primer día en el instituto de secundaria se presentó así a sus compañeros: «Soy Valentin, pensaréis que soy una chica pero no, todavía no lo soy, aunque algún día lo seré, ¡seguro! No intentéis convencerme de lo contrario, yo soy así».
«SOY UNA CHICA»
La desesperación llega a ser tal que a veces los pequeños transexuales optan en silencio por la vía más radical. «Creía que nadie me entendía». A los 13 años, a Marcos (Natalia) le estalló la bomba que llevaba dentro. Y al igual que el catalán Toni, cruzó una peligrosa frontera. Quiso matarse con pastillas. «Soy una chica y quiero el cuerpo que me corresponde», repetía Marcos antes de transformarse en Natalia -así quiso llamarse- el día que le confesó a sus padres sus intenciones. Vestirse con la ropa de la madre no era un juego banal. Más bien era el grito de identidad -«me daba fobia todo lo masculino»- de una persona atrapada en un cuerpo que no le correspondía. Tiene grabado en la memoria el que considera el momento más feliz de su vida. «Fue cuando me llevaban en camilla a la mesa de operaciones. Estaba tan contenta que no me preocupaba la muerte. Pensaba: si tengo que morir, al menos será como una persona digna. Como una mujer digna. Además, había pasado por tantas pruebas que aquello era pan comido», dice Natalia.
La distancia entre su casa de entonces y el hospital Gutiérrez de La Plata, situado a 60 kilómetros al sur de Buenos Aires, se recorre en menos de 10 minutos. Pero cuan largo y con cuantos escollos le debió parecer a esa mariposa cuando aún estaba dentro de su crisálida.
Una tarde cualquiera del año 1994, Alicia (nombre supuesto de la madre) entreabre la puerta de la habitación y observa con tristeza, como el pequeño Marcos juega a vestir muñecas. El disfraz de vaquero que le regalaron para su cuarto onomástico, está empaquetado. La madre le dice que sus amiguitos le esperan en el porche. El niño hace un mohín. No le agrada la compañía de los chicos. Son muy rudos y le dicen cosas hirientes. «Al principio, Alicia y yo sentimos rechazos. Pero poco a poco nos fuimos haciendo a la idea de que nuestro hijo era un ser especial. A los tres años empezamos a notar claramente que su cuerpo y su psique estaban en conflicto», contó Javier (seudónimo), el padre, al diario Página 12, cuando Marcos-Natalia aún deambulaba por el limbo de su difusa identidad.
El matrimonio -un médico y una maestra de secundaria- y sus tres hijos residían entonces en Villa Dolores, una ciudad turística y rural de la provincia de Córdoba. Uno de esos pueblos donde la vida social transcurre, apaciblemente, a las puertas de la iglesia. Consciente de lo que el entorno esperaba de «él», Natalia se esforzó en los primeros años por interpretar en público, el papel de Marcos.
TERAPIA PSICOLÓGICA
A los 13 años no aguantó más y se atrevió a reclamar el derecho a ser ella misma. «Soy una chica metida en el cuerpo de un chico. No un gay, como andan diciendo por ahí. A mí me gustan los hombres, con todas sus letras», les dijo a sus padres. La psicóloga que la atendía desde los siete años estaba plenamente de acuerdo con su paciente. «El sexo genético se configura a partir del ADN, pero la identidad sexual no siempre es el producto de los procesos bioquímicos. El transexualismo es un cuadro con identidad propia dentro de los manuales de Medicina. Una condición que no se elige ni depende de la voluntad del sujeto», precisó la psicóloga Andrea Gómez.
Las cartas estaban sobre la mesa y la familia, presta a dar batalla en todos los frentes. En primer término, en la escuela secundaria donde los padres llegaron a un acuerdo con la administración para que a los efectos burocráticos, la alumna figurase como Marcos. Pero al aula acudiría con el uniforme femenino y las uñas pintadas como el resto de las adolescentes. En las clases de gimnasia saltaba a la cuerda con las otras chicas y usaba el baño de damas. «Aprendí a desarrollar un oído selectivo. A no escuchar lo que decían a mis espaldas. Pero la memoria tiene sus trucos y de noche muchas veces lloraba», cuenta Natalia.
En 2004, el matrimonio presentó un escrito ante el juez del fuero civil de Villa Dolores, Roberto Álvarez, solicitando autorización para que Natalia comenzara un tratamiento hormonal, como etapa previa a la operación de cambio de sexo. El juez rechazó la petición, argumentando que la patria potestad no era suficiente para avalar un cambio tan drástico. Por tanto, habría que esperar a que Natalia alcanzara la mayoría de edad. «No creo que el juez Álvarez actuara de mala fe o por prejuicios. Era la primera vez que se atendía un caso en que los padres y no el propio interesado elevaba una solicitud de ese orden», explicó Héctor Riachiazzi, el abogado de la familia. En aras de la repercusión que tuvo el caso en la prensa, el Tribunal Supremo de Córdoba ordenó, en 2006, reabrir el caso. Las nuevas pericias psicológicas que llegaron a manos de los jueces recomendaron la cirugía y el cambio legal de identidad. Natalia y sus familiares pudieron ver la luz al final del túnel.
La batalla que ahora libran Toni y su familia en Barcelona es un calco de la ganada por la argentina. Ya sólo le falta la última palabra de la ley [la decisión, aunque el caso saltó esta semana, lleva nueve meses parada en los tribunales, según ha podido saber Crónica]. Pero el diagnóstico de médicos y psicólogos cuenta a favor de Toni. «Tiene la cabeza bien amueblada, sabe perfectamente lo que está haciendo». Habla Iván Mañero, el cirujano plástico reconstructivo que le ha tratado en los últimos tres años. «Hace 10, estos adolescentes no sabían qué hacer y pensaban que eran raros. Hoy saben que el problema tiene solución, y la quieren», añade el jefe de la Unidad de Trastornos de Género del Hospital Clínico de Barcelona, donde ya se han realizado 25 operaciones de cambio de sexo, todas ellas a mayores de edad, desde diciembre de 2008, cuando el centro sanitario público lanzó la oferta del tratamiento.
En casos similares al de Toni, el experto recomienda a las familias que, por ejemplo, cambien el estilismo de su hijo, que estos vistan y se peinen de manera acorde a cómo se sienten, y que cambien también de colegio, como aquel que comienza realmente una nueva vida. Pero, ¿cómo se sabe si en realidad un niño tiene este problema? «Observando su comportamiento», dice Mañero, rotundo. «A los tres o cuatro años de edad ya se puede detectar una no correspondencia entre el cuerpo y la mente del chico o de la chica». Gina Serra, del Colectivo Transexual de Barcelona está de acuerdo: «Un menor puede saber lo que quiere hasta con ocho años».
ABANDONOS
No hay, sin embargo, una voz común. La doctora Peggy Cohen-Kettenis, del VU Medisch Centrum holandés, explica que durante el proceso «casi las tres cuartas partes de los adolescentes se vuelven homosexuales y abandonan el programa», así que el tratamiento completo, la operación quirúrgica a los 18 años, «sólo es para los chicos muy femeninos o las chicas muy masculinas que siguen necesitando el cambio de sexo». «Con 16 años se es demasiado joven para tomar la decisión de operarse, incluso a los 18 me parece pronto, no se está preparado, es para toda la vida», señala a este suplemento la periodista holandesa Ellen de Vischer. Ella y la fotógrafa Sarah Wong han seguido los casos de los niños que están cambiando de sexo en Amsterdam y este otoño publicarán el libro Inside Out (con 70 imágenes).
«Es preferible darles tiempo hasta que estén absolutamente seguros, y preguntarles durante años si es realmente lo que quieren. Por eso ningún joven holandés se ha arrepentido nunca de haber cambiado de sexo», dice De Vischer, que no ve ninguna razón por la cual el transexual español no pueda esperar dos más para operarse. Algunos de los pacientes de Cohen-Kettenis llegan a los 20 o 21 años sin haber pasado aún por el quirófano pero conservando el mismo cuerpo de cuando tenían 12, gracias a las hormonas.
La cifra de consultas de menores sigue creciendo, según Mañero. La explicación, dice él, es fácil. «Cada vez más la gente busca respuestas en internet. Y con el cambio de sexo de los menores ha ocurrido igual... Los médicos y los científicos podemos dar con las soluciones. Las encontraremos, pero que la sociedad nos dé tiempo».

ALEAS IU subraya la necesidad de reformar la Ley de Identidad de Género



El Área de Libertad de Expresión Afectivo-Sexual de Izquierda Unida considera que el caso de la chica transexual de 16 años de Barcelona que debe obtener autorización judicial para acceder a su cirugía de reasignación de sexo, es “un triste ejemplo de las limitaciones de la Ley de Identidad de Género”. Según el área de libertades sexuales de la federación de izquierdas, “es contradictorio que una ley que supone un avance social incuestionable para las personas transexuales, termine discriminando a menores de edad que, con la Ley de Autonomía del Paciente, podrían acceder por decisión propia y libre, sin tutelas, a la práctica totalidad de tratamientos sanitarios en nuestro país”. Para ALEAS IU, “es una forma de transfobia el invisibilizar la identidad de los menores de edad y obligarles a obtener el permiso de un juez para ser uno o una misma”. “¿Quién es un juez o una jueza para decidir sobre la identidad de género de una tercera persona, y cómo se garantiza que su decisión no se ciñe al prejuicio?”, se preguntan. Por todo ello, desde ALEAS IU muestran su solidaridad con la menor barcelonesa y subrayan la necesidad de reformar la Ley de Identidad de Género.
El grupo de trabajo LGTB de Izquierda Unida también alerta del “papel central que se le da en la Ley al diagnóstico médico como condición para el reconocimiento legal de la identidad de género y el acceso al proceso de reasignación” que “genera confusión ya que, implícitamente, no deja de considerarse a las personas transexuales como enfermas”, por lo que la reforma de la Ley de identidad de género debería también “contemplar el rol del médico no como árbitro, sino como acompañante en una decisión que las personas transexuales no toman alegremente, sino tras un duro proceso de reflexión, elección y aceptación personal”. Igualmente, ALEAS IU entiende que la revisión de la Ley de Identidad de Género “no debería olvidarse del limbo actual en que están las personas transexuales migrantes ni de garantizar, más allá de la voluntad de cada comunidad autónoma, la inclusión del proceso integral de reasignación de sexo en el catálogo general de prestaciones del Sistema Nacional de Salud”.
Por último, ALEAS IU alerta del “tratamiento ligero, poco riguroso y sensacionalista” de la noticia en varios medios de comunicación, poniendo como ejemplo que “en la mayoría de las referencias en la prensa, se habla de la menor en masculino, como ‘chico’, sin atender a su verdadera identidad”.

lunes, 17 de agosto de 2009

Admitida la primera querella contra una empresa por injurias homófobas



Madrid, 17 ago (EFE).- El Juzgado de Instrucción número 33 de Barcelona ha admitido a trámite la primera querella presentada en España por una pareja de homosexuales contra la empresa en la que trabajaban por los presuntos delitos de injurias homófobas y revelación de secretos.
En un auto al que ha tenido acceso EFE, la magistrada Silvia López Mejía considera que pueden ser "constitutivos de delito" los hechos de la querella presentada por el despacho catalán Aequo Advocats contra la multinacional austríaca de logística y transportes Gartner KG y dos de sus directivos.
Según la querella, uno de los ejecutivos de Gartner KG en Barcelona sometió supuestamente a un trato vejatorio a los dos homosexuales y llegó a escribir un correo electrónico a la central de Austria en el que les califica de "enfermos" e insta a despedirlos.
En ese correo, que fue encontrado en la impresora por los trabajadores y consta incorporado a la querella, el directivo reconoce "haber tenido el placer de leer sus correos privados de increíble contenido guarro" y afirma que los dos empleados "tienen que desaparecer cueste lo que cueste", de acuerdo con la traducción hecha del alemán en el documento aportado al juzgado.
Preguntado por EFE, uno de los directivos de Gartner KG contra los que se dirige la querella negó haber tenido un "trato despectivo" con sus ex trabajadores y aseguró que con el recurso a la vía penal y las actuaciones emprendidas por despido ante los Juzgados de lo Social buscan "obtener el máximo rendimiento en cuanto a la indemnización".
"Si fuera homófobo no habría aguantado diez años en Barcelona", declaró el directivo austríaco, que aseguró tener muchos amigos homosexuales y se mostró convencido de que tanto él como su empresa demostrarán que las "acusaciones están fuera de lugar" y que sus ex empleados "han exagerado mucho" y merecían estar fuera de Gartner KG por su actuación no profesional.
En cualquier caso, se trata de la primera querella admitida a trámite en España por injurias homófobas, como atestigua el presidente de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), Antonio Poveda, que señala que esta actuación "destapa una discriminación que aunque no se ve, existe".
Poveda, que felicitó a la pareja por "atreverse a denunciar", recordó que la mayoría de homosexuales que son despedidos por su orientación sexual sólo acuden a los Juzgados de lo Social para intentar que se declare nulo o improcedente el despido y sólo en un puñado de casos se ha recurrido a la jurisdicción penal.
"La dificultad radica en probar el comportamiento humillante y discriminatorio", señala el abogado penalista David Aineto, perteneciente al despacho Aequo Advocats, que representa a los dos querellantes.
En su caso, destaca que las humillaciones quedaron plasmadas presuntamente en el correo enviado por el directivo a otro ejecutivo de la central austríaca, en el que además le hace partícipe de la violación del secreto de las comunicaciones privadas de sus dos trabajadores.
"Decir que un compañero de trabajo es homosexual no es injurioso, llamarlo enfermo y procurar su despido por esta causa sí", señala la querella.