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sábado, 26 de enero de 2013

Janet, la única transexual de la administración pública


Se llama Janet Becerra y es la única transexual que trabaja en la Administración Pública provincial como empleada de planta permanente. Cumple con su labor en el cementerio municipal. Dice que nunca la discriminaron, que es una más del grupo. Incluso sus compañeros de trabajo la fueron a ver a Rapsodia. Por Natalia Caballero.

ARGENTINA.- Cuando entra al palacio municipal, vestida en perfecta concordancia de colores, todo el mundo la saluda. Janet para acá, Janet para allá, todos le preguntan cosas e incluso la esperan en su puesto de trabajo, en el cementerio de Albardón, para que ella personalmente les haga los trámites. La mujer trans, de cuidado aspecto, es la primera transexual en trabajar en el ámbito público provincial en planta permanente, se desempeña como administrativa en el cementerio del municipio y se muestra orgullosa del camino que ha forjado en el mundo laboral. Dice no haber sido víctima de discriminación, solo alguna que otra mirada rara, que en vez de afectarla, la fortalecieron. 
Janet Becerra es su nombre y lo dice con alegría, porque desde hace poco puede gritarle al mundo que se llama Janet Becerra sin tener que mostrar un documento de identidad que la contradiga. Cuenta que comenzó a trabajar en el municipio hace 14 años. Al principio, en el área de Cultura y luego en el Cementerio. 
Con pelo corto, camisa y pantalón de vestir Janet empezó a trabajar en las oficinas. “Me disfrazaba de hombre para trabajar, salía desesperada para vestirme de mí misma. Quería evitar que hablaran o dijeran algo, pero eso cambié así mi personalidad, no porque me lo pidieran las autoridades”, destacó. 
Poco a poco empezó su transformación para ir a trabajar. Explica que no quiso cambiar de golpe por sus compañeros. “Todo a su tiempo, la metamorfosis fue lenta para que mis compañeros se adaptaran”, añadió.
A medida que fue pasando el tiempo, se fue asentando en la municipalidad. A los dos años, fue nombrada empleada de planta permanente. En el 2001, empezó a desempeñarse en el cementerio, lugar que aún sigue ocupando. Se describe a sí misma como una mujer apasionada por el trabajo, que busca darle soluciones a la gente sin que sientan el peso de la burocracia en momentos tan difíciles como la muerte.
-¿Alguna vez te discriminaron? Ante la pregunta, Janet fue clara. “Nunca me sentí discriminada, hay buena onda en el trabajo. Si alguna vez lo hicieron fue a mis espaldas”, señaló. Respecto de las personas que atiende en el cementerio, más de una cara larga, no tuvo que soportar cosas mayores. Con la paciencia a flor de piel, dice que ella comprende que le cueste a la gente aceptar la incorporación de transexuales al mundo laboral, pero que poco a poco se van notando cambios en la mentalidad de los sanjuaninos.
Es tal la complicidad que tiene con sus compañeros que algunos hasta la fueron a ver a Rapsodia, el boliche gay en donde muestra sus habilidades como bailarina y conductora todos los fines de semana.

Transexual=Puta
Esa es la ecuación simplista con la que tienen que lidiar las transexuales, que se ven confinadas en muchos casos a trabajar de estilistas o prostitutas. “Es un karma que todas las trans lo acarreamos desde siempre. Sueño con chicas trans médicas, profesoras de la universidad y abogadas, hay que animarse, ese salto solo lo podemos dar nosotras. Se pueden cerrar puertas en un principio, pero tarde o temprano las oportunidades van a aparecer”, dijo Janet, soñando con los ojos abiertos.
La mujer de ojos grandes invitó a las chicas trans a animarse a pensar un mundo en donde no haya diferencias de género. Pero, para que este anhelo se convierta en realidad, para Janet, hay que dar el primer paso. Celebra con alegría la formación de una cooperativa de transexuales en Mendoza y opinó: “Tenemos que dar el puntapié inicial, se puede, te lo digo yo”.
El trabajo en el municipio no le vino de arriba a Janet. Luego de terminar la secundaria en la escuela Industrial Domingo Faustino Sarmiento, se inscribió en la facultad y estudió durante dos años Licenciatura en Comunicación Social. Aunque en el texto se resuelva en tres simples líneas, detrás de estos logros hay una historia de hostigamiento escolar, sobre todo en el secundario donde soportó burlas de todo tipo. Siempre fiel a sus creencias religiosas, cuenta que Dios la ayudó siempre y que gracias al poder divino pudo conocer a un amigo en la escuela, que lo ayudó a tolerar esos malos años. En el tercer año de la secundaria, la historia cambió y terminó bailando y hacer reír a todos con sus disparatadas salidas teatrales. 
Si hay algo que rescata Janet es el apoyo de sus padres. Ella es adoptada, única hija, y desde siempre sus papás, que ya murieron, la acompañaron. Su mamá fue la primera en aceptarlo. “Cuando era chica prefería jugar con muñecas, mi papá me decía que no, pero mi mamá me dejaba, ella supo desde siempre como yo era”, relata muy emocionada, porque no hace mucho murió su madre, esa mujer con la que “aprendió a subirse a los tacos”. Si bien con su papá le costó más, días antes de morir se lo confesó. “¿Sos feliz? Me preguntó, yo le respondí que sí, entonces él me dijo una frase que no voy a olvidar jamás: Hijo, yo estoy orgulloso de vos, no permitas que nunca nadie te haga agachar la cabeza”, recordó entre lágrimas Janet. 
Hoy en la vida de Janet no hay lugar para la tristeza. Está en pareja desde hace trece años con su amado Willy, el hombre de su vida, quien hace poco le ofreció sellar su amor en el Registro Civil. Tiene sobrinas que ama, trabaja de lo que quiere e incluso está pensando en la posibilidad de adoptar a un chiquito después de que se case. “El sueño de toda mi vida es ser madre, me encantaría darle todo el amor que tengo a un hijo, con mi novio compartimos el mismo deseo”, finalizó. 
Al volver del municipio, Janet despide a esta cronista con cariño. Su figura poco a poco se aleja, se nota que es feliz, se nota que es una luchadora dispuesta a ganar más batallas. 

Falta camino por recorrer
El representante de la Mesa de la Igualdad de San Juan, Fernando Baggio, indicó que Janet Becerra es la única transexual que es empleada de planta permanente en la administración pública. Hay más chicas trans, pero se desempeñan como contratadas. 
Baggio destacó otro ejemplo. Se trata de Edda Olivera, tiene 30 años y es estudiante de Comunicación Social, hace unos meses atrás fue a una entrevista de trabajo en el marco de un programa de pasantías que le ofrece la UNSJ y quedó seleccionada, ahora es promotora de empleo en la Gerencia de Empleo.
Su perfil y sus antecedentes laborales y académicos le sirvieron para ganarse el puesto y en ningún momento del proceso su condición de trans fue un obstáculo, incluso estando en trámite su DNI igualitario.

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