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jueves, 7 de febrero de 2008

Don Ildefonso Cáceres y su pene mental

“Ante los argumentos de peso del paciente, el facultativo no dio opción a la esperanza: ¿Es imposible! La sanidad andaluza no consiente que se prescriba el indicado fármaco, a pesar de sus excelentes cualidades para desterrar el vicio. Nuestros políticos no permiten que con cargo al presupuesto de la Consejería de Sanidad se pague tal pastilla. Si usted es transexual -da igual que lo sea andaluz, catalán o gallego- y desea que le rebanen el miembro por hallarse descontento con la identidad sexual de la que Dios lo dotó, ninguna objeción hallará en los hospitales andaluces a que con cargo a los fondos públicos se subvencione el cambio de sexo, incluyendo tratamiento hormonal, psicológico y quirúrgico. Sin embargo, si desea una pastilla que le conduzca sin esfuerzos a dejar el tabaco, o la compra en la farmacia, o mejor hágase transexual.”
Publicado en el periódico La Voz Digital.es por Ildefonso Cáceres el día 5 de febrero.

Ante estos comentarios que como acostumbran a difundir ciertos medios de comunicación en precampaña electoral para regocijo de sus autores y refocila de sus lectores, no nos queda sino discutir seriamente el contenido del insultante y soso artículo y llamar a la disculpa a tan bochornoso e ignorante escrito Ildefonso Cáceres, el dicho paladín de la justicia sanitaria derechona osa descubrirnos falazmente y mediante sofismas económicos “la autentica verdad” con una soez forma de abordar asuntos tan serios como el tabaquismo y la transexualidad, equiparándolos a un nivel similar en la escala de necesidades sanitarias para su tratamiento.

Despreciable Ildefonso, yo no elegí nacer mujer transexual, sin embargo si decidí de motu propio fumar cuando tenia aproximadamente 16 ó 17 años, no elegí ser transexual porque estaba destinada a serlo desde que mis progenitores me engendraron, capricho de la naturaleza, construcción social o bien las dos cosas. Desde bien jovencita en mi entorno se fumaba, para mí como para muchas otras mujeres en aquellos años fumar era un singo más que evidente de masculinidad y poder, de dominación, de macho poderoso, cómo no íbamos a querer fumar, si era escalar falsamente niveles en la sociedad, si esa sociedad de antaño donde todo se medía por a vara del heteropatriarcado, donde las mujeres ocupábamos asientos de segunda fila, le recuerdo el legado que los hombres como usted nos han dejado en lo relativo al insano vicio de fumar, pero si le soy sincera creo que mejores réditos le han proporcionado también a otros señores como usted la transexualidad, le cito algunos, mujeres discriminadas por la intolerancia, mujeres abatidas y sin recursos, mujeres solas y sin futuro, seres humanos que para poder vivir nos han dejado sólo un camino, el trabajo sexual, ese es su rédito, el que muchos de ustedes puedan hipócritamente disfrutar de nuestros favores carnales a espaldas de sus esposas, del cura, de sus “sociedad de bien” a cambio de unos necesarios y vitales euros.

Es obligado recordarle que el tabaquismo no está aún considerado como enfermedad, aunque a nivel sanitario se le trate en esa lid, sin embargo el transexualismo, la disforia de género, la intersexualidad o el trastorno de la mal llamada identidad sexual si son consideradas enfermedad según el DSM IV y el CIE 10 desde hace años, por lo que es deber de las autoridades médicas y legislativas tratarlas como tal. Si las personas que fumamos no hemos sabido reivindicar el derecho a que se nos asista gratuitamente en el tratamiento para combatir el tabaquismo, es una desgracia.

No se mofe usted tan alegremente de las vicisitudes por las que pasamos las transexuales, porque no se trata de una castración como retrata malnacidamente desde su escrito. Rebanar si, pero su falsa y asquerosa moral señor Ildefonso, y por que no de paso su pene seguramente tan sucio como su alma, y una trepanación que no le ha de venir nada mal ni a usted ni a su entorno, que le tiene que soportar en un discurso maleducado y trasnochado, grosero e inhumano, y como no dogmatizado por la más apestosas de las derechas.


Haizea Caballero Ruiz.

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