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sábado, 15 de septiembre de 2007

EL CAMBIO PENDIENTE



Una mujer se presenta a un proceso de selección para trabajar en una empresa. Pasa todas las pruebas, incluida la entrevista personal, y le aseguran que el empleo es suyo. Pero cuando aporta toda su documentación para formalizar el contrato, la empresa da marcha atrás.
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Ésta es una situación a la que se han tenido que enfrentar más de una vez muchas transexuales, según denuncia Mar Cambrolle, presidenta de la Asociación de Transexuales de Andalucía (ATA), que se constituyó el 26 de junio para apoyar y defender a mujeres y hombres de este colectivo.
"Las asociaciones de gays y lesbianas nos apoyan, pero nuestra realidad es distinta de la de ellos, tenemos problemas que ellos no sufren", asegura Cambrolle, quien considera que los homosexuales tienen un "espacio social" del que el colectivo al que ella representa aún no disfruta. "Quizá ayuda mucho que en los medios de comunicación tienen una presencia activa y normalizada. Se lo han ganado a pulso", reconoce. Los transexuales, sin embargo, aunque han alcanzado "el techo" desde el punto de vista legal, aún arrastran muchos lastres sociales. "Estamos peor vistos, hay mucho tópico".
Acabar con estos prejuicios es uno de los objetivos de ATA. "Está claro que si no tomamos la palabra nosotras esto no se va a arreglar. Esto exige una respuesta por nuestra parte", asegura la presidenta, quien alude como ejemplo a la agresión que hace unas semanas denunciaron unas transexuales haber sufrido en Sevilla a manos de un grupo de cocheros de caballo. "Es un hecho aislado y no hay que tener miedo, pero es una prueba de que queda mucho por hacer". ATA y la asociación de cocheros de Sevilla tienen previsto ofrecer hoy una rueda de prensa para condenar la agresión y proponer medidas para que no se repitan hechos similares.
La asociación la integran por ahora alrededor de una veintena de personas. Todas son mujeres y residentes de Sevilla, pero nace con vocación mixta y andaluza. "Vamos a apoyar a hombres y mujeres de todas las provincias. Ése es nuestro objetivo", dice su presidenta. Entre las que ya se han adherido hay trabajadoras de la hostelería, procuradores, comerciantes, amas de casa y prostitutas, la profesión a la que, según Crambolle, se dedica alrededor del 70% de las transexuales. "Me parece muy bien cuando lo hacen porque quieren, pero otras se ven obligadas a ejercerlo porque no encuentran otra salida laboral". Para intentar cambiar esta tendencia, una de las reivindicaciones de ATA se centrará en pedir cursos de formación profesional para enseñar otro oficio a las que aspiren a salir de la prostitución.
La socia más joven de ATA tiene 19 años. Las mayores, más de 50. Las trabas sociales que se encuentran unas y otras son muy similares, aunque las más jóvenes lo tienen mucho más fácil en el proceso de cambio de sexo a lo que lo tuvieron las más veteranas. La presidenta, que se operó hace 20 años, reconoce los pasos dados en ese terreno: "En mi época, el seguimiento hormonal tenía que ser automedicado, con el riesgo que eso suponía. Hoy el médico te manda al endocrino y la mayoría, aunque no todos, te hacen un tratamiento". También ahora es más fácil conseguir la documentación que acredite el cambio de sexo. "Antes había que contratar a un abogado y un juez tenía que dictar sentencia. Era muy caro y lento". Ella tardó cuatro o cinco meses y pagó alrededor de 1.800 euros pesetas. Hoy, según Cambrolle, es un trámite gratuito que se resuelve en un mes.