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miércoles, 2 de marzo de 2016

La feminidad compleja, en la pupila de Bettina Rheims


París, (EFE).- Mujeres, transexuales, travestis, mucho desnudo y alguna anciana. Las tres plantas del palacete del siglo XVIII situado en el parisino barrio del Marais que ocupa la Maison Européenne de la Photographie (MEP) están colmadas de retratos femeninos en los que el único nexo de unión -aparente- es la firma de Bettina Rheims (Neuilly-sur-Seine, 1952).
“Ni temática ni cronología. Este recorrido sensible busca iluminar las obsesiones de Bettina Rheims alrededor de su tema predilecto: la mujer, en todos sus estados”, explican los organizadores de una muestra que reúne 180 fotografías, esencialmente en gran formato, y que puede visitarse hasta el próximo 27 de marzo.
Algunos de esos retratos muestran a celebridades, como Madonna, Sharon Stone, Laetitita Casta o Catherine Deneuve, abundando en una sensualidad que no se hace extraña a la retina, porque la publicidad ya se ha encargado de domesticarla, y siempre impregnada de una artificiosa teatralidad.

Monica Bellucci - 1995








Una Monica Bellucci desmelenada y embutida en un escotado vestido rojo, con uñas rojas y labios también rojos, vierte salsa de tomate, roja, sobre un plato de espaguetti. Es la faceta “people” de Bettina Rheims, acostumbrada a fotografiar a las celebridades de inicios del siglo XXI sin transgredir más de lo oportuno.
Pero llama la atención lo bien que esa fotografía de consumo de masas conjuga con los aspectos más íntimos de su trabajo, que se extiende ya por cuatro décadas y muestra una feminidad mucho más comprometida: imágenes crudas, carcelarias, andrógenas y marginales de modelos anónimas.
“¿Realmente piensa usted que durante 36 años me he levantado cada mañana con el único objetivo de provocar a la gente? ¡No sería muy interesante!”, comenta Rheims, que renuncia a la etiqueta de vanguardista libertaria.
Pretendida o naturalmente, lo cierto es que su trabajo es transgresor. Sirva de ejemplo la serie “Morceaux choisis” (Trozos elegidos), relegada a un rincón de la muestra y custodiada por un cartel que invita a los menores a evitar la habitación que alberga el único capítulo pornográfico de la exposición.
Milla Jovovich - 2005
En su interior se despliegan varias fotografías tomadas durante un día y una noche en 2001 en París, cuando Rheims les pidió a cuatro mujeres que hicieran el amor “de verdad” mientras paseaban con su cámara entre medias, robando instantes lésbicos en una habitación de una blanco puro, casi celestial.
“Aproveché plenamente la libertad de después del Mayo del 68, que permitió a las mujeres desarrollar una relación diferente con su cuerpo”, explica la fotógrafa, hija del académico Maurice Rheims, cercano a Picasso, y nieta de la mecenas Alix de Rothschild.

Libertad de cuerpo y mente

Libertad, también bíblica, que apura en su célebre serie I.N.R.I. (1999), en la que se inspira de la pintura clásica para representar a mujeres en algunos de los momentos claves de la vida de Jesucristo, como la anunciación, la ascensión o la crucifixión. O en “Chambre Close” (1990/92), que le sirve para colarse en los ojos de un “voyeur” ficticio al que denomina Monsieur X.
Sin caer en la trampa de la ordinariez, Rheims, condecorada con le Legión de Honor de Francia y encargada de la fotografía oficial de Jacques Chirac cuando llegó a la presidencia francesa en 1995, logra crear un universo visual dinámico donde caben la melancolía y el abandono, pero también el sadomasoquismo, el lujo, la soledad o el alborozo.

Feminidad con ojos de mujer

Todo en torno a feminidad, una condición “demasiado compleja para encerrarla en una definición”, y siempre con cierto sabor vanguardista, como en la serie en la que capturaba la transformación física de Kim Harlow, cantante transexual que falleció de sida en 1993, cuando el transgénero era un tabú aún más pronunciado que a inicios del siglo XXI.
Por eso Rheims ejerce de invitada de honor de un templo fotográfico que en el pasado expuso a Helmut Newton, Robert Frank, Raymond Depardon, Martin Parr, Andy Warhol, Larry Clark y a casi todos los fotógrafos que algún día se adelantaron a las miradas de sus contemporáneos. EFE