San José, 14 feb (elpais.cr) - Natalia Porras nació con la convicción de pertenecer a un sexo diferente al de su condición anatómica. La discriminación a la que fue sometida tanto por los docentes de la escuela a la que pertenecía como por sus propios compañeros le llevaron a abandonar la educación demasiado joven y a tomar un camino que no es quizás el que soñó: la prostitución.
En Costa Rica existe actualmente un índice muy elevado de transexualidad, aunque no puede ser cuantificado porque ni siquiera existe un censo para ello, y Porras lucha ahora activamente para que las nuevas generaciones de transexuales no atraviesen la misma situación por la que ella pasó.
Por ello pertenece a la asociación Transvida, de apoyo a los transexuales, y se manifiesta pacíficamente siempre que encuentra la ocasión, como ha sido este martes frente a la Casa Presidencial.
“El colectivo de las transexuales es el más perjudicado y el incremento de jóvenes de quince años que se encuentran en la calle es cada vez mayor y lamentablemente, no hay ningún programa de educación diversa en las escuelas con lo cual, todas se ven obligadas a abandonar las escuelas y salir a la calle”, explica Porras.
Aparte de la discriminación que sufren en el entorno social tampoco cuentan normalmente con el apoyo de sus padres, quienes les desplazan del hogar familiar desde muy pequeñas y les encasillan como oficio la peluquería, cuando muchas ni siquiera quieren ejercerla.
La prostitución es la vía adoptada normalmente por la mayor parte de transexuales costarricenses, tanto es así que Puntarenas se declara el principal núcleo infeccioso de VIH y de drogas.
Tampoco existe ningún centro habilitado para operaciones de cambio de sexo ni tratamientos hormonales ni ayudas de ningún tipo, se encuentran estancados y en pañales. “Ni siquiera contamos con un endocrino que nos ofrezca ayuda ni con ninguna seguridad del Gobierno. Lo único que hay son planes piloto para hacer un censo, porque ni siquiera se sabe qué cantidad de transexuales hay en el país”, enfatizó.
Por ello, Natalia Porras lanza un llamamiento a Laura Chinchilla, presidenta del Gobierno, para que sea consciente de que se encuentran en un país de libertad y de paz en el que la discriminación que han sufrido ya ha sido demasiada.
“No entiendo que Chinchilla teniendo un marido español no tome nota de su cultura y ayude al país para que no suframos la discriminación, que vivieron las mujeres hace cincuenta años, cuando no podían ni acceder a un empleo ni a una educación digna en este país”, concluyó.
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