Dividida en 6 transiciones como 6 pelucas había en el escenario, Néstor Saied interpretó a Andrea, una transexual en espera de su reasignación de sexo, personaje que se mostró borroso en un texto desorganizado no se sabe si dirigido al público, a sí mismo o a quien oyera. Pasaba una madrugada turbulenta donde el teléfono, la puerta, el telefonillo y hasta el suelo no paraban de sonar en oposición a una soledad que se quería contar.
Durante 80 minutos de espectáculo no nació ninguna idea concreta, todo se trató de un ejercicio de repetición de todos los tópicos sobre transexuales camuflados en un contexto de intimidad. Tacones altos, pelucas de colores, bata transparente con bordados de pluma y cómo no… un playback de diva de la canción.
Así, “A modo mío” llegó al punto de convertirse en un sinsentido dramatizado que a fuerza de gritos consiguió atención y no dijo nada . El director y dramaturgo Marco Calvani quiso llegar a demasiados sitios a la vez tomando todas las direcciones equivocadas. Un monólogo sostenido en falsos diálogos, un personaje introspectivo abordado con histrionismo. Mezcla de thriller policial, drama delicado sobre identidad sexual y panfleto anticlerical el cóctel de esta puesta en escena supo a aguas pasadas.
Un desacierto en la programación del festival que pretende mostrar textos y propuestas escénicas más innovadoras. La provocación que otrora causó usar conceptos sexuales con imágenes religiosas, diga lo que diga Lady Gaga, es un clasicazo que sólo remueve de sus butacas a algún ultracatólico sesentón que, como es de esperarse, no irá a ver el último espectáculo de Fringe Madrid, sino que estará mejor sentado en terciopelos
más añejos.
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