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lunes, 27 de octubre de 2014

Infancia, familia y (trans) sexualidad.


Cuando se produce un embarazo, la mayoría de la gente se pregunta ¿será niño o niña? Y entonces, en la ecografía del segundo trimestre, si se quiere, puede llegar una respuesta.
Sin embargo, convendría matizar que la ecografía sólo puede mostrarnos la forma de los genitales, pues el hecho de sentirse niña o niño no se ve ni siquiera en el nacimiento. Necesita algo más de tiempo para expresarse.
Hasta donde vamos conociendo, el inicio se produce en el momento en el que cada cual toma conciencia de sí mismo y desarrolla la capacidad de explicarse frente a los demás e incluso de corregirles si se equivocan. Empezar a hablar, nombrar las cosas y a las personas que nos rodean es el principio del camino.
Durante el tiempo que nos lleva comenzar a expresarnos, el resto ya ha hecho su apuesta. Atendiendo a un pronóstico estadístico que acierta en un porcentaje muy alto, quienes nos rodean nos piensan como niñas si tenemos vulva y como niños si tenemos pene con escroto cerrado.
Es decir, se asigna nuestra identidad sexuada atendiendo únicamente a nuestros genitales. Y se subraya: «Tú eres un niño porque tienes pene; tú eres una niña porque tienes vulva», confundiendo así los genitales con el sexo. Lo que se tiene con lo que se siente ser.
Quienes nos hacen conscientes de esta confusión son aquellos que se paran frente a nosotros y tratan de explicarnos lo mejor que pueden: «Soy una niña con pene» o «soy un niño con vulva».
Entonces podemos hacer dos cosas: insistir en que la vivencia subjetiva que tienen de sí mismos es errónea o reconocer que fallamos la apuesta y acompañarlos, como al resto, desde las niñas y niños que sienten ser.
Con la primera vía, no conseguiremos que cambien lo que sienten ser y sí provocaremos su malestar; con la segunda, contarán con nuestro apoyo en unos procesos de vida que no suelen resultar fáciles.
Esta última es la vía de las familias que pertenecen a Chrysallis. Sus hijos e hijas un día les dijeron algo que movió el suelo bajo sus pies. Tras el desconcierto y la sorpresa inicial, rectificaron el error en la asignación y, tiempo después, es fácil oírles hablar de la felicidad que inundó a sus hijos e hijas.
Almudena Herranz Roldán es sexóloga, directora del Centro Sexológico Sexorum, docente en el Instituto Incisex y asesora técnica de la Asociación de Familias de Menores Transexuales Chrysallis.
Publicado en la versión impresa de El Mundo 26/10/2014