LA IGLESIA SIEMPRE A MANTENIDO UNA OPINIÓN AMBIGUA EN EL TEMA DE LA TRANSEXUALIDAD. MIENTRAS CARDENALES COMO MONSEÑOR AMIGO MUESTRAN COMPRESIÓN, OBISPOS COMO EL DE TARAZONA MUESTRAN DESACUERDO DESDE EL MAYOR DESCONOCIMIENTO.
ROMA, Italia, dic 19, 2007.- La próxima primavera Don Alessandro Santero, cura de “Le Piagge”, un pueblo cerca de Florencia, casará a Sandra Alvino, transexual de 63 años, con su compañero, Fortunato Talotta de 62.
La transexual, que se volvió mujer hace 30 años, es católica y desea casarse por la iglesia porque quiere seguir su camino de fe junto a su marido; para quien la conoce es una mujer como cualquier otra si no fuese por su carácter muy firme. Sandra comenta que nació en un cuerpo equivocado y que después de 30 años de sufrimientos, violencias, discriminaciones y detención por camuflamiento decidió convertirse en mujer a todos los efectos.
En 1983 se casó por lo civil con Fortunato Talotta y hoy, después de haber conocido Don Alessandro Santoro, un joven sacerdote que muchas veces ha tomado decisiones diferentes a las de la curia, decidió casarse por la Iglesia.
Hace algunos días el sacerdote Alessandro Santoro envió al cardenal Antonelli (arzobispo de Florencia) el aviso de los trámites prematrimoniales de Sandra y Fortunato en vista del matrimonio que se celebrará en primavera.
El cura Santoro ha afirmado que el matrimonio, para quien es un verdadero cristiano, es un derecho irrenunciable y un deber el celebrarlo.
Hay, sin embargo, varias complicaciones en el horizonte, empezando con el certificado de bautizo y de confirmación de Sandra, que son anteriores al cambio de sexo.
Al criticar la decisión del padre Santoro, monseñor Andrea Drigani, profesor y experto de Derecho Canónico, explicó que el matrimonio celebrado con rito religioso entre un hombre que se ha vuelto mujer a través de cirugía y otro hombre lleva la "sospecha de invalidez", esto porque son tres los artículos de Derecho Canónico que fijan ineluctablemente el fundamento del matrimonio: es decir la posibilidad de procrear.
El cura Santoro ha anunciado que si el arzobispo de Florencia negara el permiso para el matrimonio, recurrirá al Papa.
La transexual, que se volvió mujer hace 30 años, es católica y desea casarse por la iglesia porque quiere seguir su camino de fe junto a su marido; para quien la conoce es una mujer como cualquier otra si no fuese por su carácter muy firme. Sandra comenta que nació en un cuerpo equivocado y que después de 30 años de sufrimientos, violencias, discriminaciones y detención por camuflamiento decidió convertirse en mujer a todos los efectos.
En 1983 se casó por lo civil con Fortunato Talotta y hoy, después de haber conocido Don Alessandro Santoro, un joven sacerdote que muchas veces ha tomado decisiones diferentes a las de la curia, decidió casarse por la Iglesia.
Hace algunos días el sacerdote Alessandro Santoro envió al cardenal Antonelli (arzobispo de Florencia) el aviso de los trámites prematrimoniales de Sandra y Fortunato en vista del matrimonio que se celebrará en primavera.
El cura Santoro ha afirmado que el matrimonio, para quien es un verdadero cristiano, es un derecho irrenunciable y un deber el celebrarlo.
Hay, sin embargo, varias complicaciones en el horizonte, empezando con el certificado de bautizo y de confirmación de Sandra, que son anteriores al cambio de sexo.
Al criticar la decisión del padre Santoro, monseñor Andrea Drigani, profesor y experto de Derecho Canónico, explicó que el matrimonio celebrado con rito religioso entre un hombre que se ha vuelto mujer a través de cirugía y otro hombre lleva la "sospecha de invalidez", esto porque son tres los artículos de Derecho Canónico que fijan ineluctablemente el fundamento del matrimonio: es decir la posibilidad de procrear.
El cura Santoro ha anunciado que si el arzobispo de Florencia negara el permiso para el matrimonio, recurrirá al Papa.
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