VIDEOS

CONOCENOS

DOCUMENTOS

PRENSA

martes, 20 de agosto de 2013

EsTamos en la HisToria

En la Roma antigua, existían unas personas nacidas con cuerpo de varón, que decidían su género y autocastraban sus genitales masculinos. Eran las sacerdotisas Gallae.
El filósofo judío Philo de Alejandría (20 a.C.-50 d.C.) describió ciudadanos romanos varones que invertían grandes sumas de dinero para cambiar su naturaleza masculina en femenina.
La diosa Castalia, en la mitología griega era comprensiva y accedía “a los deseos de las almas femeninas encerradas en cuerpos masculinos.”
El emperador romano Heliogábalo (218-222 d. C.) afirmaba sentirse mujer. Este llegó a pedir a sus médicos que le practicasen una cirugía para cambiarse de sexo.
la Edad Media tenemos incluso referencias de transexualidad dentro de la misma Iglesia Católica. Por ejemplo a Santa Wilfrida, cuya leyenda dice que pidió a Dios el poder convertirse en hombre y le fue concedido. Asimismo, San Onofre pidió a Dios que le hiciera varón, y su cuerpo se masculinizó. Del Papa Juan VIII (sucesor de León IV)siempre han corrido rumores de que biológicamente había nacido mujer aunque se hizo pasar toda su vida por varón, historia que fue censurada varias veces por la Inquisición. También podemos mencionar casos bastante evidentes como el de Juana de Arco (1412-1431) que fue ejecutada por la Inquisición además de por brujería, por llevar constantemente ropas de hombre y comportarse como varón en todo momento.
 en la historia cuando pasaron a ser considerados como desviados. Ni cuando fueron convertidos en delincuentes (se les aplicaba la Ley de vagos y maleantes). Ni cuando fueron descritos como enfermos mentales. Miles de personajes de todos los tiempos y todos los ámbitos sociales, han nacido transexuales.
Michael Dillon nació como Laura en 1915 en el seno de una familia aristocrática. Desde muy joven sintió que vivía atrapado en un cuerpo ajeno que nada tenía que ver con él. 
¿El año? 1950. Michael Dillon, estudiante de Medicina en Oxford, sentado a la mesa de un restaurante londinense, agita su pipa y parlotea. Frente a Dillon, encogida, una rubia despampanante, Roberta Cowel, implora su ayuda. Cowel ha leído Self, el primer libro de Dillon, un breve ensayo sobre la transexualidad. Caso único. Dillon demuestra conocimientos en la materia. Proclama la obligación moral de ayudar a quienes viven atrapados en un cuerpo ajeno. Sus conclusiones adelantan en casi 20 años al grueso de la Literatura científica y divulgativa. Opina que la Medicina, aparte de curar enfermedades, debería buscar la felicidad; esto es, una Medicina al servicio del paciente, no acotada por los burócratas de las necesidades individuales.
Cowel escucha los monólogos de Dillon. Y atrapa las miradas masculinas del local con el pegajoso aleteo de sus párpados. En realidad, nació hombre. Pilotó bólidos antes de la Segunda Guerra Mundial y cazas sobre la Alemania nazi. Su avión fue abatido durante la última misión. Conoció la pesadilla de los campos de prisioneros. Durante su cautiverio, repasó días y anhelos coagulados. Al regresar a Inglaterra olvidó su viejo sueño (crear el mejor coche de carreras) e interrogó al espejo. Su biografía masculina era un error. Quería ser mujer. Siempre lo supo. La ingesta de estrógenos, según le explica a Dillon, resultó esperanzadora. Perdió el vello y parte de la masa muscular. Su pecho aumentó. Pero para renacer como crisálida necesita algo más, un milagro, tal vez, que transforme su pene en vagina. Jamás creyó que fuera posible (recuerden, 1950). Dillon la consuela. Habla sobre hormonas mágicas y audaces cirujanos. Confirma que el cambio de sexo es ya una realidad. «Tengo pruebas concluyentes», dice. Tras un silencio especulativo, al que sólo le falta un redoble de tambores, sentencia: «No hay razón para ocultártelas. De hecho, hace cinco años yo era una mujer». Teniendo en cuenta que Dillon fue la primera mujer de la Historia que logró convertirse en hombre.




Christine Jorgensen, militar americana, operada con éxito en 1953.
Es inútil insistir en que la transexualidad es un capricho, una moda o una perversión del individuo. Por el contrario se hace cada vez mas necesario la investigación seria y el poder ofrecer tratamientos multidisciplinares y globales por la sanidad publica a fin de mejorar la calidad de vida de estas personas.
Michael Dillon antes y despues



No hay comentarios: