Colombia, tras Afganistán e Irak, es el tercer país del mundo en número de refugiados, más de 552.000. Ihliana Palacios (28 años), es una de ellos. Huyó de su tierra perseguida porque no es ni hombre ni mujer. «Yo decidí lo que quería ser». Su padre le dijo «no puedes ser negro y marica». Y ella eligió. «Todavía es difícil hablar de tercer género.
Es interesante observar como estábamos acostumbrados a ver hombres hombres o mujeres mujeres. En la comunidad negra no estábamos acostumbrados a otra cosa. No había maricas. Ser transexual negra es muy difícil».
Instalada en Barcelona, Ihliana Palacios espera que se le conceda el estatuto de refugiada. La Convención de Ginebra (1951) recoge la persecución a «grupos sociales», una formulación que permite dar cabida a persecuciones por motivos de género, medioambientales y económicos. Es lo que se denominan «nuevos refugiados», concepto sobre el que ayer giraban las ponencias del seminario Nuevas formas de persecución y derecho de asilo con el que Casa África recordaba el día internacional del refugiado.
Ante unas 70 personas Ihliana Palacios relató su «lucha en favor de los Derechos Humanos». A medida que la comunidad gay, lesbiana, homosexual o transexual «se va haciendo visible, ganando espacio, los inconvenientes van acrecentándose». Es más, «se mantiene la pena de muerte en 76 países del mundo» por cuestiones sexuales. Y añade, «si es difícil para mi ser transexual en Colombia, no me imagino ser una mujer lesbiana en Uganda o Palestina. En algunos países se puede asesinar a lesbianas y homosexuales en tiempos de guerra».
En Colombia, dice la profesora y abogada Karen Mussalo, directora del Center for Gender and Refugees Studies, Ihliana Palacios «ha sufrido la privación de los derechos humanos por su identidad sexual. Sufría discriminación, acoso sexual y hasta amenazas por defender a otros transexuales. Todavía hay muchos países en los que las mujeres no tienen derechos. Pero es aún más difícil para gays, lesbianas y transexuales. Ellos viven en los márgenes de la cultura y sufren aún más discriminación».
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