ROMÁN OROZCO - Sevilla - 29/11/2008
Unas tres mil personas se aproximaban peligrosamente al edificio de los juzgados de Sevilla. Habían atravesado las principales calles del centro. Un fuerte cordón policial cortaba el paso a los manifestantes en el Prado de San Sebastián. No hacía ni dos años que el dictador Franco había muerto. Las cosas no estaban para bromas. Un oficial se dirigió a quienes encabezaban la marcha:
-Esto hay que disolverlo.
Un joven se le encaró:
-Aquí no se disuelve nadie. Queremos ir a los juzgados, presos o en manifestación.
El policía sopesó las posibilidades: entre el abigarrado grupo de jóvenes se veían banderas de los más variados colores: comunistas, socialistas, anarquistas. Les dejó pasar. Alcanzaron su meta y expresaron su rechazo a una nefasta norma de la dictadura: la Ley de peligrosidad y rehabilitación social. Aquella que castigaba hasta con cuatro años de cárcel a los homosexuales.
Corría 1977. Sevilla presenciaba atónita la primera marcha del orgullo gay que se organizaba en Andalucía. Su promotor era Francisco Cambrollé Jurado, un joven de 20 años, líder del Movimiento Homosexual de Acción Revolucionaria (MHAR).
Tres décadas más tarde. En el altillo de Metal Street, una moderna tienda de ropa de la calle Sierpes, una mujer que ha sorteado el medio siglo, pero que conserva una piel tersa, una abundante melena castaña y una estilizada figura, abre el baúl de sus recuerdos. Su nombre es Mar Cambrollé Jurado. No es hermana de Francisco, el joven que hizo frente a la policía, no. Es Francisco, pero en su verdadera identidad: mujer.
- A los seis años, ya me gustaba más jugar con niñas que con niños. A los doce, salía de paseo con mis amigas, vestida con trajes que ellas me dejaban. Muchos niños ni lo notaban.
Esa es la historia de Mar: un error de la naturaleza. Una persona con alma de mujer, pero nacida con atributos de hombre. Su vida es la lucha por corregir ese error. El suyo y el de otros miles de personas con el mismo problema, desde la presidencia de la Asociación de Transexuales de Andalucía (ATA).
Había nacido en el seno de una humilde familia sevillana de cuatro hijos, vecina de las barriadas populares: Polígono de San Pablo, Las Letanías. Con su certificado de estudios primarios en el bolsillo y poco más de 13 años, Francisco era carne de cañón del mercado de trabajo infantil. Primera parada: Cafetería Cáceres. Guarda un buen recuerdo. Tanto que conserva cuidadosamente sus primeras nóminas: 1.703 pesetas al mes (poco más de 10 euros). Dos años después es "aspirante administrativo" en unos almacenes. Gana 2.812 pesetas de sueldo. Su vida comienza a cambiar de manera irreversible.
En el autobús coincide con un grupo de chavales del barrio afiliados a las Juventudes Obreras Católicas (JOC). Son los buenos tiempos de la iglesia de los pobres, cuando los curas obreros siembran en los suburbios la semilla de la rebelión contra la dictadura. Francisco se une al grupo.
-Veo la injusticia social que nos rodeaba. Un barrio sin escuelas, ni centros para jóvenes; estábamos desasistidos.
En la JOC se encuentra con "personas abiertas y receptivas". Se alimenta de publicaciones antifranquistas: Cambio 16, El Correo de Andalucía. Cae en sus manos un dossier sobre la homosexualidad que publica El viejo topo. "Encontré la respuesta a muchas preguntas". Descubre que la homosexualidad no es "ni delito, ni enfermedad, ni perversión". En la JOC, cada uno realiza su apostolado en los círculos que frecuenta: el barrio, la empresa, la universidad. "Yo planteo que mi campo de acción será el colectivo homosexual". Les explica que "la homosexualidad no es ningún trastorno, sino una opción más dentro de la sexualidad humana".
Lo entienden. Lo mismo que su familia va entendiendo y aceptando. "No tuve que comunicar grandes cosas a mis padres; el conocimiento es importante para razonar y racionalizar las ideas, pero hay un valor más importante: el amor".
A la cita mensual en los locales de Acción Católica del Palacio Arzobispal acuden cada mes más de cuarenta jóvenes. Francisco los ha captado en los bares de ambiente gay, el Quijote, el Charlot. En aquellas sagradas estancias nació el Movimiento Homosexual de Acción Revolucionaria. ¿Revolución? ¿Sexual o política?
-Política. Éramos homosexuales de izquierda. Hacíamos un análisis marxista de la sexualidad. El capital se tiene que asegurar la ideología a través de la familia patriarcal, en donde el hombre juega el papel del Estado y la madre el de correa de transmisión de la familia.
Los grupos de ultraderecha les acosaban con palos de béisbol y cadenas. Pero también los regímenes socialistas perseguían la homosexualidad. La Unión Soviética, Cuba. "Porque las dictaduras tienen la necesidad de controlar la homosexualidad", responde tajante.
Ese mismo año, se enamora de un chico. La relación dura 13 años. Para ganarse la vida, montan un tenderete en la Plaza del Duque en el que venden artesanías. El Ayuntamiento sevillano intenta frenar que el mercadillo se consolide en tan céntrica plaza. Francisco encabeza la rebelión. Hay encierros en el Ayuntamiento. Tensión. Se gana el apodo de Paca la Brava. Ganan. El mercadillo sigue pujante, 30 años después.
Allí pasó diez años de su vida. Hasta que montó su propia tienda. Y aunque la crisis golpea a todos, y ha tenido que ajustar su plantilla, Metal Street sigue vistiendo a jóvenes de ambos sexos con ropa vanguardista, atendida por Mar y su marido. Su DNI ya registra su nombre femenino. Y hace 12 años fue "reasignada" genitalmente. ¿Reasignar? Si, porque "es incorrecto hablar de cambio de sexo". Más tarde, se sometió a una segunda operación, una mamoplastia.
En la Plaza del Duque, el campo de sus viejas batallas, posa con elegancia. Esta revolución ya no la disuelve ni Dios.
"Tenemos derecho a ser operadas"
Mar Cambrollé es suave y educada. Pero inflexible si se trata de defender sus principios.
-La derecha no quiere que con dinero público se hagan operaciones de reasignación de sexo.
-¡A lo mejor es que somos personas de tercera! Pago mis impuestos y mi seguridad social desde los 14 años. ¿Por qué no voy a tener derecho?
El Servicio Andaluz de Salud (SAS) es pionero en España en este tipo de tratamientos. Casi dos centenares de transexuales se han operado en la Unidad de Trastornos de Identidad de Género, del Hospital Carlos Haya de Málaga, desde que se abrió en 1999. ¿Funciona bien?
-Ahora, pésimamente. Hay más de 150 personas en listas de espera, entre ellas, medio centenar de hombres transexuales que necesitan una histerectomía (extirpación del útero) para evitar que se reproduzcan quistes...
Pero reconoce lo mucho que se ha avanzado. Y agradece al PSOE, partido con el que simpatiza, su política de igualdad frente a la derecha "que nos quiere seguir educando con el catecismo en la mano".
Los Verdes la incluyeron en sus listas al Senado por Sevilla en las pasadas elecciones, y obtuvo 16.000 votos. Pero no quiere hacer carrera política. Prefiere seguir defendiendo los derechos de los colectivos LGTB (lesbianas, gay, transexuales, homosexuales) en organizaciones como ATA, Girasol o la federación española.
¿Hay que obligar a la gente a salir del armario? No, responde Mar. "Cada persona tiene su propio proceso y sabe cuándo tiene que salir". Otra cosa son los personajes públicos. A esos sí hay que aplicarles el outing , como se hace en otros países. ¿Lo harán en España?
Quizá, algún día, con algunos políticos. Pero sobre todo, con los curas: "Tienen una boquita muy larga y son los que más tienen que callar".
Porque Mar no perdona la hipocresía.
Un joven se le encaró:
-Aquí no se disuelve nadie. Queremos ir a los juzgados, presos o en manifestación.
El policía sopesó las posibilidades: entre el abigarrado grupo de jóvenes se veían banderas de los más variados colores: comunistas, socialistas, anarquistas. Les dejó pasar. Alcanzaron su meta y expresaron su rechazo a una nefasta norma de la dictadura: la Ley de peligrosidad y rehabilitación social. Aquella que castigaba hasta con cuatro años de cárcel a los homosexuales.
Corría 1977. Sevilla presenciaba atónita la primera marcha del orgullo gay que se organizaba en Andalucía. Su promotor era Francisco Cambrollé Jurado, un joven de 20 años, líder del Movimiento Homosexual de Acción Revolucionaria (MHAR).
Tres décadas más tarde. En el altillo de Metal Street, una moderna tienda de ropa de la calle Sierpes, una mujer que ha sorteado el medio siglo, pero que conserva una piel tersa, una abundante melena castaña y una estilizada figura, abre el baúl de sus recuerdos. Su nombre es Mar Cambrollé Jurado. No es hermana de Francisco, el joven que hizo frente a la policía, no. Es Francisco, pero en su verdadera identidad: mujer.
- A los seis años, ya me gustaba más jugar con niñas que con niños. A los doce, salía de paseo con mis amigas, vestida con trajes que ellas me dejaban. Muchos niños ni lo notaban.
Esa es la historia de Mar: un error de la naturaleza. Una persona con alma de mujer, pero nacida con atributos de hombre. Su vida es la lucha por corregir ese error. El suyo y el de otros miles de personas con el mismo problema, desde la presidencia de la Asociación de Transexuales de Andalucía (ATA).
Había nacido en el seno de una humilde familia sevillana de cuatro hijos, vecina de las barriadas populares: Polígono de San Pablo, Las Letanías. Con su certificado de estudios primarios en el bolsillo y poco más de 13 años, Francisco era carne de cañón del mercado de trabajo infantil. Primera parada: Cafetería Cáceres. Guarda un buen recuerdo. Tanto que conserva cuidadosamente sus primeras nóminas: 1.703 pesetas al mes (poco más de 10 euros). Dos años después es "aspirante administrativo" en unos almacenes. Gana 2.812 pesetas de sueldo. Su vida comienza a cambiar de manera irreversible.
En el autobús coincide con un grupo de chavales del barrio afiliados a las Juventudes Obreras Católicas (JOC). Son los buenos tiempos de la iglesia de los pobres, cuando los curas obreros siembran en los suburbios la semilla de la rebelión contra la dictadura. Francisco se une al grupo.
-Veo la injusticia social que nos rodeaba. Un barrio sin escuelas, ni centros para jóvenes; estábamos desasistidos.
En la JOC se encuentra con "personas abiertas y receptivas". Se alimenta de publicaciones antifranquistas: Cambio 16, El Correo de Andalucía. Cae en sus manos un dossier sobre la homosexualidad que publica El viejo topo. "Encontré la respuesta a muchas preguntas". Descubre que la homosexualidad no es "ni delito, ni enfermedad, ni perversión". En la JOC, cada uno realiza su apostolado en los círculos que frecuenta: el barrio, la empresa, la universidad. "Yo planteo que mi campo de acción será el colectivo homosexual". Les explica que "la homosexualidad no es ningún trastorno, sino una opción más dentro de la sexualidad humana".
Lo entienden. Lo mismo que su familia va entendiendo y aceptando. "No tuve que comunicar grandes cosas a mis padres; el conocimiento es importante para razonar y racionalizar las ideas, pero hay un valor más importante: el amor".
A la cita mensual en los locales de Acción Católica del Palacio Arzobispal acuden cada mes más de cuarenta jóvenes. Francisco los ha captado en los bares de ambiente gay, el Quijote, el Charlot. En aquellas sagradas estancias nació el Movimiento Homosexual de Acción Revolucionaria. ¿Revolución? ¿Sexual o política?
-Política. Éramos homosexuales de izquierda. Hacíamos un análisis marxista de la sexualidad. El capital se tiene que asegurar la ideología a través de la familia patriarcal, en donde el hombre juega el papel del Estado y la madre el de correa de transmisión de la familia.
Los grupos de ultraderecha les acosaban con palos de béisbol y cadenas. Pero también los regímenes socialistas perseguían la homosexualidad. La Unión Soviética, Cuba. "Porque las dictaduras tienen la necesidad de controlar la homosexualidad", responde tajante.
Ese mismo año, se enamora de un chico. La relación dura 13 años. Para ganarse la vida, montan un tenderete en la Plaza del Duque en el que venden artesanías. El Ayuntamiento sevillano intenta frenar que el mercadillo se consolide en tan céntrica plaza. Francisco encabeza la rebelión. Hay encierros en el Ayuntamiento. Tensión. Se gana el apodo de Paca la Brava. Ganan. El mercadillo sigue pujante, 30 años después.
Allí pasó diez años de su vida. Hasta que montó su propia tienda. Y aunque la crisis golpea a todos, y ha tenido que ajustar su plantilla, Metal Street sigue vistiendo a jóvenes de ambos sexos con ropa vanguardista, atendida por Mar y su marido. Su DNI ya registra su nombre femenino. Y hace 12 años fue "reasignada" genitalmente. ¿Reasignar? Si, porque "es incorrecto hablar de cambio de sexo". Más tarde, se sometió a una segunda operación, una mamoplastia.
En la Plaza del Duque, el campo de sus viejas batallas, posa con elegancia. Esta revolución ya no la disuelve ni Dios.
"Tenemos derecho a ser operadas"
Mar Cambrollé es suave y educada. Pero inflexible si se trata de defender sus principios.
-La derecha no quiere que con dinero público se hagan operaciones de reasignación de sexo.
-¡A lo mejor es que somos personas de tercera! Pago mis impuestos y mi seguridad social desde los 14 años. ¿Por qué no voy a tener derecho?
El Servicio Andaluz de Salud (SAS) es pionero en España en este tipo de tratamientos. Casi dos centenares de transexuales se han operado en la Unidad de Trastornos de Identidad de Género, del Hospital Carlos Haya de Málaga, desde que se abrió en 1999. ¿Funciona bien?
-Ahora, pésimamente. Hay más de 150 personas en listas de espera, entre ellas, medio centenar de hombres transexuales que necesitan una histerectomía (extirpación del útero) para evitar que se reproduzcan quistes...
Pero reconoce lo mucho que se ha avanzado. Y agradece al PSOE, partido con el que simpatiza, su política de igualdad frente a la derecha "que nos quiere seguir educando con el catecismo en la mano".
Los Verdes la incluyeron en sus listas al Senado por Sevilla en las pasadas elecciones, y obtuvo 16.000 votos. Pero no quiere hacer carrera política. Prefiere seguir defendiendo los derechos de los colectivos LGTB (lesbianas, gay, transexuales, homosexuales) en organizaciones como ATA, Girasol o la federación española.
¿Hay que obligar a la gente a salir del armario? No, responde Mar. "Cada persona tiene su propio proceso y sabe cuándo tiene que salir". Otra cosa son los personajes públicos. A esos sí hay que aplicarles el outing , como se hace en otros países. ¿Lo harán en España?
Quizá, algún día, con algunos políticos. Pero sobre todo, con los curas: "Tienen una boquita muy larga y son los que más tienen que callar".
Porque Mar no perdona la hipocresía.
2 comentarios:
Por fin el merecidísimo reconocimiento social de una gran mujer que lleva con su lucha abnegada más de 30 años, un reconocimiento que no tiene aquí su fin, ahora falta su biografía completa para ejemplo de venideras generaciones de activistas.
FELICIDADES MAR, NUNCA JAMÁS MERECISTE MENOS.
Haizea Caballero Ruiz
Ole ole y oleeee por Mar!!! (qué pelota soy) jajaja
Exijo una estatua en la plaza del duque, q pongan al del caballo en otro sitio!!
Marcos
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