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sábado, 10 de enero de 2009

La nueva lucha civil no es racial, es sexual

Los activistas afrontan la batalla por el matrimonio gay como la que libraron los afroamericanos - La victoria, creen, será inevitable

Los activistas de los derechos de los gays en EE UU afrontan ahora la batalla con la misma convicción, soledad política y sentido histórico que la lucha por la igualdad de los afroamericanos en el siglo XX. La derrota en el referéndum de California sólo ha sido un traspié, creen, en un camino que será duro pero de triunfo inevitable. Las nuevas iniciativas están en la calle, pero sobre todo en los tribunales. Ahí confían en conquistar la igualdad.

Molly McKay, de 38 años, se ha casado cuatro veces con su novia de toda la vida, Davina Kotulski. Primero fue en 1998, en una pequeña ceremonia privada que no tuvo valor legal alguno. Dos años después se acogió al programa de uniones de hecho del Estado de California. A principios de 2004 se volvieron a casar en San Francisco, cuando el alcalde de la ciudad, Gavin Newsom, decidió unir a unas 4.000 parejas considerando que el del matrimonio era un derecho fundamental para todas las personas. En menos de un mes, el Tribunal Supremo de California invalidó todos aquellos matrimonios. Finalmente, el pasado mes de septiembre ella y su novia fueron la decimoséptima pareja que se casó en el Ayuntamiento de San Francisco, después de que el mismo Tribunal que le arrebató el derecho al matrimonio en 2004 se lo devolviera en mayo de 2008.
Cuatro ceremonias después, Molly y Davina están al borde del precipicio legal, desde el que contemplan la posibilidad de una nueva licencia de matrimonio vacía de todo contenido. Llevan juntas 13 años. "Después de tanto tiempo, es doloroso pensar que hay quien quiere que seas una ciudadana de segunda", dice con resignación. "Si el Tribunal Supremo llega a decidir que nuestras licencias son inválidas, será muy duro admitir que hay gente que ha decidido que no tienes la libertad de decidir quién es tu pareja. Davina es la persona más importante de mi vida. Ambas hemos construido una vida juntas. Y sólo queremos tener los mismos derechos y obligaciones que el resto de parejas".


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