La unidad de trastornos de identidad ha atendido en su año y medio de vida a 400 pacientes con problemas de transexualidad.
Sandra está pendiente de realizarse la intervención definitiva que la convertirá en una mujer a efectos físicos.
Para lograrlo tuvo que renunicar a su familia, quienes desde el principio se negaron a apoyar su decisión.
Nació chica, pero sólo se ha puesto falda una vez en su vida: el día de su Comunión. Hace un mes, Jorge, como se llama ahora, volvió a nacer. En diciembre pasó por el quirófano para poner fin a 33 años encerrado en un cuerpo de mujer.
Él es uno de los madrileños que se han operado en la unidad de trastornos de la identidad de la Comunidad para conseguir el sexo que deseaban. "Me di cuenta que era diferente a los cinco o seis años. Se pasa por una experiencia muy dura; hay gente que incluso llega a suicidarse. Hubiera sido más fácil que mi cuerpo hubiera coincidido con mi mente al nacer", lamenta Jorge.
La unidad de cambio de sexo, financiada por la Consejería de Sanidad, está a caballo entre los hospitales Ramón y Cajal y La Paz y es pionera en España. Sólo Andalucía cuenta con una unidad similar en la sanidad pública.
En la región hay unos 600 transexuales y el servicio de trastornos de la identidad ha tratado ya a 400 madrileños desde que se puso en marcha en mayo de 2007. "Tiene una fuerte demanda", según la Asociación Transexualia.
Hasta ahora ha hecho pocas operaciones, porque "el tratamiento hormonal y psicológico previo a la intervención dura entre año y medio y dos años", indican desde el Ramón y Cajal. De hecho, un comité médico examina caso por caso y acuerda con el interesado la transformación que desea hacer. A algunos les bastará con hormonarse, otros se pondrán pecho o se lo quitarán y algunos llegarán a transformar sus genitales.
Varias especialidades
En este proceso de transformación se incluye el diagnóstico, tratamiento, cirugía y poscirugía. Está compuesto por endocrinos, urólogos, dermatólogos, psicólogos clínicos, cirujanos plásticos, ginecólogos y anestesistas, entre otros. Al frente de todos ellos está el doctor Antonio Becerra: "No sólo se opera, nos ocupamos de ellos mientras dura su tratamiento, y la medicación hormonal dura toda la vida", explica.
El coste de las operaciones de cambio de sexo es muy elevado: entre 10.000 y 30.000 euros. Un precio que no todos se pueden permitir y que, antes de la puesta en marcha de esta unidad gratuita, condenaba a estos pacientes a vivir en un cuerpo que no reconocían como suyo. "Nos hemos encontrado hasta casos de automutilación de órganos sexuales", dice Becerra.
Otra de las usuarias de la unidad es Sandra. Por sus ademanes femeninos nadie diría que en breve se someterá a una vaginoplastia (creación de genitales femeninos): nació en un cuerpo equivocado. En su entorno no la apoyaron y tuvo que elegir entre su familia y convertirse en la mujer que es hoy. "Es duro ser diferente en un mundo con tantos prejuicios. Las personas como yo no son travestis, son mujeres encerradas en cuerpos que no les corresponden".
Personas de cualquier edad
La unidad atiende a pacientes de edades muy variopintas. Los madrileños que acuden son siempre mayores de edad, pero la horquilla abarca desde los 18 a los 67 años.
Sobre todo son hombres que ansían un cuerpo de mujer (dos de cada tres casos). Algunos pacientes vienen arrastrando desde la infancia su transexualidad, sin embargo, otros lo notan ne otras etapas de su vida: cuando están casados e incluso tienen hijos.
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