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sábado, 13 de julio de 2013

Orgullo ¿LGTB?

Sobre estas líneas se encuentra la histórica fotografía tomada durante la primera manifestación del Orgullo en España. Esta manifestación tuvo lugar en el año 1977, en Barcelona, en un momento en que todavía estaba vigente en España la Ley de Vagos y Maleantes que consideraba que la homosexualidad, incluyendo como “homosexuales” a las mujeres trans (travestis y transexuales).
Se calcula que a esta manifestación acudieron unas 5.000 personas, y estuvo encabezada por las mujeres trans (transexuales, travestis…), al igual que estuvo encabezada por las mujeres trans la auténtica batalla que dio lugar a esta efeméride.
El bar Stonewall era bar de Nueva York, frecuentado principalmente por mujeres trans, que era objetivo de frecuentes redadas policiales, en las que la policía humillaba y agredía a las personas que encontraba allí, robándoles objetos personales como pelucas, o joyas, obligándoles a lavarse la cara o incluso desnudándolas si les parecía conveniente (o probablemente divertido), hasta que el 28 de junio de 1969 las mujeres trans decidieron resistirse, lo que terminó provocando una serie de “disturbios” que más bien podrían considerarse una auténtica batalla campal.
No obstante, aunque las mujeres trans (y también algunos hombres trans, como los que acudían a las manifestaciones del Orgullo en Madrid, en los años 90, a las que iban tan sólo unos cientos de personas, casi escondidas tras las pancartas, atravesando el recorrido de una ciudad hostil), siempre han estado a la cabeza de la lucha por los derechos GLTB, de algún modo han sido borradas de la memoria histórica, y memoria presente, de la lucha por los derechos humanos de estos colectivos.
Así, de algún modo, parece imposible separar la palabra “orgullo” de la palabra “gay”. Por más que haya un cierto empeño en hablar de “orgullo” a secas, o de “orgullo GLTB”, lo más habitual es oír hablar de “orgullo gay”. Desde revistas “de ambiente” hasta páginas como la Wikipedia, se habla de la lucha gaylésbica y se olvida que siempre han sido las mujeres trans las que fueron a la cabeza. Igual que cuando la homosexualidad dejó de ser considerada una enfermedad, los grandes “héroes” de la lucha GLTB olvidaron que su lugar era ocupado por el travestismo y el transexualismo como trastornos mentales.
Las manifestaciones del orgullo gay se comenzaron a centralizar en Madrid como forma política de hacer presión para pedir el matrimonio igualitario (el matrimonio homosexual). Sin embargo, una vez conseguido, el PP puso su recurso de inconstitucionalidad, por lo que esta continuó siendo la reivindicación principal de las manifestaciones, que fueron apoyadas por muchxs trans (quienes, dicho sea de paso, suelen ser lxs más fotografiadxs). Este año, en el que nos jugamos darle un vuelco a la situación de derechos humanos de las personas trans mediante la aprobación de la Ley trans andaluza, que sería la primera en Europa en reconocer el derecho a la libre autodeterminación del género como un derecho fundamental, y el libre acceso a la atención sanitaria como consecuencia de aquel derecho, la cuestión se ha silenciado en la mayoría de las manifestaciones provinciales, introduciéndose con mucho esfuerzo y de manera “secundaria” en el Orgullo del Sur, gracias a la gran labor reivindicativa de Mar Cambrollé, presidenta de la Asociación de Transexuales de Andalucía, aunque ha continuado silenciada en los medios de comunicación.



En un momento en el que muchxs gays y lesbianas se plantean si es necesario hacer una reivindicación del Orgullo ahora que la situación social está normalizada (¿Normalizada? Será en un universo paralelo), la lucha trans continúa, intensa y descarnada como ha sido siempre.
Aún así, si eres trans (travesti, transexual, crossdresser, transgénero, genderqueer, bigénero, agénero, género fluido o cualquier otra forma de entenderte dentro del ámplio expectro sexogenérico existente fuera del binario) y estás leyendo esto, tienes motivos para sentirte orgullosa. El orgullo trans es seguir vivas un año más para poder celebrarlo. En mundo donde los asesinatos trans son abundantes y generalmente no son perseguidos, donde está produciéndose una corriente de transfobia, donde se pretende recortarnos el acceso a los pocos derechos que tenemos, y donde no existe el derecho a ser tú mismx si eres trans… en este mundo en que vivimos, incluso aquellxs provilegiadxs que vivimos en países más o menos tolerantes como España, Argentina, Uruguay, Chile o Ecuador, podemos celebrar que estamos vivxs. Porque nadie nos ha matado, ni nos hemos suicidado todavía.
Puede que no sea la forma más reivindicativa de lucha, puede que no sea la más efectiva. Puede que no sea más que una fiesta capitalista actualmente controlada por el capitalismo “rosa” que finge querer a los gays y las lesbianas, pero que realmente sólo quiere nuestro dinero. Pero también es verdad que para que una revolución valga la pena, se tiene que poder bailar.

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