La Corte Suprema de Pakistán ha pedido a las autoridades de ese país que elaboren un censo que permita reconocer oficialmente la existencia de un “tercer sexo” (los hijras, tal y como les se les llama en lengua urdu), que recogería básicamente a las personas tránsgenero y a los “eunucos” (personajes reconocidos por la tradición islámica paquistaní, y que hoy día son principalmente mujeres tránsgenero). La decisión de la Corte Suprema de Pakistán, aunque muy lejos de establecer la igualdad legal tal y como la concebimos en Occidente, puede suponer una mejora de la calidad de vida de las personas transgénero en ese país.
“La decisión nos otorga una identidad y nos reconoce como minoría”, ha declarado Bobby, presidenta de “She Male Rights Association”, grupo creado hace cinco años para defender a la población tránsgenero, que tiene su base en Rawalpindi.
Los llamados “eunucos” tienen reconocidas ciertas funciones en la sociedad tradicional paquistaní, pero son discriminados a la hora de acudir a la escuela o a los hospitales y con frecuencia se les impide ser propietarios o arrendatarios. En muchos casos la discriminación llega más allá de la muerte, al negársele la celebración de los ritos funerarios habituales a la hora de ser enterrados. Es por ello que con frecuencia se ven obligados a establecerse juntos en colonias o barriadas separadas, que con frecuencia son atacadas u hostigadas, incluso por las propias fuerzas del orden.
Esperemos que la decisión de la Corte Suprema de Pakistán sea al menos un primer paso hacia la superación de este tipo de discriminación en un rincón del mundo que no se caracteriza precisamente por el respeto hacia las personas LGTB.
“La decisión nos otorga una identidad y nos reconoce como minoría”, ha declarado Bobby, presidenta de “She Male Rights Association”, grupo creado hace cinco años para defender a la población tránsgenero, que tiene su base en Rawalpindi.
Los llamados “eunucos” tienen reconocidas ciertas funciones en la sociedad tradicional paquistaní, pero son discriminados a la hora de acudir a la escuela o a los hospitales y con frecuencia se les impide ser propietarios o arrendatarios. En muchos casos la discriminación llega más allá de la muerte, al negársele la celebración de los ritos funerarios habituales a la hora de ser enterrados. Es por ello que con frecuencia se ven obligados a establecerse juntos en colonias o barriadas separadas, que con frecuencia son atacadas u hostigadas, incluso por las propias fuerzas del orden.
Esperemos que la decisión de la Corte Suprema de Pakistán sea al menos un primer paso hacia la superación de este tipo de discriminación en un rincón del mundo que no se caracteriza precisamente por el respeto hacia las personas LGTB.
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