Eran aproximadamente las dos de la madrugada cuando Matthew Francis, de 21 años, y Christopher Orlando, de 17, agredieron a Ben Carver, de 34, en los baños del Stonewall Inn, después de preguntarle “si era gay”. Cuando Carver les aclaró que, de hecho, se encontraban en un local de ambiente, los agresores le llamaron “faggot” (“maricón“). En ese momento, Francis le pidió a Carver dinero, lo tiró al suelo y lo golpeó mientras su compañero mantenía la puerta del baño cerrada. Carver se revolvió, y finalmente sus agresores intentaron huir, pero fueron inteceptados en la calle por algunos clientes del local y un camarero, que los retuvieron hasta que llegó la Policía.
Francis y Orlando han sido acusados de un posible crimen de odio, lo que de acuerdo a la legislación aprobada hace un año en Estados Unidos puede suponerles una condena más dura que si sólo se tratara de un intento de robo con agresión. Quizá por eso el abogado de Francis ha insistido en que cliente no es homófobo y que se trató de una simple pelea de bar. El propio Francis ha declarado que él no odia a nadie y ha argumentado que su hermana es lesbiana. “No voy a disculparme, no sé por qué debería hacerlo”, ha expresado, desafiante.
Se da la circunstancia de que sólo un día antes (el viernes noche) otros tres gays habían sido atacados en el barrio de Chelsea, también en Manhattan, por Andrew Jackson, de 20 años, y otros cuatro hombres que los vieron abrazarse y besarse cuando se despedían. “Idos a vuestra casa, maricones, éste es nuestro barrio”, les gritaron mientran les agredían. Jackson, el único de los agresores identificados hasta el momento, ha sido acusado también de crimen de odio.
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