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martes, 5 de octubre de 2010

Robert Edwards, el hombre que cumplió los sueños de miles de personas gays y lesbianas


El científico británico Robert Edwards, premiado hoy con el Nobel de Medicina, dedicó su vida profesional a ayudar a millones de personas a hacer realidad su sueño de tener hijos, entre las cuales se cuentan por miles gays y lesbianas.

Edwards, de 85 años, considerado el padre de la fecundación ‘in vitro’, vio finalmente recompensado el trabajo que inició en los años 50 y que hasta el día de hoy ha permitido a parejas en todo el mundo concebir cuatro millones de niños mediante esa revolucionaria técnica.

El mayor éxito de este profesor de la Universidad de Cambridge, logrado en colaboración con el ya desaparecido Patrick Steptoe, fue el nacimiento en 1978 de la primera ‘bebé probeta’, Louise Brown, que hoy mostró su “alegría” porque Edwards haya recibido “el reconocimiento que se merece”. Pero sus investigaciones estuvieron desde el principio rodeadas de polémica a las que él nunca evitó enfrentarse para defender sus investigaciones. “Fue un verdadero visionario, y siempre a la vanguardia de su tiempo, no sólo en fecundación in vitro”, dijo su colega Martin Johnson, profesor de ciencias reproductivas del mismo centro científico de Cambridge donde el Nobel trabajó, para agregar que Edwards es además “un ser humano increíble, cálido y generoso”.

Las críticas vinieron de líderes fundamentalistas y ultra conservadores de distinto signo y en todos los ámbitos, también de los medios de comunicación, los Gobiernos e incluso de la propia comunidad científica.

“Tenemos álbumes enteros de titulares, cosas como “nacimiento probeta: un acto inmoral prohibido….”, recordó este lunes Kay Elder, una de sus colaboradoras a partir de los años 80.

“Interferir con la vida humana se consideraba poco ético e indeseable. Mucho de eso venía de la propia Universidad”, agregó.

Sin embargo, su deseo de hacer avanzar el conocimiento científico y su determinación para ayudar a las parejas que no podían engendrar, le animó a seguir adelante.

“Nada es más especial que un hijo”, dijo durante su carrera Edwards, quien no pudo reaccionar este lunes al Nobel debido a su comprometido estado de salud.

“Nunca olvidaré el día que miré dentro del microscopio y vi algo extraño en los cultivos”, dijo Edwards en 2008. “Lo que vi fue un blastocito humano mirándome fijamente. Pensé: ¡ lo conseguimos !”, agregó entonces.

Una década después, el 25 de junio de 1978, nacía Louise Brown, fruto de la primera fecundación ‘in vitro’ -fecundación de los ovocitos por los espermatozoides fuera del cuerpo de la madre-, en un parto rodeado del más absoluto secreto para escapar al acoso de los medios de comunicación.

Aunque ha vivido retirado en los últimos años, el profesor Edwards nunca dejó de mostrarse impresionado por las nuevas técnicas, ni de alentar a los científicos a seguir investigando pese a los problemas éticos que plantean los nuevos progresos de la genética.

“La ciencia tiene que avanzar. No habría habido ninguna fecundación in vitro si no hubiéramos estudiado el embrión”, afirmó al recoger un premio en París en 2007.

Posiblemente hoy, algunos científicos estén trabajando en otro sueño de muchas parejas del mismo sexo y que es el gran desafío a casi todas las concepciones enraizadas en la sociedades humanas: engendrar un hijo, fruto de la fusión de los gametos de los dos miembros del mismo sexo, es decir, de la unión de dos espermatozoides o de dos óvulos; ¿ficción o realidad?

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