Pese a la polémica despertada en su iglesia, la Iglesia Metodista Unificada, con el caso de Drew Phoenix, que estuvo a punto de ser apartado de su ministerio tras anunciar en 2007 que se había sometido a cirugía de reasignación, el reverendo David Weekley se plantó ayer ante su congregación y les contó su historia, hasta ahora un secreto excepto para unos pocos amigos.
Un mes antes les había contado a sus hijos que no era su padre biológico. Ahora le tocaba a su congregación. Poco a poco fue relatando la historia de su vida, y cómo fue ordenado sacerdote en 1984 sin dar a conocer que su sexo biológico era femenino y que nueve años antes de esa fecha se había sometido a cirugía de reasignación.
Los fieles de su congregación, de Portland (Oregón) escucharon el relato de David en respetuoso silencio, que rompieron con un aplauso unánime. Al final del servicio religioso, numerosos asistentes mostraron su apoyo incondicional al sacerdote, algo muy importante para David y que no sabía si esperar, ya que, aparte del caso de Drew Phoenix mencionado arriba, su iglesia se reserva el derecho de expulsión de su seno de aquellos sacerdotes abiertamente gays, y considera una falta grave oficiar matrimonios entre personas del mismo sexo incluso en estados que así lo permitan.
La idea de David era guardar su secreto y no decir nada hasta que le llegara la edad de retirarse, pero un viaje con miembros de su iglesia en junio de 2008 cambió su vida. El viaje consistió en una visita a las ruinas de un centro en Minidoka, Idaho, donde muchos estadounidenses de ascendencia japonesa fueron confinados durante la Segunda Guerra Mundial. El hecho de que el 95% de los miembros de su congregación de Epworth fueran japoneses de origen llevó a Weekley a pensar que debía sincerarse ante estas personas, ya que conocen lo que es el estigma del prejuicio y la alienación.
Tras asistir Weekley y Deborah, su segunda esposa, a un encuentro de personas transexuales en Philadelphia, donde conocieron a otros cuarenta líderes espirituales pertenecientes múltiples confesiones, transexuales como él, ambos tomaron la decisión de anunciar la verdad.
Weekley, que lleva muchos años abogando por una mayor apertura de su iglesia en temas sociales y por una mayor aceptación e inclusión de todas las personas, espera ahora, entre la prudencia y el optimismo, la reacción de su iglesia y las posibles consecuencias de su ‘confesión’. ‘No quiero irme –dice-, pero no podía permanecer más en silencio y escondido’
Un mes antes les había contado a sus hijos que no era su padre biológico. Ahora le tocaba a su congregación. Poco a poco fue relatando la historia de su vida, y cómo fue ordenado sacerdote en 1984 sin dar a conocer que su sexo biológico era femenino y que nueve años antes de esa fecha se había sometido a cirugía de reasignación.
Los fieles de su congregación, de Portland (Oregón) escucharon el relato de David en respetuoso silencio, que rompieron con un aplauso unánime. Al final del servicio religioso, numerosos asistentes mostraron su apoyo incondicional al sacerdote, algo muy importante para David y que no sabía si esperar, ya que, aparte del caso de Drew Phoenix mencionado arriba, su iglesia se reserva el derecho de expulsión de su seno de aquellos sacerdotes abiertamente gays, y considera una falta grave oficiar matrimonios entre personas del mismo sexo incluso en estados que así lo permitan.
La idea de David era guardar su secreto y no decir nada hasta que le llegara la edad de retirarse, pero un viaje con miembros de su iglesia en junio de 2008 cambió su vida. El viaje consistió en una visita a las ruinas de un centro en Minidoka, Idaho, donde muchos estadounidenses de ascendencia japonesa fueron confinados durante la Segunda Guerra Mundial. El hecho de que el 95% de los miembros de su congregación de Epworth fueran japoneses de origen llevó a Weekley a pensar que debía sincerarse ante estas personas, ya que conocen lo que es el estigma del prejuicio y la alienación.
Tras asistir Weekley y Deborah, su segunda esposa, a un encuentro de personas transexuales en Philadelphia, donde conocieron a otros cuarenta líderes espirituales pertenecientes múltiples confesiones, transexuales como él, ambos tomaron la decisión de anunciar la verdad.
Weekley, que lleva muchos años abogando por una mayor apertura de su iglesia en temas sociales y por una mayor aceptación e inclusión de todas las personas, espera ahora, entre la prudencia y el optimismo, la reacción de su iglesia y las posibles consecuencias de su ‘confesión’. ‘No quiero irme –dice-, pero no podía permanecer más en silencio y escondido’
Fuente: Dosmanzanas
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