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lunes, 3 de agosto de 2009

Un ataque mortal a la comunidad gay de Tel-Aviv conmociona a Israel

El país goza de una legislación progresista que choca con la intolerancia de los ultraortodoxos
• Un encapuchado mata a 2 personas y hiere a 15 en un centro para adolescentes homosexuales

RICARDO MIR DE FRANCIAJERUSALÉN
En Tel-Aviv, la más liberal y tolerante de las capitales israelís, no es difícil ver a dos hombres pasear cogidos de la mano o besándose en la playa. En su Ayuntamiento hay al menos un concejal abiertamente gay. Los bares de ambiente forman parte indisociable del menú de su noche golfa y hedonista. Y cada año la ciudad celebra una fiesta del orgullo que reúne a miles de personas. Detalles como estos habían convertido a Tel-Aviv en un refugio para la comunidad homosexual, arrinconada en Jerusalén por los fundamentalistas religiosos. Su suerte cambió trágicamente el sábado. Un pistolero encapuchado entró poco antes de la medianoche en un centro social de la Asociación de Gais y Lesbianas de Tel-Aviv mientras celebraba una de sus reuniones semanales dirigidas a jóvenes y adolescentes. El asaltante sacó una pistola y disparó en todas las direcciones. Dos personas murieron –Nir Katz, de 26 años, y Liz Trobishi, de 16-- y otras 15 resultaron heridas, la mayoría menores. La policía busca todavía al asesino, pero descarta que se trate de un ataque terrorista palestino o de un ajuste de cuentas.

CONDENA UNÁNIME /

«Al principio pensé que era una broma, pero abrió fuego inmediatamente», relató más tarde uno de los heridos. «La gente se escondió bajo las mesas. No hubo gritos. Es un lugar pequeño, una vez estás dentro no hay escapatoria», aseguró. Al conocerse la noticia, cientos de personas se echaron a la calle en una vigilia silenciosa. Todos juntos sin odio ni miedo, rezaba una de las pancartas. La marcha de repulsa se repitió ayer por la mañana, presidida por varios dirigentes de una clase política que condenó unánimemente el crimen. El ataque ha conmocionado al país, pero no todo el mundo está sorprendido. Los ultraortodoxos consideran la homosexualidad una abominación y sus partidos cargan periódicamente contra gais y lesbianas. Les acusan de propagar enfermedades, de pervertir a los jóvenes e incluso de provocar catástrofes naturales. El año pasado, un diputado del Shas, Shlomo Benziri, llegó a decir en el Parlamento que el sexo entre hombres es la causa oculta de los terremotos. La virulenta intolerancia de los fundamentalistas sale a relucir cada año durante la marcha gay de Jerusalén. Sus contramanifestaciones están plagadas de insultos e intentos de agresión. Llegan incluso a lanzar bolsas de excrementos sobre los participantes y, hace cuatro años, dos personas fueron apuñaladas.

ADOPCIÓN Y MATRIMONIO /

Tanta saña contrasta con una legislación marcadamente progresista con respecto a los derechos de los homosexuales. Gais y lesbianas pueden adoptar hijos y sus matrimonios, aunque oficiados en el extranjero, son reconocidos en Israel. Pero queda mucho trabajo por hacer. «El pistolero no actuó por su cuenta, está respaldado por un fondo de odio e incitación», denunció la exministra de Educación, Yuli Tamir, tras resaltar la necesidad de combatir la homofobia en las escuelas. «El hecho de que haya niños en el hospital a los que sus padres se niegan a visitar, lo dice todo», añadió esta exdirigente.

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