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miércoles, 12 de enero de 2011

Brutal asesinato de periodista y activista LGTB portugués


El modelo portugués de 21 años Renato Seabra ha confesado haber torturado salvajemente y asesinado a su compatriota Carlos Castro, un popular periodista del corazón y abiertamente gay de 65 años. Al parecer ambos formarían una parejan y se encontraban en Nueva York de vacaciones. Según la policía el joven declaró haber castrado y asesinado a Castro para “librarse de los demonios, del virus”, refiriéndose a la homosexualidad.

Los hechos sucedieron el viernes en una lujosa habitación del Hotel InterContinental en Times Square. Tras gritar “¡ya no soy gay!”, Seabra habría torturado durante más de una hora al periodista, llegando a arrancarle los testículos con un sacacorchos. Tras matar a Castro, el joven (que saltó a la fama en Portugal tras su participación en un reality show sobre modelos) abandonó y solicitó el ingreso en un hospital neoyorkino. Allí, mientras se recuperaba de cortes autoinfligidos en las muñecas, confesó la autoría del cruento homicidio, por el que ha sido acusado de asesinato sin premeditación.

La madre del acusado, Odília Pereirinha, ha negado tanto la culpabilidad de su hijo como su homosexualidad: “Mi hijo no era el amante de Castro. [...] Desde el principio, jamás ha ocultado su sexualidad, que es heterosexual. [...] Mi hijo es un cielo, él no lo hizo.”

Según fuentes la pareja habría mantenido una relación desde octubre, y se encontrarían de vacaciones en Nueva York, hasta el 15 de enero. Al parecer Seabra se enfrentó acaloradamente a Castro, diciéndole que no era gay y que solo lo usaba por su dinero y su influencia. El modelo declaró a los investigadores haber golpeado al indefenso Castro durante más de una hora mientras éste se encontraba en el suelo, y haberle estrellado un pesado monitor de ordenador en la cabeza. Entonces Seabra usó un sacacorchos para mutilar a su víctima, hundiéndolo en uno de sus ojos y utilizándolo para arrancarle los testículos. En este punto puede que Castro aún estuviera vivo, aunque probablemente inconsciente. Después de la matanza, Seabra se duchó y puso un traje, se hizo cortes en las muñecas y se presentó en taxi en un hospital para buscar tratamiento.

Se trata de un suceso espeluznante que posiblemente ilustre las consecuencias más extremas de la homofobia interiorizada en una mente inestable. Estos días se ha puesto de manifiesto la responsabilidad de políticos y periodistas estadounidenses que, al haber estado sembrando un clima de violencia, habrían contribuido a la tragedia en Arizona. Y al igual que en el caso del asesino Jared Loughner, no cabe duda del grado de perturbación de Renato Seabra. Pero ello tampoco absuelve a los que se han esforzado por implantar en la mente de gente como Seabra la peligrosa idea de que la homosexualidad es una enfermedad o el resultado de una posesión demoníaca.

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