Bangkok, 7 ene (EFE).- La directora de la primera película que denuncia la marginación de los transexuales en Tailandia se ha topado con la censura, que al prohibir el film por pornográfico e inmoral socava la reputación de tolerancia hacia el colectivo.
"Insects in the Backyard", ópera prima de Tanwarin Sukkapasit y que ella misma protagoniza, cuenta la historia semi-autobiográfica de un padre soltero con dos hijos adolescentes que se avergüenzan de él por su orientación sexual y que se prostituyen para huir de casa.
El largometraje fue bien acogido por el público cuando se mostró por primera vez en septiembre en Toronto y, tras ese éxito, la película se exhibió hace dos meses en el Festival Internacional de Cine de Bangkok.
Pero cuando Sukkapasit pidió en diciembre una calificación para proyectar la cinta en las salas comerciales, su solicitud fue rechazada sin explicación alguna.
"No me dijeron nada, pero luego me enteré por amigos y la prensa de que no les gustaron varias escenas", indica a Efe la realizadora, que hace 37 años nació en el cuerpo de un hombre pero que desde muy joven empezó a sentirse mujer.
Sukkapasit recurrió el dictamen ante el Ministerio de Cultura, que se mostró dispuesto a levantar el veto si eliminaba todas las secuencias de sexo homosexual explícito, estudiantes uniformados ejerciendo la prostitución y el sueño del niño en el que asesina a su padre.
La directora rehusó los cortes, y así quien distribuya el film se arriesga a una multa de hasta un millón de bat (unos 33.000 dólares), el doble del presupuesto del rodaje.
Tampoco puede aspirar a una calificación "X" porque todas las formas de pornografía son ilegales en Tailandia.
"Claro que hay muchas escenas fuertes, con violencia y sexo, no solo homosexual, pero no más que en Hollywood. Puede ser vista por cualquier adulto", argumenta el realizador.
A su juicio, el comité de censura presidido por el primer ministro tailandés, Abhisit Vejjajiva, "es como un dinosaurio que no entiende de cine, cree que todos los tailandeses son tan incultos como ellos y por eso les limitan la libertad".
Sukkapasit se queja de que, en su país, los transexuales quedan relegados en el cine a papeles cómicos secundarios -que ella misma ha interpretado en un sinfín de ocasiones- como reflejo de una sociedad que presume de tolerancia en la superficie pero que en realidad continúa siendo "profundamente conservadora".
"Es una actitud paternalista, porque la gente sabe lo que pasa y acepta la cultura moderna más que sus propios gobernantes. Es triste que alguien con 18 años pueda votar en unas elecciones democráticas pero no sea suficientemente maduro para ver mi película", se lamenta.
También es algo contradictorio que los mismos funcionarios que prohíben su film la contratan para dar charlas sobre cine en las universidades, a cuyas aulas acude maquillada y vestida de mujer sin que nadie se sonroje por ello.
"Hace diez años, jamás me hubiera atrevido a aparecer así en público, pero poco a poco las cosas están cambiando y ya no es un tema tabú para la mayoría de los tailandeses", explica Sukkapasit.
La cineasta pertenece a una nueva generación iconoclasta liderada por Apichatpong Weerathakul, el realizador más célebre de la historia de Tailandia después de conquistar la Palma de Oro al Mejor Director en Cannes en 2010.
En su día, el homosexual declarado Weerathakul se enfrentó repetidas veces a la censura, y reprocha que las autoridades apenas les ayuden mientras financian superproducciones épicas con tinte nacionalista.
La responsable de "Insects in the Backyard", cuyo título es una metáfora sobre cómo los transexuales no son vistos como humanos y la sociedad les mantiene encerrados en el patio trasero, afirma que elevará su caso a los tribunales y no descansará hasta que se derogue la ley "antidemocrática". EFE
"Insects in the Backyard", ópera prima de Tanwarin Sukkapasit y que ella misma protagoniza, cuenta la historia semi-autobiográfica de un padre soltero con dos hijos adolescentes que se avergüenzan de él por su orientación sexual y que se prostituyen para huir de casa.
El largometraje fue bien acogido por el público cuando se mostró por primera vez en septiembre en Toronto y, tras ese éxito, la película se exhibió hace dos meses en el Festival Internacional de Cine de Bangkok.
Pero cuando Sukkapasit pidió en diciembre una calificación para proyectar la cinta en las salas comerciales, su solicitud fue rechazada sin explicación alguna.
"No me dijeron nada, pero luego me enteré por amigos y la prensa de que no les gustaron varias escenas", indica a Efe la realizadora, que hace 37 años nació en el cuerpo de un hombre pero que desde muy joven empezó a sentirse mujer.
Sukkapasit recurrió el dictamen ante el Ministerio de Cultura, que se mostró dispuesto a levantar el veto si eliminaba todas las secuencias de sexo homosexual explícito, estudiantes uniformados ejerciendo la prostitución y el sueño del niño en el que asesina a su padre.
La directora rehusó los cortes, y así quien distribuya el film se arriesga a una multa de hasta un millón de bat (unos 33.000 dólares), el doble del presupuesto del rodaje.
Tampoco puede aspirar a una calificación "X" porque todas las formas de pornografía son ilegales en Tailandia.
"Claro que hay muchas escenas fuertes, con violencia y sexo, no solo homosexual, pero no más que en Hollywood. Puede ser vista por cualquier adulto", argumenta el realizador.
A su juicio, el comité de censura presidido por el primer ministro tailandés, Abhisit Vejjajiva, "es como un dinosaurio que no entiende de cine, cree que todos los tailandeses son tan incultos como ellos y por eso les limitan la libertad".
Sukkapasit se queja de que, en su país, los transexuales quedan relegados en el cine a papeles cómicos secundarios -que ella misma ha interpretado en un sinfín de ocasiones- como reflejo de una sociedad que presume de tolerancia en la superficie pero que en realidad continúa siendo "profundamente conservadora".
"Es una actitud paternalista, porque la gente sabe lo que pasa y acepta la cultura moderna más que sus propios gobernantes. Es triste que alguien con 18 años pueda votar en unas elecciones democráticas pero no sea suficientemente maduro para ver mi película", se lamenta.
También es algo contradictorio que los mismos funcionarios que prohíben su film la contratan para dar charlas sobre cine en las universidades, a cuyas aulas acude maquillada y vestida de mujer sin que nadie se sonroje por ello.
"Hace diez años, jamás me hubiera atrevido a aparecer así en público, pero poco a poco las cosas están cambiando y ya no es un tema tabú para la mayoría de los tailandeses", explica Sukkapasit.
La cineasta pertenece a una nueva generación iconoclasta liderada por Apichatpong Weerathakul, el realizador más célebre de la historia de Tailandia después de conquistar la Palma de Oro al Mejor Director en Cannes en 2010.
En su día, el homosexual declarado Weerathakul se enfrentó repetidas veces a la censura, y reprocha que las autoridades apenas les ayuden mientras financian superproducciones épicas con tinte nacionalista.
La responsable de "Insects in the Backyard", cuyo título es una metáfora sobre cómo los transexuales no son vistos como humanos y la sociedad les mantiene encerrados en el patio trasero, afirma que elevará su caso a los tribunales y no descansará hasta que se derogue la ley "antidemocrática". EFE
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