Antonio Higuera
“Me di cuenta con tres años de que me sentía un niño. Yo era distinto al resto de las chicas y tuve que sufrir el rechazo de mis compañeros en el colegio y el instituto. Luego, cuando llegó la época de salir de marcha, no salía a la calle ni iba a fiestas porque no quería arreglarme como una mujer”.
La historia de Alexis es similar a la de los cientos de transexuales andaluces que todavía siguen padeciendo la discriminación de la sociedad por el hecho de encontrarse encerrados en un cuerpo con el que no se identifican. Alexis nació chica y a sus 24 años, pese a haberse sometido a un tratamiento hormonal a partir de los 19 años y a varias intervenciones quirúrgicas para conseguir una apariencia varonil, reconoce que continúa siendo el blanco de miradas indiscretas y de comentarios a sus espaldas con demasiada frecuencia. “Todavía me cuesta salir de marcha por ahí. La gente te mira y está claro que aún sigue existiendo la transfobia”, asegura indignado.
Protegidos por ley
Los transexuales son uno de los colectivos que más sufren la marginación y exclusión de la sociedad. Es más, el ostracismo y la discriminación laboral que existe en estos casos condena a muchos de ellos, sobre todo a las mujeres, a tener que ganarse la vida prostituyéndose.
Para erradicar esta situación, la Asociación de Transexuales de Andalucía (ATA) ha instado a las fuerzas políticas representadas en el Parlamento andaluz a debatir una proposición no de ley -presentada por el Partido Socialista- que ahonde en la no discriminación por motivos de identidad de género y en el reconocimiento de los derechos de las personas transexuales como paso previo a una futura Ley de Transexualidad.
“El 70 por ciento de los transexuales no puede encontrar trabajo y la situación de exclusión social y laboral que padecemos nos ha llevado a pedir un marco jurídico que garantice la no discriminación del colectivo”, explica Mar Cambrollé, presidenta de ATA. Tras años de lucha y reivincaciones caídas en saco roto, el objetivo cada vez está más cerca. Y prueba de ello es el precedente que va a sentar la aprobación de la primera ley integral sobre transexualidad que ha sido aprobada por el Parlamento de Navarra.
Una vida difícil
La transexualidad es definida como la “existencia de disonancia entre el sexo morfológico o género fisiológico inscrito y la identidad de género” sentida por la persona. En Andalucía, los transexuales pueden someterse a cambios de sexo de forma gratuita en la Unidad de Trastornos de la Identidad de Género del hospital malagueño Carlos Haya, donde se han practicado 213 intervenciones desde que se comenzó a prestarse este servicio en 2011.
Sin embargo, los problemas que sufre el colectivo van a más allá de los puramente físicos. “La mayoría de las familias trata de negar el problema al principio y muchas veces se culpan creyendo que lo que nos pasa se debe a la educación que nos han dado”, comenta Alexis.
De puertas para afuera, hechos tan presumiblemente insignificantes como enseñar un DNI, se convierten en un motivo más de discriminación a diario. “Cuando iba a las entrevistas de trabajo, intentaba buscarme trucos para no tener que enseñar mi DNI, ya que la foto no se identificaba con mi apariencia actual. En el momento en el que me iban a hacer el contrato, entregaba la documentación y así era más difícil que rechazaran porque entonces sería un claro caso de discriminación”, recuerda Alexis.
A partir de ahora, la esperanza de los transexuales andaluces es que “la proposición que se debatirá en el Parlamento no se quede en una declaración de buenos propósitos, sino que sea de obligado cumplimiento”, reclama la presidenta de ATA, Mar Cambrollé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario