Transexualidad. Son prostitutas, inmigrantes y transexuales. Por primera vez cuentan sus vivencias en la zona portuaria de la avenida de Elche, donde trabajan "con uniforme, no nos vestimos". Un sociólogo de la UA se ha introducido en su submundo y les ha dejado hablar.
"Cuanto más me pagas, más te hago. Es el baile del dinero. Te dicen que te dan 30 pero si la chupas sin condón". Así se expresan las prostitutas transexuales que operan en "la zona", como llaman ellas mismas al área portuaria de la avenida de Elche, donde han creado su propio submundo y en el que se ha introducido durante tres meses el recién estrenado sociólogo, Ángel Amaro, logrando un informe pionero sobre sus vivencias. Lo hacen por dinero pero sueñan con retirarse y conseguir un trabajo como diseñadoras, esteticistas o peluqueras.Los condones, que evitan los clientes más jóvenes, son precisamente los que le sirvieron de gancho a este investigador para entablar conversación con ellas. Para su sorpresa, "te lo cuentan todo: clientes, problemas. No están encerradas en su mundo".
El riesgo que corren con su salud es lo que más le alarma, pero Ángel Amaro no ha querido opinar desde fuera, sino dejarlas que se expresen ellas mismas: "Nos hormonizamos de la una a la otra. Conocemos el primogim, que nos da más busto y nos quita vello", le comentan. Y no es que no sean conscientes de los riesgos que conlleva autohormonarse -reflexiona el sociólogo-, sino que más bien rechazan los protocolos médicos porque para ellas el tiempo es oro y buscan resultados inmediatos. Los tres años que puede durar el proceso completo les parece toda una vida.
También temen al sida: "Es una enfermedad mala, fatal. No es plato de buen gusto. Estamos expuestas. Psicológicamente te haces a la idea". Son comentarios recogidos por el autor entre los grupos de discusión que organizó para la investigación: "Triplemente vulnerabilizadas. Prostitutas, inmigrantes y transexuales". Es su primer trabajo, gracias a una beca del vicerrectorado de Investigación de tan sólo tres meses, que son los que ha compartido con una veintena de transexuales, en su gran mayoría latinas.
Las chicas
"14.o 15 chicas ya son demasiadas para una zona", dicen el segundo día que las visita, en la avenida de Elche. "Esto no es una ciudad -apuntan-, son cuatro paredes, yo vivo presa 10 años en Alicante". La mayoría proceden de Ecuador y sólo un 3% son rumanas y españolas.
Se administran como una gran familia en la misma casa y tienen una jefa de zona que hace de portavoz -tras 18 años en Alicante- que les defiende: "Me enfrento contra quien coño sea y defiendo a mis chicas de aquí. Han venido tres o cuatro chulos a mi zona en un carro y los hemos echado con piedras y palos", confiensa a Amaro.
El tutor de este trabajo, Daniel La Parra, del Instituto Universitario de desarrollo Social y Paz, en la Universidad de Alicante, valora especialmente de su pupilo "la inmersión profunda que ha logrado en el mundo transexual, descubriendo sus claves en muy poco tiempo". De entrada, a través de la relación de estas inmigrantes con el sistema sanitario, se conocen sus pautas de vida y forma de pensar.
Al médico de cabecera le visitan bien poco, tal vez una vez al año y sólo por heridas graves. Por contra, el profesional imprescindible para ellas es el trabajador social o el especialista en VIH (sida), porque temen ser expulsadas a sus países, pero del resto, huyen.
Con una media de edad entre los 26 años a los casi 50 de la jefa de zona, tampoco quieren oir el consejo de que abandonden la calle porque el "mundo occidental", el del "heterosexual con mujer e hijos, que es su cliente" les provoca repulsión. Se saben rechazadas porque se les tacha de "putas, sudacas y traveros" por los mismos que les buscan para pagar su servicio sexual. Sin embargo, al hablar de futuro, se ven con un trabajo de diseñadora o corte y confección, una carrera como trabajadora social o bien como esteticista y peluquera. Para acceder a ellas Amaro tuvo primero que ganarse primero a "la portavoz" porque conocer el rol de cada una facilita la comunicación.
Por otra parte son grandes conoceras de múltiples culturas ya que Alicante (España) no es casi nunca su primer destino y han pasado antes por otros tres o cuatro países, preferentemente Alemania, Reino Unido e Italia. Entre todas se crean vínculos afectivos, se preocupan por la situación legal de la compañera, agresiones o problemas familiares: el género trasexual, la identidad latina y la condición socioeconómica como prostitutas genera una "cultura endogrupal compartida", constata el autor.
De ahí que traten de defenderse del concepto que las considera un "estorbo para la sociedad", que es el que asumen cuando están derrotadas. "Todos los días son insultos macabros, huevazos a la cara .Con el uniforme nos insultan siempre. Ayer me tiraron una botella de cristal a las piernas".
Los clientes
Los clientes más habituales se reparten en dos franjas de edad: los más jóvenes de hasta 25 años y los "viejos", como les denominan ellas mismas. El informe explica cómo los primeros buscan más el morbo de un "sexo exótico", aquello del "¿tendrán verga?", según cuentan las propias transexualas. Como buscan la penetración, las que están operadas no tienen nada que hacer: "Me dicen ¿cuánto cobras?, 30, ¿la tienes grande?, les digo que soy mujer y se van. A veces me arrepiento de haberme operado, no de ser mujer".
Los mayores las prefieren operadas y ellas los valoran más porque "no piden cosas extrañas, pagan y se van". En los últimos tiempos, unos y otros vinculan el consumo de sustancias al servicio sexual, y sin preservativo: "Él paga, y más en crisis. No tenemos jubilación. Moriremos en la calle".
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