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martes, 8 de septiembre de 2009

La Iglesia Católica vuelve a destacar por la persecución de la homosexualidad, esta vez en Uruguay

Mientras en algunas confesiones se asiste a avances en la aceptación de la diversidad, los católicos de Uruguay promueven la no contratación del profesorado homosexual en sus escuelas

[08/09/2009] Durante el pasado verano, diferentes confesiones cristianas han dado pasos, algunos tímidos y otros más destacados, a favor de la normalización de la realidad LGTB, de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales. Mientras tanto la Iglesia Católica continúa ahondando en la homofobia con ejemplos como la promoción por parte de la Conferencia Episcopal uruguaya de la no contratación del profesorado homosexual o la recogida de fondos en Maine para luchar contra el matrimonio entre personas del mismo sexo.

El avance de diferentes confesiones cristianas, que debieran de servir de ejemplo a la Iglesia Católica, destaca por ejemplo con el nombramiento de altos cargos eclesiásticos a personas abiertamente homosexuales, como es el caso de la Iglesia Luterana sueca, que ha nombrado a una obispa lesbiana, o la diócesis de Los Ángeles de la Iglesia Episcopal (la anglicana estadounidense) que ha nombrado obispos a un gay y a una lesbiana. Esta misma Iglesia Episcopal autoriza la bendición de matrimonios homosexuales.

También es destacable la celebración, durante el Orgullo brasileño, de una boda múltiple entre personas del mismo sexo, oficiada por la Iglesia de la Comunidad Metropolitana de Sao Paulo. La Iglesia Evangélica Luterana de América, por su parte, permite la ordenación de pastores gays y lesbianas sexualmente activos en una relación de compromiso, aunque no reconoce el matrimonio, y la Iglesia Anglicana en el Sur de África acepta que los homosexuales convivan en “fieles relaciones de compromiso”.

Para Juan Antonio Férriz, coordinador del Área de Asuntos Religiosos, considera alarmante que "la mayor preocupación de la Iglesia Católica es perseguir la homosexualidad en el mundo, así lo demostró cuando se opuso la despenalización mundial en la ONU en diciembre de 2008, y así lo lleva a cabo. Parece ser que somos su enemigo, probablemente por una homofobia internalizada, ya que en el interior de la Iglesia existe el mayor porcentaje de homosexualidad, sobre todo sacerdotes, religiosos y religiosas y altas jerarquías. El problema es que no pueden visibilizarlo y lo viven a escondidas o reprimen sus sentimientos, lo que provoca en muchas ocasiones mayor resentimiento y amargura hacia quien lo vive con plenitud".

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